El reciente descubrimiento de
casi medio millón de dólares escondidos en una casa de seguridad de las FARC
en Costa Rica, otro de los datos que deben agradecerse a las computadoras
personales del finado “Raúl Reyes”, permitió establecer los primeros
indicios de la cadena de fondos sucios que fluyen con destino a esa
organización narcoterrorista y a otros grupos radicalizados que pretenden actuar
contra los países de América Latina que cuentan con gobiernos que rechazan a
esas lacras.
De acuerdo a las
informaciones iniciales, fondos ilícitos venezolanos e iraníes están
circulando desde Venezuela y Centroamérica mediante un sistema complejo que
oculta hábilmente su origen. De acuerdo a nuestras fuentes y a datos
coincidentes proporcionados por investigadores y por la cooperación de algunos
banqueros, el sistema es el siguiente.
La mayor parte de esos
fondos ilícitos se origina en bancos de Venezuela y otros de capitales
venezolano-iraníes que colaboran con sus respectivos gobiernos para el logro
de sus objetivos políticos a nivel continental. Estos bancos dan entrada en
forma privada a los fondos estatales, mediante transferencias bancarias y
también de envíos de dinero en efectivo a granel, a través de sus sucursales,
filiales y sudsidiarias en Panamá.
El Banco Internacional de
Desarrollo (BID), de origen iraní, que parece haber adoptado esa
sigla en forma engañosa ya que muchos lo confunden con el Banco Interamericano
de Desarrollo, e incluso extrañamente la entidad iraní no cuenta con sitio web y
varios consultan erróneamente a este último organismo financiero internacional,
se ha revelado como la fuerza principal en varias de esas transferencias.
Cabe destacar que este banco iraní recibió su carta de aceptación por parte del
gobierno de Hugo Chávez tan sólo una semana después de haberse
presentado, algo que se considera inédito, y actualmente está muy activo en
prácticamente todas las regiones de América Latina.
Dichos fondos ilícitos están
fluyendo “en capas” desde Panamá, y por lo tanto se encuentran muy cerca
de los bancos de Costa Rica a través de las transferencias por cable. Y
precisamente desde este último país, fronterizo con Panamá, son transferidos
a las FARC y a la vez entregados a varios grupos de la izquierda
radicalizada y a otros nominados como organizaciones terroristas mundiales.
Manuel Marulanda y Jorge Briceño, alias “Mono Jojoy”
Sudor frío bolivariano
Algunas pruebas importantes
surgidas de las computadoras de “Raúl Reyes” ya fueron liberadas
progresivamente a los medios de comunicación, que las han difundido de
inmediato.
Pero los aún más explosivos
documentos de información táctica y financiera ya clasificados, a algunos de los
cuales hemos tenido acceso pero que por el momento están embargados respecto de
su difusión, y que incluyen mucha más información sobre las vías financieras de
las FARC —algunas de las cuales proceden directamente de Caracas—,
se encuentran bajo una intensa evaluación en estos momentos.
El sistema financiero
venezolano, en especial siete bancos locales, están profundamente
involucrados en el lavado de dinero de los beneficios, la banca y los
fondos de funcionarios venezolanos corruptos, pero además se encuentran bajo la
observación de la OFAC (siglas en inglés de la Oficina de Control de
Activos Extranjeros). Este organismo, además de comunicar a ciudadanos y
entidades de Estados Unidos que se abstengan de llevar a cabo transacciones con
los mismos, estaría a punto de acusar a sus directores y accionistas principales
de “prestar apoyo material al terrorismo”.
En estos últimos días, la
OFAC publicó la nómina de todos los bancos estatales y privados de Irán
sospechados de ese tipo de financiaciones. No faltaría mucho para que los bancos
venezolanos involucrados pasen a correr la misma suerte, y sus nombres adornen
la lista de entidades financieras que canalizan aportes a las FARC y a
otros exponentes del terrorismo internacional.
Por algo en estos días corre
un abundante sudor frío por los rostros taciturnos de Hugo Chávez y de no
pocos funcionarios de su gobierno, empresarios y otrora alegres boliburgueses
que integran la ahora zarandeada elite bolivariana.
Carlos Machado