Pasaron ya dos meses desde ese emocionante 10 de
diciembre, donde Cristina Fernández asumió la presidencia de la Nación con el
atributo de ser la primera mujer argentina electa para dicho cargo. Ese día, en
un discurso lleno de frases retóricas y bañado de un romanticismo barato,
Cristina prometía “profundizar el cambio”.
Lamentablemente para ella, después de una semana de no
hacer nada, recibió un duro golpe: la detención de Guido Antonini Wilson en la ciudad
de Miami. Parece ser que a partir de ese momento, se le desmoronó al castillo
de naipes que había empezado a construir. Tal es así, que su depresión la hizo
recluirse por 20 días en su fortaleza del Calafate, pero, como si esto fuera
poco, se le sumó el triste desempeño de su esposo, el ex presidente Néstor
Kirchner, en ese mamarracho de show mediático que había instalado Hugo Chávez
con la liberación de las rehenes colombianas de las FARC.
Esto, le impidió realizar algunos viajes al extranjero
ya planificados. Uno de ellos a Europa, con la excusa del World Economic Forum,
en Davos, Suiza.
Daría la impresión de que, para tapar el gravísimo
problema que representará para los K el valijagate, están metiendo mano a
cualquier cosa para desviar la atención pública. Esto, por supuesto, en
complicidad con los grandes medios de difusión, que ocupan horas —en el caso de
los medios audiovisuales— y páginas —en los diarios—, con cualquier tipo de
noticias, como el ridículo proyecto de ley para que sea obligatorio anotar el
apellido materno a los futuros bebés, cuando eso es totalmente posible. ¿no hay
cosas más importantes de qué ocuparse?
Lo que habría que hacer y no se hizo:
Ø Todavía no hay indicios por lo que más vociferó, el tan mentado “pacto social”. De hecho, ni si quiera sabemos de qué se trata.
Ø No se habla de algún acuerdo de precios, salarios y/o inversiones.
Ø Ni noticias de mejorar el vínculo con los países industrializados.
Ø Todavía no se conoce ninguna medida tomada por el inexistente ministro de Economía, Martín Lousteau. Incluso nadie sabe cómo solucionará el problema de la inflación. Hasta ahora lo único que sabemos de él es que apoya la gestión del impresentable secretario de comercio, Guillermo Moreno.
Ø No hay ninguna intención de normalizar el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, de manera de recuperar su credibilidad.
Ø Respecto a lo que hoy más preocupa a los argentinos, la inseguridad, ni una palabra.
Algo hay que hacer
Allegados a Cristina, comentan que la verdadera
“acción” comenzaría en marzo, cosa que —sabemos— no es así. La realidad es que la
Presidente estaría sumida en una importante depresión.
Por recomendación de sus asesores, había que instalar
una “gran noticia”, donde el gobierno —léase "la Reina"— quede bien parada, aunque
habría que sacrificar algún ministro —léase "una torre"— para hablar en
términos ajedrecísticos.
Entonces estalló el escándalo de los autos importados
ilegalmente a través de la Cancillería; después de todo, la causa caería en el
Juzgado de Norberto Oyarbide y éste lo elevaría a la Corte, y ya sabemos qué pasa cuando
eso pasa: nada.
La otra “súper noticia” es la supuesta "renovación" —una vez más—
del Justicialismo, y la elección de quién dirigirá los destinos del partido. Más allá
de que esto no le interesa ni a los propios justicialistas, ¿alguien tiene
alguna duda de quién será el elegido? Sí, caro lector, sará el pingüino Néstor.
Y es que los cambiantes
justicialistas, con esa virtud que los caracteriza de acomodarse siempre donde
calienta el sol —así como en la década de los ’90 eran "menemistas", incluidos los
que forman parte del Frente Para la Victoria— hoy son kirchneristas. Pero,
para distraer a la "gilada" y ocupar noticias, sirve.
Por las dudas, aquí no se acabaron las buenas
noticias, también se anunció la creación del “Tren bala” —otra vez, y van— y
otra noticia “bomba”, la creación del colectivo doble, cuando este proyecto ya
se realizó y fracasó en los años 90.
Pero para que los argentinos no nos olvidemos de que
Cristina es nuestra presidente, la primera mandataria visitó la entidad que preside Mónica Carranza,
“los Carasucias”. Eso sí, ningún periodista tenía permitido hacerle
ninguna pregunta, no vaya a ser que a algún osado reportero se le ocurriera
preguntarle algo, como por ejemplo por los fondos de Santa Cruz, o por su título
de abogada, o cómo y por qué crecieron de manera descomunal su patrimonio y el
de su esposo. O, simplemente, cuales serían sus próximas medidas.
Conclusión
Mientras en la Argentina mueren un promedio 30
personas diarias en accidentes de tránsito, son asesinadas otras tantas en manos de delincuentes, la inflación castiga nuestros bolsillos, especialmente el de los
más humildes, y rogamos que las temperaturas no superen los 30 grados para no
quedarnos sin luz y agua, la Presidente hace que gobierna y está en el limbo. El
oficialismo, por su parte, se ocupa de ¿organizar? el Justicialismo y la oposición sigue sin
aparecer, salvo Mauricio Macri tratando de encuadrar el desastre que le dejaron
el dúo Ibarra-Telerman y enfrentar a los sindicalistas municipales.
En tanto, los grandes medios periodísticos,
especialmente los noticieros de televisión, se ocupan de cómo la están pasando
los turistas en los distintos sitos de veraneo.
Eso sí, después le echamos la culpa al “imperio”, a
las mafias internacionales, a las multinacionales o al FMI de lo que nos pasa,
en vez de reclamarle a los verdaderos responsables de que estemos como estamos.
O sea, a nosotros mismos.
Pablo Dócimo