Finalmente cedió levemente el gobierno, de la mano del ministro de Economía, Carlos Fernández y el jefe de Gabinete, Alberto ídem, en su pulseada con el campo. Fue una buena señal, aunque algunos representantes del campo aseguran que aún no es suficiente. ¿Qué se propuso?
Básicamente, se puso un tope a las retenciones móviles sobre las exportaciones de granos. Ahora los impuestos a las ventas de soja, girasol, trigo y maíz tendrán como tope una tasa del 52,7%, frente a una máxima del 78% prevista en el esquema decretado el 11 de marzo pasado. También se anunció que los monotributistas con producciones menores a $140 mil, quedan incluidos en el sistema de reintegros y "se autorizó a municipios y gobiernos provinciales a emitir permisos de exportación. Aprovechó el jefe de Gabinete para fustigar a los ruralistas al lamentar "la formidable incapacidad de dialogar que tuvo la dirigencia del campo" y los calificó de "altaneros". Además, apuntó al agro por su alto nivel de informalidad.
Más que un tope, los que conocen del tema hablan de un "achatamiento" a la curva de retenciones. De alguna manera, se mantiene el tope impuesto en marzo de 2008, ya que la retención principal queda por sobre el 40% para los productores.
El descontento pudo verse a través de los discursos de algunos líderes del campo. Por caso, el dirigente entrerriano Alfredo De Angeli rechazó las medidas del gobierno al señalar que "seguimos sin solución en el sector rural", al tiempo que siguen confundiendo al resto de la ciudadanía (...) Esto es un enchastre ni ellos mismos saben lo que quieren decir".
Aunque los anuncios no acerquen a la solución del problema, hay que valorar el intento del gobierno por arrimar posiciones.
Será cuestión ahora de pulir un poco más la propuesta oficial y consensuar con las entidades del campo adónde pueden estar los puntos coincidentes.
¿Será una utopía?
Carlos Forte