Que el peronismo le haga paros poco menos que todos los santos días a un gobierno no-peronista y absolutamente ninguno a los gobiernos peronistas pese a que la situación a que esos gobiernos someten al pueblo es infinitamente peor, es una bajeza a la que los argentinos ya están acostumbrados.
Pero que un ministro peronista le declare un paro a la oposición es algo nunca visto, ni siquiera en la originalidad peronista que, cuando se trata de no trabajar, alcanza ribetes galácticos.
Pero esto es lo que ocurrió. En efecto, el ministro Gabriel Katopodis en el programa de C5N de Gustavo Sylvestre (un personaje del “periodismo” que resume en su propio outfit pre y post kirchnerismo la monumental corrupción que esta inmundicia le ha contagiado a la profesión) anunció que los empleados de su ministerio harían un “paro activo” contra la perspectiva de que lleguen al gobierno Patricia Bullrich o Javier Milei bajo el argumento que los dos van a terminar con la obra pública.
Esta mañana, Katopodis dijo también que el país está en “un punto muy serio de lo que se decide” y que por eso la idea es defender el plan de obras públicas de esta gestión que, según planteó, se desarrolló “de manera ininterrumpida”. Desde su área incluso detallaron que ya finalizaron 4002 proyectos, distribuidos en el 100% de los municipios del país, con un total de 6711 en marcha desde que Katopodis desembarcó en la cartera.
El problema con eso es que es, precisamente, la obra pública el terreno preferido de la corrupción y es allí en donde, en un solo caso investigado y probado, Cristina Kirchner les robó a los argentinos más de 1000 millones de dólares.
Entonces, ¿qué defiende Katopodis con su “paro activo”? Ayer hablábamos de los intelectuales, disimulando en un pomposo documento preocupado por la democracia lo que, para nosotros, no era otra cosa que una preocupación corporativa de que un cambio radical de sistema socioeconómico en la Argentina los pueda dejar a ellos colgados del pincel. Hoy es Katopodis.
Aquí, todo el mundo, con el yeite de lo bueno que es lo suyo para los demás no quiere perder su monumental quinta de ingresos fáciles (en el mejor de los casos) o directamente ilegales en el peor.
La idea es que los trabajadores de las obras tomen conciencia de votar por Massa porque si no van a ir a parar todos a la calle. Como se ve, a Katopodis -como a todo peronista- no le hace asco a la mentira.
Porque, efectivamente, lo que dice el ministro es uno más de los embustes que pretenden cubrir la defensa de su propia conveniencia. Katopodis no va a ir a las obras a decirle a la gente que gracias a que ellos están allí en un trabajo casi seguramente mal pago, él puede marcar sobreprecios, amañar licitaciones, adjudicar obras, y asociar al Estado con empresarios corruptos con los que se reparten lo que le roban al pueblo que paga la fiesta.
Ni Bullrich ni Milei están proponiendo dejar a la Argentina sin infraestructura: al contrario están apostando a que una economía afluente atraiga más capital que la financie a su propio riesgo sin darle a los funcionarios del Estado la posibilidad de estafar a la gente.
Chile, que durante casi tres décadas le dio cátedra de administración pública sana al resto de América Latina, jamás perdió infraestructura. Al contrario, en unos pocos años construyó carreteras, autopistas, puentes, sistemas de comunicación y redes cloacales y de gas que acortaron la enorme diferencia que la Argentina le había sacado en sus años dorados, obviamente antes de que la peste peronista se adueñara del país.
Katopodis, como no podía ser de otra manera, no perdió oportunidad para meter un “ah pero Macri” cuando dijo: “Con Macri los trabajadores vieron qué significaba parar la obra pública. La obra pública no la va a hacer el Fondo Monetario Internacional (FMI), ni los grupos poderosos de la Argentina, ni el mercado. La hace el Estado; la hizo con Néstor, la hizo con Cristina, la hace hoy con Alberto y la va a hacer con Massa”.
Todo es falso. No hay una sola coma de verdad en esas líneas. En primer lugar, la obra pública no se paró durante el gobierno de Macri. Es más, nunca se construyeron tantos kilómetros de carreteras y autopistas (a un 40% menor del valor promedio del que contrataba Cristina Kirchner) que durante el gobierno de Macri. También fue el peronismo el que obturó el programa PPP (Participación Público Privada) por el que el nivel de inversión habría aumentado aún más y con más reaseguros anticorrupción.
La referencia a la “obra” de Néstor y Cristina Fernández, fundamentalmente, queda completamente neutralizada al haberse demostrado que fue precisamente el curro de la obra pública la vía preferida del matrimonio para perfeccionar más del 80% del saqueo económico al que sometieron al país y por el que sus fortunas se multiplicaron por millones.
Para eso no hay más que recordar que Kirchner mandó a Lázaro Báez a constituir una empresa concesionaria de obra pública (Austral Construcciones) 12 días antes de asumir la presidencia, lo que da un fortísimo indicio de que el futuro presidente ya tenía en mente el plan de robo sistemático al Estado utilizando precisamente esa vía.
Encima, como quedó ampliamente demostrado luego, decenas de obras de esa naturaleza nunca se terminaron y algunas ni siquiera se empezaron.
Entonces, mi querido Katopodis, ya todo el mundo le descubrió el truco al peronismo; no quiera presentarse envuelto en la bandera argentina para usar los colores de la patria para robar en su propio beneficio con un engaño atroz al pueblo… La infraestructura pública que el país tenía y que el peronismo destrozó se hizo en base a la inversión privada de los innumerables capitales que a fines del siglo XIX y comienzos del XX vieron en la Argentina una tierra de enormes oportunidades en donde la posibilidad de hacer sus propios negocios generaba un beneficio correlativo al pueblo que necesitaba de aquellas obras. Así, por ejemplo, el país llegó a tener una red ferroviaria de más de 50000 km, la más larga extensión de la Tierra luego de la de EEUU.
Se le notan mucho los hilos, Katopodis. A usted, al kirchnerismo, a Massa y, como siempre, a todo el peronismo. Deje de usar a la gente para llenar sus propios bolsillos. No le lleve un miedo extorsionador a los que no tienen otro remedio que escucharlo. Porque, ¿sabe qué? La mayoría de ellos ya lo descubrió.