Sería más que redundante
escribir algo acerca del conflicto que mantienen el gobierno con, prácticamente,
toda la ciudadanía argentina. Y digo "prácticamente toda" sin temor a
equivocarme ya que, salvo un minoritario sector político, como el Frente Para la
Victoria, y menos, mucho menos del 15% de la población, es la que cree que en
esta disputa el gobierno está en el camino correcto.
Sería redundante decir que
únicamente para los medios periodísticos estatales, como Canal 7, Radio Nacional
y Télam, más otros medios que subsisten gracias a la pauta oficial, como el
diario Página/12, y las revistas Veintitrés y 7 Días — según los
kirchneristas— los malos son los del campo y el resto del periodismo son conspiradores, golpistas y desestabilizadores.
Sería más que redundante
volver a decir que el haber subido el porcentaje de las retenciones fue sólo una
medida desesperada para recaudar más y tratar de cubrir el desfasaje económico
del desgobierno kirchnerista.
Sería asimismo redundante
escribir que ese no fue un error cometido por el ex ministro Martín Lousteau, ya que
si así hubiese sido —y ese hubiese sido el motivo real de su expulsión del
gobierno— no debería haber ningún inconveniente en volver con la medida atrás.
Sería también redundante
decir que fue el peor error cometido por un gobierno en décadas, que es “matar a
la gallina de los huevos de oro”.
Como también sería más que
redundante decir que jamás los Kirchner esperaron una reacción semejante por
parte de los productores agropecuarios y, mucho menos, de gran parte de la
población.
Por último, sería redundante decir que los Kirchner no quieren volver atrás con la medida para no
demostrar cierta debilidad.
Es evidente que el
gobierno, o mejor dicho, el "supuesto" gobierno de Cristina Fernández está
atravesando una especie de negación de la realidad, no sólo por el conflicto
puntual con los productores rurales, además existe una negación para con la realidad
jurídica, inflacionaria, sobre la inseguridad e incluso sobre la realidad
energética.
En este punto, resulta paradójico cómo, por un lado
piden que haya más trabajo, más inversiones, más producción, pero
lamentablemente, la realidad indica que no hay gas oil, ni gas ni electricidad.
¿Cómo se puede invertir, producir y crear fuentes de trabajo sin energía? Lo
peor del caso, es que después de cinco años exactos de gobierno, jamás hubo ni
hay un plan energético, y mucho menos una política de Estado acorde a las
circunstancias.
De hecho, la única política
que se le conoce a los Kirchner, es la política de “desgaste”, que a la larga,
lo único que está desgastando, cada vez más, es el poco prestigio e imagen
positiva que tenían.
La pregunta es sólo una:
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo piensan seguir
los K con estas ridículas medidas infantiles, desconociendo responsabilidad
alguna sobre los problemas actuales?
¿Hasta cuándo los K piensan
seguir invirtiendo la carga de la prueba, tratando de hacerse ver como víctimas,
cuando en realidad son ellos los victimarios?
¿Hasta cuándo los K piensan
seguir hablando de “justa distribución de la riqueza” y los que más se
enriquecieron en los últimos cinco años fueron ellos?
¿Hasta cuándo piensan estirar
el conflicto con el campo sin reconocer que los únicos responsables de generarlo
y, por supuesto solucionarlo son solo ellos?
¿Hasta cuándo piensan acusar de
golpistas y gorilas a todo aquel que no esté de acuerdo con su metodología
intolerante, descalificadora, autoritaria y demagógica?
¿Hasta cuándo debemos soportar
constantes actos propios de campañas electorales donde lo único que se escuchan
son frases retóricas que nunca se cumplieron ni se cumplirán?
¿Hasta cuándo debemos esperar
que pase algo?
Pablo Dócimo