La Matanza y Morón, 7 de abril de 1994
Sr. Ministro de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación
Dr. Domingo Felipe Cavallo
Presente
De nuestra mayor consideración: Con seguridad, 1989, quedará sin duda marcado en la historia de los argentinos, como el tiempo en que estallaron todas las variables económicas y la hiperinflación invadió la vida, la historia y las costumbres de los ciudadanos. La inmoralidad se puso el ropaje de la especulación y amenazaba con quedarse a vivir para siempre entre nosotros.
Los dirigentes de las villas y los asentamientos multiplicábamos nuestros esfuerzos hasta el infinito. Todavía podemos recordar vivamente las largas y difíciles charlas con los compañeros, tratábamos de disuadirlos de cometer actos irracionales que, como los saqueos de San Miguel y La Matanza, segaron la vida de algunos de ellos.
Las largas colas en las ollas populares para conseguir un plato de comida, las interminables gestiones para proveer mínimamente de alimentos a los que, en medio de la desesperación, eran colocados al límite mismo del abismo.
Esta situación la padeció toda la sociedad argentina, pero en particular nosotros, los más humildes, hemos quedado marcados en la memoria y en la piel por el recuerdo de aquello que no queremos vivir nunca más.
El catastrofismo de ciertos intelectuales generadores de opinión, los análisis políticos de “medio pelo” y los criterios de la pseudo-intelectualidad hipócrita, intentan instalar en los medios masivos de comunicación una serie de cuestionamientos a la política económica que ni de lejos se asoma a la percepción que de ella tiene nuestro Pueblo, en especial los más humildes.
La estabilidad económica, el acceso a determinado tipo de crédito, la movilización de la obra pública (en particular en los barrios marginales), el fenomenal ordenamiento de la economía son, a pesar del abismo que intenta asestar ésta nueva forma de intelectualidad anti-popular, una conquista irreductible que Pueblo y Gobierno, hemos alcanzado juntos, con la conducción política del Presidente Menem y con la invalorable pericia técnica de usted y su equipo de colaboradores.
La des-burocratización y la efectividad de la política social, el incremento de empleo y la calidad del mismo, juntamente con el sesgo exportador que nuestro país debe alcanzar, son metas pendientes que deberemos alcanzar juntos.
Tenemos motivos de sobra para tener Esperanzas, tenemos la certeza profunda de que estamos en el camino correcto, tenemos la decisión irreversible de acompañarlo en la construcción de un país donde una economía eficiente como la que Ud. conduce, pueda conjugarse con la Justicia Social, sin echar los esfuerzos del conjunto por la borda.
Queremos animarlo en la tarea emprendida, invitarlo a no dejarse desalentar por las voces del pasado y a seguir conduciendo la decisión que emana de sus convicciones más profundas, para seguir dando las batallas pendientes que sin duda harán de la Argentina uno de los grandes países de la tierra.
Es cierto que quizás algunos funcionarios tendrían que obrar más cristalinamente pero, no es menos cierto, que la corrupción es tema y puntual y que, en algún momento, habrá que prestarle la atención debida, pero que al lado de las enormes cuestiones que usted ha podido resolver y plasmar en la cotidianeidad de los ciudadanos pierde su relevancia y peso específico.
Sepa ya, que sus habituales críticos intelectuales no se atreven a criticar públicamente los beneficios de la estabilidad, lo que grafica de alguna manera la carencia de modelos alternativos, no sólo en la Argentina sino en la sociedad Universal contemporánea.
Sepa usted que puede contar con nosotros, que desde los humildes podremos hablar de sentir y de las necesidades de nuestro pueblo, para arrancarles las caretas a aquellos que con deshonestidad intelectual y desde las comodidades de la pequeña burguesía intentan hundirnos en la desesperanza y quebrar nuestro desarrollo como Nación.
Fraternalmente,
Luis Angel D’Elía (DNI 12.894.313) / Juan Carlos Alderete (DNI 10.539.167)