“Martes 1° de abril marchamos a
la Plaza de Mayo, esto no es un paro del campo, es una extorsión
oligárquica”,
manifestaba un panfleto que había quedado olvidado en la acera de la Avenida
Paseo Colón, casi esquina Venezuela, en la tarde del feriado del 2 de
abril. Lo firmaba la Agrupación Aukache, del Centro de Estudios
Nacionales Arturo Jauretche, supuestamente una entidad política
perteneciente al espectro denominado izquierda nacional. Veinticuatro
horas habían pasado de la más multitudinaria expresión del "travestismo" kirchnerista, en la cual se mostró a las claras la manifiesta debilidad de
Cristina Fernández de K embretada en su propio laberinto dialéctico. Quienes
cubrieron dicho acto, resaltaron que la mayoría de los concurrentes fueron
virtualmente arreados en micros y camiones, bajo amenazas para nada larvadas
de perder el plan o directamente el empleo.
Incluso algunos, que se caían de
aburrimiento, alegaron que sólo pretendían “cobrar e irse”, para así
prepararse para el citado día festivo. Mientras que otros, como este escriba
vislumbró en algunas oportunidades, apenas podían mantenerse en pie
atiborrados de vino barato más alguna otra sustancia más estimulante.
A pesar de eso, la corporación
mediática se cuidó bastante de no mostrar esto, limitándose a alabar hasta
el hartazgo lo “colmada” que estaba la Plaza de “manifestantes que
habían concurrido para apoyar al Gobierno de Cristina”. ¿Apoyarlo en una
mancomunada odisea contra el subdesarrollo y la pobreza? No, por favor.
Semejante parafernalia tenía un
solo objetivo manifiesto: la defensa de la Nación acosada, una vez más, por
los golpistas vendidos al capital extranjero, el sempiterno
enemigo oculto que nos quiere birlar nuestro destino manifiesto.
De grandeza, que según sus palabras, comenzará indefectiblemente y por
decreto, a rodar con toda pompa el próximo 25 de mayo. Desde el atril se ven
las cosas un poquito distorsionadas, pero desde el palco del día de ayer
parece que la visión es peor. Tratando de fagocitarse al espectro de Evita
(si viviera, ¿no se agarraría de los pelos al escucharla?), la emprendió
hasta con el artista uruguayo Hermenegildo Sábat, tildándolo de perpetrador
de un mensaje “cuasi mafioso”, al caricaturizarla con una venda en la
boca. Cabe recordar que, cómo bien ilustró el sitio Urgente 24, el
último que se molestó con él había sido nada menos que Leopoldo Fortunato
Galtieri en 1982. Es interesante constatar que ambos demuestran tener, en
ese aspecto, una carencia absoluta de autocrítica al rayarse ante una
caricatura bien lograda.
El GAN, otra vez
Frente al intento golpista
de los chacareros, azuzado por los generales mediáticos, la
presidente lanzó como garantía de cambio (sí, otra más) la convocatoria al
“gran acuerdo nacional” para el mencionado 25 de mayo, de cara al
bicentenario. Ciertamente, no se sabe qué estaría pasando por su cabeza
puesto que semejante término fue utilizado por Alejandro Lanusse antes de
mandarse el tremendo error de desafiar a Juan D. Perón a volver al país, si le
“daba el cuero”.
Pero antes de eso, otra vez el
látigo al calificar a los descontentos rurales como compañeros de ruta del
Proceso, utilizando el mismo y falso argumento de Raúl Alfonsín cuando inventó la
sedición de noviembre de 1985.
Se ve que esto es una constante
en la historia reciente argentina, pues cuando un mandatario se siente
débil, llama al pueblo a la Plaza a defenderlo contra los golpistas
que "siempre" están a la orden de quien les guste mandar. No importa que
semejante y burda apelación consista en un anacronismo histórico, pues es
bien sabido que ni existen las condiciones internacionales para una
intentona semejante como tampoco las FFAA tienen en mente algo así. Lo que
es cierto, es que esta tarde quien escribe estas líneas se enteró de que
elementos de Gendarmería habían sido movilizados hacia uno de los cortes,
con la evidente intención de disuadirlos por la fuerza. Otra muestra de menemismo explícito.
Y lo lamentable de todo esto, es
que Cristina realmente quiere hacer creer que efectivamente hay sectores que
quieren acabar con su gobierno, firmemente minoritarios, y no que casi el 70
% de la sociedad civil expresó muy claramente —y de manera ruidosa, por
cierto— que desaprueba su estilo autoritario de gestión. Eso es lo más
triste, y tremendamente peligroso. Si es realmente democrática, progresista,
y observante de los derechos humanos, debe aprender a aceptar que un amplio
sector de la gente le pide a gritos que cambie y que respete el disenso.
Breves minutos después de su
alocución, el cielo empezó a ponerse negro, como ilustra la foto, y un
tremendo "tormentón" se abatió sobre las cabezas de los circunstantes que
pugnaban por alejarse del histórico paseo porteño. Algunos amantes de los
signos y las profecías, creyeron advertir que eso era una señal evidente que
su gobierno no estaba tomando el curso correcto. Por el bien de todos, y del
suyo propio, es dable exigirle que lo rectifique.