Aunque el club de campo Los Horneros cuenta con todas las comodidades, como su cancha de fútbol, los inquilinos de una casa en particular se la pasaban horas y horas sin salir. La unidad 162 era de Julio Michel Katzman, pero en las vacaciones de invierno del 2020 se la alquiló a Ariel Alberto Sosa. Fueron 22 mil dólares por todo un año. Pero, de un día para el otro, a Sosa le salió un «viaje al exterior» y Katzman se la ofreció a su amigo Rubén Adrián Díaz Baigorria. Fueron otros 7 mil dólares por cinco meses.
Por allí, además del dueño y los inquilinos, pasaron los hermanos Matías Iván Agosta Ruiz Díaz, Jorge Daniel Agosta, Román Leonardo Ovelar y otros amigos del grupo, según pudo saber el portal Encripdata.
Una denuncia anónima contra alias «Zapatero» llevó a los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado Ezeiza hasta ese club de campo de Ingeniero Maschwitz.
Investigar a personas por narcotráfico en un country no fue fácil, menos cuando descubrieron que a los sospechosos los visitaban policías, tanto de la provincia de Buenos Aires como de Chaco.
Pero, poco a poco, todo se fue acomodando: en febrero del 2022, el policía Wilson Galo fue detenido por robar a punta de pistola 130 mil pesos en un casino de Presidencia de la Plaza.
Dos meses después, el juez federal Miguel Mariano Aranda ordenó arrestar a una familia dedicada al contrabando de cocaína desde Bolivia. Su jefe era Ariel Sosa, el inquilino de Katzman que oportunamente se fue de «viaje al exterior». Fue un simulacro. Ya sabía que le tirarían abajo la puerta. Desde el juzgado le anticiparon la jugada. Eso fue lo que reconstruyó la jueza federal Zunilda Niremperger. Por eso procesó en diciembre al ahora exjuez Aranda. Los delitos: tráfico de influencias en favor del clan Sosa, entre otras imputaciones.
Casi al mismo tiempo, por una pelea entre dos grupos, un sicario de la banda de «Chupa Chichi» abrió fuego la mañana del 3 de abril de 2022 en un bar y asesinó a José Luis Barrios, alias «Moneda», e hirió a tres miembros más del clan Sosa.
Con Sosa prófugo y Barrios muerto, Esteban Fernando Tulli, el denunciado «Zapatero», y Katzman, alias «Junior», intentaron buscar otros proveedores en el norte. Después pensaron en grande: compraron una avioneta Piper PA-23-250 Aztec.
Una vez que los cargamentos bajaban al gran Buenos Aires, los fraccionaban en diferentes lugares, como en Los Horneros, y finalmente los distribuían en diversos puntos para la venta, desde Villa Palito, en La Matanza, hasta Nordelta, de la mano de Eduardo Daniel Nacusse, alias «Nacusse» y Ezequiel Carlos Luongo Uribe, un «rey del norte».
Todo eso se terminó en septiembre del 2022 cuando el juez federal Jorge Rodríguez ordenó arrestar a Tulli, Katzman y compañía. Aunque los investigadores incautaron 25 kilos de marihuana, 2,3 kilos de cocaína, 3729 pastillas de éxtasis, 3 gramos de tuci y 500 gramos de cafeína en los allanamientos, los acusados negaron dedicarse al narcotráfico. Como mucho, dijeron, era para consumo personal.
En los operativos también secuestraron 5,9 millones de pesos, 78 mil dólares, 3300 euros, dos máquina de contar billetes, cuatro cajas de seguridad, un Porsche, un Audi Q5, un BMW M4, la avioneta Piper PA-23-250 Aztec y ocho equipos raid para minar criptomonedas.
En las indagatorias, eso sí, reconocieron su amor por los autos de lujo. Katzman, de hecho, tenía la agencia Hummer Motors en Ramos Mejía. Su socio era Fernando Pérez Algaba, alias «Lechuga», el hombre visto por última vez el 18 de julio en General Rodríguez. Allí se reunió con dos examigos, Nahuel Vargas y Maximiliano Pipelich, para cobrarles una deuda. Alguien lo ejecutó de dos disparos por la espalda. Alguien descuartizó su cuerpo. Vecinos de Ingeniero Budge encontraron los restos el 23 de julio en el arroyo El Rey. Estaban en una valija roja y en una mochila azul con el logo de la Municipalidad de Lomas de Zamora.
«Lechuga» no era el trader más famoso del país ni influencer. Hasta el año pasado tuvo la agencia de autos con Katzman en Ramos Mejía. Y por ese negocio, ahora mismo estaba bajo investigación de la Policía Bonaerense, según los documentos a los que accedió Encripdata.
Incluso, durante la indagatoria, las autoridades interrogaron a los ahora procesados sobre Pérez Algaba. Katzman reconoció su sociedad comercial. Tulli, en cambio, negó conocerlo.
Sin embargo, los investigadores confirmaron que Pérez Algaba frecuentaba a Tulli. De hecho, «Lechuga» salía con una hija del «Zapatero». Tulli ganaba millones de pesos con el narcomenudeo. Y ya no sabía cómo hacer para blanquearlos. «Lechuga» lo tentó con el mundo cripto. De hecho, en la fábrica tenía ocho equipos raid para minar criptomonedas. Pero algo pasó. El negocio no fue lo que esperaban. «Ni siquiera se acordaban las contraseñas», confió una fuente a Encripdata. Encima, el Bitcoin, luego de alcanzar el récord de 64 mil dólares en noviembre del 2021, se desplomó. Y así como cayó a la mitad de su pico histórico, arrastró a las demás.
