Con el aumento a las retenciones al campo,
el Gobierno cometió, sin
dudas, un grosero error; grosero por donde se lo mire: en lo político, lo
económico y lo social.
Sin embargo, es curioso cómo intentan justificar lo
injustificable, y más curioso aún es que quienes intentan defender esta medida
arbitraria pertenecen a un sólo sector, el kirchnerista.
El reclamo del campo, no es descabellado y es, en
definitiva, la gota que derramó el vaso.
Para que esto se entienda, lo mejor es hacer una
demostración práctica y en números, que es la manera más sencilla posible para
que quien no sea un especialista —cosa que el ciudadano común no tiene por que
serlo— lo entienda y aquellos que hablan idioteces dejen de engañar a la opinión
pública.
Para que no haya ningún tipo de suspicacias, tomemos como
ejemplo a un pequeño productor, los cuales son la inmensa mayoría y a quienes de
ninguna manera se los puede tildar de “oligarquía ganadera”. Aquí van los
números:
Luego de haber trabajado la tierra durante 6 meses, un
campo de 100 hectáreas rinde aproximadamente 30 quintales por hectárea =10
camiones.
El maquinista que les cosechó les cobra un 10% = 1
camión.
El flete cuesta $85 por tonelada y como eran 300 toneladas
es otro 10% = 1camión.
El acopiador había dispuesto una retención del 44% = 4
camiones y medio.
Hasta acá van 6 camiones y medio...
Los insumos retirados para su campaña de soja (léase
Monsanto y/o Cargill) representaban $600 por hectárea, entonces por las 100
hectáreas equivale a un 25% de lo producido = 2 camiones y medio.
Y ya se llevaron 9 camiones.
Queda 1 camión de la tan rentable soja.... Entonces, el
productor debe pagar los impuestos correspondientes a ese camión, que es en
definitiva la ganancia del productor agropecuario. Esta contribución al Estado
se desglosa de la siguiente manera: 35% en impuesto a las ganancias, el 1,2% del impuesto al
cheque, el 1% del impuesto a los bienes personales. No debemos olvidar que
además el propietario del campo debe pagar el impuesto territorial que es
provincial.
Como se podrá apreciar, los números no mienten, y la única
verdad, es la realidad… entonces, ¿Quién miente?
Pablo Dócimo