¿Que nombre le darían a la situación en donde todo lo que se dice de una persona es, en realidad, aplicable a quien lo dice y no a quien lo recibe?
Porque eso es exactamente lo que está ocurriendo con el presidente Milei y el impresentable jefe de gobierno español, el kirchnerista gramsciano, Pedro Sánchez.
La cabeza de un gobierno cuyo gabinete ha insultado de todas las maneras posibles al presidente argentino (hasta el extremo de llamarlo públicamente drogadicto) es el que ahora levanta un escándalo diplomático porque Milei hizo un comentario secundario sobre su adorada esposa, la imputada por corrupción en los tribunales de España, doña Begoña Gómez.
Como todo socialista pusilánime (pero con una gran capacidad para hacer daño) Sánchez ya jugó su rol de compungido esposo cuando el escándalo de tráfico de influencias que gerenciaba Gómez estalló en España.
En ese momento, desempeñando un papel entristecido -que nadie le creyó- salió a decir que iba a tomarse un tiempo para pensar si seguía al frente del gobierno porque no quería hacerle pagar a su familia el precio del fango que implica el poder. Bullshit.
Ni se fue, ni piensa en irse. Al contrario, desde su lugar tratará de mover los hilos privilegiados del Estado para salvar a su esposa.
Pero lo cierto es que la tía está hasta las manos. La más reciente causa y la que tiene mayor trascendencia hasta la fecha es la que afecta a su supuesto vínculo “económico y profesional” con Air Europa, una de las compañías rescatadas por el Gobierno en el marco de las ayudas aprobadas durante la peor parte de la pandemia.
En este sentido, el Juzgado de Instrucción Número 41 de Madrid ha abierto diligencias de investigación contra la mujer del presidente del Gobierno por la supuesta comisión de delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
El grueso de la opinión pública española, a su vez (me refiero al hombre de a pie), no tiene dudas de que Begoña utiliza su posición como esposa del presidente del gobierno para vender favores a cortesanos del poder.
Se trata, por lo demás, de algo inherente al sistema que promueve la intervención del Estado en la vida privada de las personas: tarde o temprano la telaraña de regulaciones estatistas es de tal dimension que prácticamente no hay actividad de la cotidianeidad que no este atravesada por una influencia estatal.
Cuando los particulares quedan atrapados por esas cadenas que los asfixian, necesitan lubricar sus relaciones con los funcionarios para aflojar las ataduras que los ahogan. Es allí donde los servicios de un buen causante aparecen prestos para “ayudar” a los ciudadanos. A eso se dedica doña Begoña.
Que Milei lo haya recordado parece que fue interpretado por Sánchez como una oportunidad para usar la fuerza de un contrincante en beneficio propio. Creyó que podia usufructuar la fama de irascible que tiene el presidente para ensayar un nuevo capítulo de defensa de su esposa y, en el fondo, del sistema corrupto que implican las ideas que él defiende y que están sumergiendo a España en un futuro gris y de perspectivas lúgubres.
En lugar de preocuparse por hacer que sus ministros pidan disculpas por los reiterados insultos personales al presidente argentino o de dejar de insistir con una idea que pone a su país de nuevo en el lugar de furgón de cola europeo, creyó que armando un escándalo, saldría fortalecido.
Escaló a tal grado su sobre actuación que ahora retiró de modo permanente su embajadora en Buenos Aires. Perfecto. Que lo haga: es típico de idiotas hacer idioteces.
Pero el presidente esta en todo su derecho a exigir unas disculpas públicas de todo el gobierno español presidido por el impresentable de Sánchez.
Milei ha aguantado de todo en ese terreno y cuando, cansado ya de tantas mentiras, responde, resulta que el irascible es él. Típico de aquellas situaciones en donde el “piola” de la barra se puede dar el lujo de joderte hasta el cansancio, ahora, cuando vos reaccionas, el que no tiene sentido del humor, sos vos.
Millones de idiotas útiles adscriben a las reglas de este mundo al revés. En lugar de ver el cuadro completo e identificar al “piola de la barra” como el verdadero problema, señalan al pobre Cristo que se bancó todas las jodas hasta que estalló.
Se trata de uno de esos momentos en donde la corrección política te llena de asco. Los responsables del desastre a cubierto de las consecuencias de sus burradas incluso por las quejas de un conjunto de “correctos” que en lugar de seguir marcándolos a ellos como los responsables de todo, se dean vuelta y ahora señalan al que está intentando hacer algo para cambiar el rumbo.
Y esto va también para la pusilanimidad de los legisladores a quienes los analistas de la política le han dado el nombre de “opositores dialoguistas”: acoten el “dialogo” y saquen la Ley Bases y el Pacto Fiscal. Si quieren modificar algo, háganlo rápido y de buena fe y levanten las compuertas de la libertad que la actividad productiva argentina esta reclamando y que muchos de ustedes luego exigen se recomponga. ¿Pero cómo cuernos se va a recomponer si ustedes insisten en mantener en pie el orden jurídico que la descompuso? ¡Por favor, dejen gobernar al Presidente! O al menos no se quejen si el tiempo pasa y las cosas no mejoran cuando son ustedes los que retrasan las herramientas que podrían mejorarla.
Y para volver al tristísimo hecho español, dejemos de emitir opiniones políticamente correctas, subidas a un caballo de modales diplomáticos que, quienes primero desconocieron, son los que ahora parecen ser defendidos por ustedes con sus hostiles comentarios hacia el presidente.
La Argentina tiene una larga tradición de perder oportunidades porque finalmente la pusilanimidad triunfa sobre la valentía. De La Rua, Macri, el propio Menem de la segunda presidencia (que abortó su programa de reformas por la pusilánime idea de soñar con un poder eterno…)
De modo que si tengo que implorarle algo al cielo es que otra vez no: que no vuelva a ocurrir que la enjundia de un presidente decidido a cambiar el rumbo de fracasos y frustraciones de la Argentina se vea demolida por la andanada de comentarios de aquellos que mi colega Jorge Fernández Diaz, llama “almas bellas”, que escudados detrás de un reclamo formalmente “correcto” infligen un daño enorme haciéndole el caldo gordo a los que quieren que todo siga igual.
Para los que llaman a Javier Milei “loco”, tengo malas noticias: solo un “loco” podia cambiar la Argentina. Si el país conservaba una mínima chance de salir del subsuelo adonde lo llevo el socialismo peronista era justamente de la mano de un “loco” que desafiara el status quo contra todo y contra todos. La historia esta llena de “locos” que de no haber sido por su insistente obstinación, la humanidad no habría conocido avances y adelantos extraordinarios. Si la “corrección política” hubiera triunfado sobre su voluntad el mundo sería hoy un lugar peor del que es.
Los que no quieren seguir en el fracaso eterno deberían quedar notificados de que cualquier flaqueza que la resistencia socialista advierta en este giro copernicano, será aprovechada para abortarlo. Es responsabilidad de cada uno sopesar lo que está en juego para emitir las opiniones luego.
Sin dejar de señalar lo que nos parezca corregible, estas columnas siempre defenderán la libertad y a todo aquel que, aun con errores, sea la mejor carta para que ese faro de luz no se apague nunca.