En las últimas horas, el jefe de inteligencia de Hugo Chávez reveló que Venezuela envió USD 21 millones en valijas para financiar la campaña de Cristina Kirchner. Lo hizo en una declaración ante la Justicia española.
“Los USD 800 mil que le incautaron a Guido Antonini Wilson el 4 de agosto de 2007 no fueron los únicos billetes que el régimen de Hugo Chávez envió a la Argentina en forma ilegal”, contó.
Y agregó: “Lo que no se supo es que ese (en alusión al escándalo de la valija de Antonini) era su vuelo número 21, con 20 entregas previas de 1 millón de dólares cada una y entregadas sin problemas ya que pagaban a funcionarios del aeropuerto argentino que los dejaban pasar sin ningún inconveniente”.
Ello obliga a recordar lo ocurrido el día 4 de agosto de 2007, cuando una valija conteniendo casi 800 mil dólares ingresó al país a través del aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires. La negativa a dejarla pasar por parte de una agente de la PSA sería el comienzo de una pesadilla para el gobierno de Néstor Kirchner y el de su esposa, Cristina Fernández, que recién comenzaba.
Manotazos de ahogado
Apenas explotó la trama, Antonini Wilson reveló que el real destino de la valija venezolana era la campaña de Cristina. No obstante, los principales funcionarios argentinos salieron a tratar de defender a Cristina.
En realidad hablaron sólo Alberto y Aníbal Fernández, quienes aseguraron que la acusación se trataba de una “locura” y una “canallada”, respectivamente. Luego, la Presidenta iría aún más allá al asegurar que todo se trató de una “operación basura” para perjudicarla.
Sin embargo, la evidencia es concluyente y puede verse en el expediente que investiga las valijas venezolanas: de allí surge que todo se pergeñó a cambio de puntuales coimas para hacer negocios con Venezuela.
Ya en 2007 este periodista reveló que había más de diez viajes hechos por Antonini Wilson similares al del 4 de agosto de 2007, en los cuales se presume que vinieron valijas con montos similares al incautado.
El dato surgió de fuentes de la mismísima Dirección Nacional de Migraciones que ¿casualmente? dependía en ese momento de Aníbal Fernández.
Como sea, la Justicia norteamericana pudo acreditar que Antonini transportaba dinero en forma regular hacia la Argentina, Bolivia y Uruguay, todos con el supuesto objetivo de comprar e influenciar a los gobiernos de los tres países. Según habría investigado la organización World Check, la fuente de estos fondos ilícitos parecería surgir de una combinación de ganancias por venta de drogas y desvíos ilegales de fondos de la petrolera PDVSA.
La ruta del dinero
Uno de los puntos más importantes en cualquier investigación periodística es el camino del dinero. Muchas veces, el hecho de seguir el rastro “dinerario” en un caso de corrupción, permite al hombre de prensa acercarse a la evidencia “material”. Este escándalo no es la excepción.
Es que, si se sigue el recorrido de los dólares que en su momento ingresaron al país, podrá apreciarse que el recorrido final habría sido el de las arcas del matrimonio presidencial.
Pocos saben que el primer destino de los casi U$S 800.000 fue una financiera llamada Pasamar SA ubicada en la calle San Martín 580 1º A, autorizada a través del legajo 295 por la Secretaría de Turismo para operar en plaza y con el antecedente de aparecer en el lapidario informe que la Comisión Especial sobre Lavado de Dinero de la Cámara de Diputados confeccionó en el año 2001.
Desde Pasamar, el dinero iba a ser reenviado al banco Credit Suisse First Boston —como ocurrió con las primeras valijas que vinieron de Venezuela—, que a su vez lo reenviaría a Suiza, en una operación coordinada por el hombre que viene oficiando de “nexo”, llamado Carlos Germán, y a quien los “valijeros” suelen llamar a su teléfono directo (4322-50…) desde que empezaron a llegar al país las maletas con dinero.
Un dato no menor: en el Credit Suisse reposan los 654 millones de dólares que el entonces gobernador Néstor Kirchner recibió en abril de 2003 y que son producto de regalías por la privatización de YPF. En buen romance: los fondos de Santa Cruz.
Como diría Coti Sorokin, “nada de esto fue un error”.