“El Gobierno se parece muchísimo a las
Rumania de hace dos décadas. Los Ceausescu terminaron aislados y peleándose con
su pueblo. Es un Gobierno esquizofrénico, que no escucha, que de la mano de
Néstor Kirchner humilla a distintos sectores. Y a la gente no le gusta que
la humillen”, reflexionó en voz alta Elisa Carrió en la noche del sábado 19.
Para muchos, semejante analogía habrá pasado inadvertida para muchos, pero para
otros, que tienen bien fresco en la memoria los sucesos dramáticos de diciembre
de 1989 en el referido país de Europa Oriental, por cierto el único latino de
esa región, es un tremendo gong destinado a despertar de la abulia al
gobierno nacional.
Y ciertamente, también para este humilde escriba, semejante
comparación no cayó en saco roto dado lo altamente peligrosa que se ha tornado
la situación nacional por más que la autodenominada "prensa seria" intente, ya
casi sin éxito, tirar la pelota afuera.
Haciendo un poquito de historia
“El régimen de Ceausescu colapsó tras ordenarles al Ejército
y a la Securitate disparar en contra de protestantes anticomunistas en Timişoara
el 17 de diciembre de 1989. La rebelión se amplió por el país, llegando a
Bucarest y el 22 de diciembre las Fuerzas Armadas fraternizaron con los
manifestantes. El mismo día Ceausescu y su esposa huyeron de la capital en un
helicóptero, mientras un ayudante apuntaba la cabeza del piloto con una pistola.
El piloto aterrizó tras simular una falla mecánica y Ceausescu fue capturado por
las Fuerzas Armadas en un bloqueo de carretera. El 25 de diciembre Ceausescu
y su mujer fueron condenados a muerte por una Corte marcial en un juicio
sumario bajo una serie de cargos, entre los que se incluyen el genocidio, siendo
ejecutados en Târgovişte. Algunas secuencias de estos sucesos fueron trasmitidas
por la televisión rumana. Rumania fue el único país de Europa Oriental que
derrocó violentamente a su régimen comunista. Después de la caída de Ceausescu,
Ion Iliescu ganó las elecciones presidenciales en 1990.”, según el relato de
Wikipedia. La siguiente foto muestra una instancia de su juicio, más bien
una parodia porque la autista pareja sabía que su suerte estaba echada de
antemano. Su fusilamiento fue, como se dice un punto más arriba, transmitido en
directo a todo el mundo a pesar de las súplicas por “clemencia” emitidas
por el entonces Papa Juan Pablo II.
Ceausescu, denominado “rey del comunismo”,
ocupó la jefatura máxima desde 1974 y anteriormente ostentaba el cargo de
presidente del Consejo del Estado. Sumamente cavernícola, rehusó cualquier
atisbo de reformas progresistas (en serio), adhiriéndose a un estalinismo de
línea dura en contramano con las tendencias emergentes en el resto de la región.
Pero en materia de relaciones exteriores se mostraba abiertamente opuesto a la
influencia soviética, demostrando una tendencia esquizofrénica que a la larga le
sería fatal.
Apoyándose solamente en el brazo de hierro de la citada
Securitate —la policía secreta—, se dio a sí mismo el título de Conductor,
llegando al paroxismo el culto a su personalidad mientras los rumanos sufrían
escasez de alimentos y de medicinas en forma alarmante. Esto se vio agravado
porque pagó con creces la enorme deuda externa contraída, ordenando para peor la
exportación de la mayor parte de la producción agrícola e industrial del país.
Además, cultivó un grosero nepotismo al hacer encumbrar a
familiares directos en altos cargos estatales, como su mujer Elena y su hijo, y
no puso al perro porque carecía de él.
Con la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, la
situación se tornó insostenible y al mes siguiente fue abucheado a granel
mientras presidía una manifestación para alabarse a sí mismo. Le salió
pésimo, y tuvo que huir antes de que en la calle la cosa se ponía muy fea.
Por todo esto, conviene tener muy en cuenta los dichos de
Elisa Carrió pues ilustra que la Historia, “madre y maestra”, no existe sólo en
las páginas ajadas y olvidadas de un libraco polvoriento. Porque, irguiéndose
por encima de la desidia oficial y la humareda de una quemazón engañosa, sigue
escribiendo una máxima de antología: “la Historia se repite cuando los
boludos no la leen”.
Fernando Paolella