Existe un libro que, en honor a la verdad, debería ser de lectura obligatoria en todos los colegios secundarios de América Latina, titulado “Manual del perfecto idiota latinoamericano”.
Dicho ensayo, publicado en 1996 y escrito por Álvaro Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner se encarga de desmitificar los pruritos que tenemos, en general, los latinoamericanos, donde los autores analizan, de manera un tanto irónica y satírica, la historia de América Latina demostrando que en realidad, estamos como estamos porque somos como somos; por nuestra propia culpa e idiosincrasia y la de nuestros gobernantes, y no por los demás. Y describe, palabras más palabras menos, al idiota latinoamericano como aquel que culpa de todos sus males a fuerzas malignas foráneas, especialmente a los capitales multinacionales y, por supuesto, a los EEUU, acusándolos de querer apropiarse de nuestras riquezas.
Una década después, los tres autores volvieron a escribir sobre el idiota latinoamericano, ahora representado por líderes como Hugo Chávez, Lula y Néstor Kirchner, entre otros, como sus máximos exponentes.
Así como a finales de los 60 se expandió, por Latinoamérica la proliferación de grupos terroristas fomentados por la ex URSS y apoyados por Fidel Castro, luego, en los 70, sobrevino la ola de golpes de estado en la región, patrocinados por los EEUU. Curiosamente, algo que no se dice sobre esto es que todo fue perpetrado en el marco de la guerra fría entre soviéticos y norteamericanos, y que de no haber sido por los primeros, siempre con su afán imperialista, totalitarista y autoritario, los “yankees” no hubiesen intervenido, pero eso es tema para otro artículo.
Volviendo a lo que hoy nos incumbe a los latinoamericanos, y siguiendo la cronología, después de las dictaduras, ya en los 80, vinieron los gobiernos democráticos; luego, en los 90, estos, en su mayoría abrazaron el mal llamado “neoliberalismo”, y ya a fines del SXX o si prefiere, principios de este milenio, más precisamente desde el 2 de febrero de 1999 con la asunción de Hugo Chávez en Venezuela, el 1 de enero de 2003 cuando Lula asume la presidencia de Brasil, y el 25 de mayo de 2003, con el comienzo de la etapa kirchnerista en Argentina, comienza para Latinoamérica la era populista.
Si bien, aunque con diferentes matices, estos tres presidentes aplicaron políticas de estado muy parecidas. Con distintos resultados en algunos casos y similares en otros, pero hay un hilo conductor entre los tres, que hoy sale a la luz y muestra a las claras lo que es el “socialismo del siglo XXI”, la corrupción.
Lula está en graves problemas con la Justicia brasileña, lo mismo ocurre con Cristina Kirchner y muchos de sus funcionarios, y ni hablar del descalabro que está llevando adelante Maduro en Venezuela.
Otro detalle no menor es que no por casualidad hubieron muchísimos negocios entre los tres, a lo que debemos agregar que lo peor fue el acercamiento que los tres, también, tuvieron con el gobierno de Irán.
Se puede debatir, o estar de acuerdo o no en cuanto a las políticas económicas o sociales de estos gobiernos populistas, aunque los resultados hablan por sí solos, pero si hay algo innegable e indiscutible es que los tres tejieron y armaron toda una estructura corrupta para mantener un sistema burocrático administrativo que, finalmente, está colapsando.
Como dijimos, hubo diferentes matices, ya que Lula no fue tan autoritario como Chávez, aunque queda la duda, viendo hoy como actúa la justicia brasileña si no lo fue por que no tuvo intención o, simplemente, porque su país no se lo hubiese permitido.
En definitiva, los tres apuntaban a ser votados por el prototipo del idiota latinoamericano, el que cree que somos víctimas del imperialismo “yankee”, cuando en realidad somos nosotros mismos nuestros propios victimarios, votando y soportando gobiernos corruptos que jamás podrían gobernar un país medianamente normal.
Hoy, afortunadamente, después de más de tres lustros de populismo todo se está derrumbando como un castillo de naipes. Evidentemente, los ciclos en Sudamérica son contagiosos.
Ya quedaron en el olvido el “Banco Sudamericano” que promovieron Chávez y Kirchner, e incluso nadie sabe a ciencia cierta para que sirvieron la UNASUR o el PARLASUR, impulsados y creados por ellos.
Como reza la cita de Abraham Lincoln, “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.