La devaluación del dólar oficial y la inmediata y consiguiente suba de las cotizaciones en los mercados financiero y blue traerán, inevitablemente, una aceleración inflacionaria que hará extrañar el 6,3% recientemente informado de julio.
El interrogante a dilucidar es a cuánto ascenderán los índices de precios al consumidor de agosto y los meses venideros y, en ese sentido, la mayoría de los economistas descuentan que por primera vez en veintiún años habrá tasas mensuales de dos dígitos. Lo que daría paso a otro dilema a resolver: ¿más cerca del 10% o del 20%?. Al respecto, más allá de que antes de la devaluación se descontaba que los precios de agosto iban a subir más que los de julio, debe tenerse en cuenta que el impacto de la devaluación sólo tendrá efecto en la segunda mitad del mes, con lo que gran parte de su impacto se trasladará por arrastre estadístico a septiembre.
Pero, además de las elucubraciones sobre la paridad cambiaria y el IPC, la consultora LCG advirtió en su último informe sobre uno de los efectos más dolorosos de esta devaluación seguida de una aceleración inflacionaria: «Una de las consecuencias directas de este nuevo escenario será el deterioro de indicadores socioeconómicos, principalmente la pobreza», puntualizó.
«Ya instalada en niveles que superan el 40%, el nuevo salto inflacionario supondrá un nuevo incremento», señaló la entidad dirigida por Guido Lorenzo en declaraciones recogidas por Agencia NP.
A su vez, acotó al respecto que «sólo para tener dimensión, 10 puntos porcentuales de inflación en la canasta básica dejan 1.500.000 nuevos pobres, 5% de pobreza adicional», según los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC.
Si en el bimestre agosto-septiembre la inflación acumulada podría trepar a un 25% en el mejor de los casos, habría que suponer que en 60 días se generarían más de tres millones de nuevos pobres, con el agravante de que no se cuenta con una economía en condiciones de responder a esa creciente demanda de población en estado de vulnerabilidad.
«La actividad anémica y el clima de desconcierto le quitan poder de negociación a los trabajadores, por lo que es de esperar el surgimiento de nuevos asalariados pobres. Los salarios quedarán más atrasados, con un recorte real del 33% acumulado en 6 años (16% en los últimos 4 años). En el caso de los salarios informales la situación sería todavía peor llegando a caer 52% en el mismo período (34% desde diciembre 2019)», remarcó LCG.
En ese sentido, la consultora actualizó sus proyecciones económicas para fin de año, en atención al nuevo escenario desplegado con la devaluación: una caída del 3,4% en el PBI, una inflación del 164,6% punta a punta y 127,7% promedio, un dólar oficial a $428,80 (+142,1% de diciembre a diciembre), que en el caso del Contado con Liquidación treparía a $879 (*155,4% anual).
Y para quienes se sorprendieron con la suba de 21 puntos porcentuales en la Tasa de Política Monetaria, LCG prevé que a fin de año llegará al 130% en lo que hace a la Tasa Nominal Anual, lo que hace una tasa efectiva del 243,8%.
«La gran duda hacia delante es si estos costos serán atribuidos a un mal manejo del ministro y candidato S. Massa o si serán percibidos como la antesala de un eventual gobierno de J. Milei. Esto podría afectar al voto en octubre. Por lo pronto, el candidato con mayor caudal de votos es un gran interrogante. El peor mundo para el mercado que se paraliza y entra en pánico con la incertidumbre», remató LCG.