Pregunta inicial: ¿Alguien puede creer que las manifestaciones “de jubilados” sean realmente de jubilados? ¡Por favor! ¿Me disculpan?: ¡Déjenme de joder!
Hay varias cuestiones para comentar aquí. En primer lugar, que los medios de comunicación, si bien hacen mención a los activistas de izquierda, siguen refiriéndose a la movilización como si fuera, en efecto, una concentración de “abuelos”.
No sé lo que se proponen algunos de esos medios con esa manera inexacta y sospechosa de referirse a estos eventos. De otros medios, que operan bajo el financiamiento de los fondos mal habidos del kirchnerismo, sí tenemos claro cuales son sus fines. Pero de los primeros, uno no sabe realmente qué pensar.
Eso nos lleva al terreno de las especulaciones. Una de ellas es que las formas del presidente generan tanto rechazo aun en los que tendrían en principio toda la voluntad de apoyarlo que, en cuanto pueden, le meten una estocada.
Otra es que fondos que operan a dos puntas estén poniendo algunas fichas en aquellos que apuestan a que fracase todo.
Una tercera se reserva al típico idiotismo de algunos medios y de algunos periodistas que -en lugar de hacer un análisis económico serio del tema jubilatorio (que explique por enésima vez la estafa demagógica que supuso, en primer lugar, el “ sistema de reparto” en sí mismo y [para completar el cartón del bingo] la incorporación populista de 3 millones de personas que pasaron a depender de los fondos de la Anses, generando una proporción de un trabajador y medio activo por cada jubilado [un esquema inviable en cualquier parte del mundo], y un análisis político responsable (que incorpore al debate la presencia del activismo kirchnerista y de izquierda en estas concentraciones truchas)- romantizan estos destellos “revolucionarios” como si una brigada de idealistas estuviera luchando contra un ejército de ocupación. Esta es una “tara” argentina con la que muchos ya estamos familiarizados.
El gobierno controla algunos resortes que pueden abortar los designios golpistas de una resistencia que no cesa en su intento destituyente.
En primer lugar, insistir las veces que sea necesario en la explicación aritmética de porqué no se puede mejorar el ingreso de los jubilados (si por “ingreso de los jubilados” entendemos un mayor flujo de billetes a sus bolsillos): la harto conocida evidencia de que un mayor flujo de billetes en los bolsillos de los jubilados que no responda a un respaldo monetario verdadero provocará que la ilusión del “mayor ingreso” sea evaporada rápidamente por la inflación generada por la fabricación ficticia de moneda.
La recomposición del ingreso solo llegará por etapas: primero se necesita que los billetes que ya tienen no pierdan su valor y recuperen capacidad de compra. Es decir, que con los mismos billetes puedan comprar más cosas. Eso se logra eliminando todo vestigio inflacionario.
Luego, que la productividad per cápita de la economía mejore para que no solo los billetes que ya tienen tengan más capacidad de compra sino que pasen a tener más billetes.
La segunda palanca que el gobierno controla es la identificación pública de los activistas: de modo sistemático y las veces que sea necesario el gobierno puede inundar los medios con información fidedigna acerca de la participación de facciones políticas anti democráticas en las manifestaciones que se venden como “de jubilados”. Para eso se precisa inteligencia policial, pericia profesional antifascista e intachabilidad de la información.
El tercer elemento que el gobierno controla son sus maneras. Si, pese a que lo asista la razón técnica y que los que lo critican sean una manga de burros que no distinguen un tornillo de una pipa, el presidente pudiera evitar el insulto y la crispación, habría menos medios dispuestos a desarrollar ese estado de “rabia por reacción” que parecen tener muchos que, secretamente admiten la razón empírica del gobierno, pero que, públicamente, lo atacan porque no se bancan sus modales.
Lo que el gobierno no controla, por supuesto, es la proclividad autodestructiva del argentino que, aunque parezca mentira, puede ser funcional, muchas veces, a los designios de quienes no quieren otra cosa más que encaramarse en el poder para robar y sojuzgar la libertad de todos.
Esta proclividad es muy evidente en ciertos sectores, digamos “pensantes” o “educados” de la sociedad, que parecerían vivir en un permanente estado de espanto por las modalidades excéntricas del presidente. Parecería que su acartonamiento alcanza tal profundidad que, consciente o inconscientemente, estarían dispuestos a hacer ciertas cosas cuyo resultado final sería el regreso del populismo al gobierno.
Cómo hay que hacer para explicarle a esa gente que Milei probablemente sea -con todas sus cuitas- la última oportunidad que el país tenga para desarmar el orden jurídico fascista que instaló el peronismo, la verdad que no lo sé.
Que el presidente tiene costados que debe mejorar, ninguna duda. Pero ¿no ha dado muestras de ser receptivo en toda la negociación de la Ley Bases? ¿No se ha mostrado dispuesto a rever la modificación al decreto reglamentario de la Ley de Información Pública, una vez que advirtió los reparos que había generado su iniciativa? ¿Qué pasaría si la Argentina estuviera gobernada por el kirchnerismo?
Es cierto que sectores enteros de la administración están infiltrados por topos dejados por Massa y por Cristina Fernández de Kirchner. Pero se sabía que LLA no tenia los cuadros suficientes para llenar todos los puestos. Esta es una cuarta palanca que el gobierno podría mejorar.
Pero sería interesante que parte de los medios (hay algunos que responden a intereses colectivistas que no tienen cura) y que parte de la población dejara de jugar con fuego. Un esmerilamiento romántico del presidente simplemente porque Milei tiene actitudes del pájaro loco, se puede pagar carísimo.
Subirse, por ejemplo, al carro demagógico de los jubilados sin atender a las razones aritméticas (más que “económicas”) que impiden actuar ya sobre sus ingresos, es sin dudas, una de las tantas maneras de jugar con fuego. Cumplir con una corrección política idiota -que jamas será ni reconocida ni mucho menos recompensada- es otra.
Milei puede ser un personaje que no les caiga simpatico a todos. Pero es el primero que, si no tiene la razón completa en temas económicos, le pega en el palo. Todo lo que contribuya a destruirlo es una manera indirecta de destruir a todos los que queremos dejar la mentalidad socialista atrás.
¿Qué pueden hacerse aportes desde la critica constructiva? Desde ya. Desde aquí hemos señalado varias veces cuestiones que, a nuestro criterio, se podrían hacer mejor. Pero la oposición idiota porque Milei les cae fatal, no hace otra cosa que pavimentar el regreso a los Kirchner.
Ya lo vivimos con Macri. Allí hubo decenas de periodistas y de argentinos “correctos” que limaron al presidente hasta que volvió Kirchner y su troupe, con los resultados por todos conocidos. Yo me pregunto ¿vamos a hacerlo de nuevo?