Además, en un posteo borrado de Facebook, Pérez Algaba dejó pistas sobre las personas con las que hizo negocios:
«Varela: como bien dijiste siempre, no somos amigos, pero tenemos una relación de confianza. Me has dado 100 mil sin nada a cambio, hicimos mil negocios juntos hasta que apareció Matilla, obvio, el que va atrás de los demás viendo qué se les cae por ahí. Vio la oportunidad, se asoció con vos por interés, obvio, y por conveniencia, y de ahí en adelante los negocios y la relación cambió, obvio, andá a saber qué te decía sobre mí. Ya no le convenía que hiciéramos nada si no pasaba por él así también ganaba plata jaja a eso le llaman amistad, bueno. Mírense a un espejo y fíjense el monstruo que tienen dentro».
«Nahuel: Nahuelito, bueno, Nahuel, te comento, vos compraste autos conmigo al ‘Zapatero’, ‘Pancho’, Matilla y Varela. Le Pediste 100 mil a Gustavo. También me entero cosas de vos, que hablas con ‘Pancho’, que yo te arruiné, que te arrastré y mil cosas más. Nadie te puso una pistola en la cabeza. Y te di 7 mil que tiraste por el inodoro por fisura que sos y, claro, no pagas nada a nadie. Nahuel, ponete a hacer algo o aguantate los llamados vos. Yo ya me pudrí, ahora voy a priorizar mi salud. Y si alguien quiere hacerme algún daño moral, corporal o lo que sea, esta vez estoy preparado, ¿Ok? Me pudrieron».
Nahuel o Nahuelito era Vargas, uno de las últimas dos personas que lo vio con vida el 18 de julio en General Rodríguez.
Un celular de «Lechuga» impactó por última vez ese día en esa localidad.
Vargas conocía a Gustavo Iglesias, alias «Chupa», un barrabrava de Boca. En ua discusión grabada, Pérez Algaba consideraba traidor a «Nahuelito» por haberse ido al lado del barra por pura conveniencia. Según este posteo, Vargas le debía plata a Iglesias.
«Videla: el muchachito Videla le pasa la info a Matilla porque le presta plata, pero el boludo no se da cuenta que es su negocio, que gana plata con él, no se le escapa una a Matilla. Y se juntan hablar de mí jaja Videla, venías al igual que todos al búnker a comer, chupar y demás, no ponían un sope y, claro, el ‘Lechuga’ está rico, pero, claro, se hace el ofendido porque no le pagué una comisión porque me fundí, ¿ok? Perfecto, buena gente también. Después venía, se llevaba autos sin plata, pagaba como quería y ahora habla también. No se le cayó un llamado: ‘Che, ¿necesitas algo, ‘Lechu’?. Queda en ustedes hablar mal de mí. Falso, a ver si mañana te denuncio por rompehuesos con todas esas carpetitas que tenés, dale, payaso, portate bien».
En el posteo borrado, Pérez Algaba no le dedicó ningún párrafo en particular a Matilla, pero sí lo relacionó con cada uno. Con Varela, Vargas y Videla.
Matilla hizo negocios con Tulli: le vendió un BMW M4. Katzman cobró una comisión como intermediario. Para el «Zapatero» no fue ningún negocio: a las seis horas lo chocó. Destrucción total.
Pero hablar de autos y agencias sería interminable, donde todos se terminan conociendo con todos. Bastaría con empezar con Diego Xavier Guastini para encontrar conexiones con los Monos, los Sancho, «Patán» Nacusse; Medina, el «Tony Montana» de Rosario; Torres, «el zar de la droga» de Córdoba; Asci, otro «rey del norte»; «Pollo» Pinazzi, otro barra de «La 12»; «Rengo» Pacheco, de la 9 de Julio; «Chupa» Iglesias, el barra de Boca; «Tano Nino», de San Martín; y «Mameluco» Villalba.
De regreso a Los Horneros, otro de los que pasó por allí también acabó mal: Ovelar fue atrapado en marzo de este año del otro lado del Río de la Plata. Uruguayos, bolivianos y dos narcotraficantes montenegrinos corrieron la misma suerte. Uruguay la bautizó Operación Virtus. Querían «coronar» 489 kilos de cocaína en Europa.
¿Cuántos PEREZ ALGABA habrá en toooodo el territorio Argentino? Lo cierto es que cuando el NARCOTRAFICO ingresó a la Argentina de mano del Menenismo, ya sea en forma de traficantes como de lavadores de dinero de ese mismo rubro, disfrazados de "emprendores" inmobiliarios, turisticos, deportivos (incluidos los barras brava), de espectàculos, de compra y venta de automoviles de alta gama y de toda forma de "negocio lavable", se estimuló la aparición de "gestores" de la mafia sea esta narco o de actividades multiples. Este tipo de "actividad" ha evolucionado de tal manera que se ha "institucionalizado" y comprometen a personajes de la JUSTICIA, SEGURIDAD, preo sobre todo DE LA POLITICA. Tal es la "oficializacion" de la actividad de estos personajes oscuros que los medios lo identifican como "EMPRESARIO". ¿Puede ser considerado como tal, aunque la ACTIVIDAD de intercambio de dinero por productos (sea cual fuera, desde un auto hasta un inmueble) no se realize en un ambito de TRANSPARENCIA Y LEGALIDAD comercial.? ¿Acaso este "destape" de actividades marginales, llevará a los LEGISLADORES a precisar los limites a este tipo de EMPRESARIOS-EMPRESAS? ¿O tendrán temor de tocar a quienes financian la actividad política y sobre todo a CANDIDATOS PUESTO por las mafias?