Perdida la iniciativa política ante el
conflicto con el campo, que ya se ha prolongado durante prácticamente la mitad
de su mandato, el Gobierno de Cristina Fernández ha dado el visto bueno para
que el sindicato peronista de camioneros bloquee en al menos 200 puntos las
carreteras argentinas con el propósito de que los productores agropecuarios se
vean obligados a levantar su huelga. Los rehenes de la jugada son los
habitantes de las ciudades que ayer volvieron a hacer acopio de alimentos ante
un desabastecimiento que se prevé inminente.
De nada han servido las diferentes estrategias ensayadas por
Fernández, desde la presidencia de la República, y su marido, Néstor Kirchner,
desde la presidencia del Partido Justicialista, para salir victoriosos de un
conflicto que el matrimonio ha encarado como un desafío a la autoridad
legítimamente elegida en las urnas el pasado octubre. A un mes de tirante
diálogo le siguió una ruptura de las conversaciones por parte del Ejecutivo y el
anuncio unilateral de una modificación en las elevadas retenciones a las
exportaciones de grano, detonante de la protesta.
Por su parte, sabedores de que las clases medias urbanas les
apoyan y de que el conflicto le está provocando una hemorragia de credibilidad a
la Administración Fernández, los productores no han dado marcha atrás. La
popularidad del Gobierno permanece siempre por debajo del 30% excepto en
encuestas sufragadas por el propio Ejecutivo, que obtienen escasa repercusión
debido a que un efecto colateral de la huelga ha sido un enconado enfrentamiento
con prácticamente toda la prensa. Fernández tiene demasiados frentes abiertos.
Así las cosas, Fernández se ha inclinado más por la
estrategia defendida por los halcones que lidera su marido: elevar la tensión
hasta que el contrario retroceda. Un movimiento que ha dado resultado en
repetidas ocasiones durante la presidencia de Kirchner (2003-2007). El sindicato
de camioneros ha bloqueado totalmente cientos de rutas, especialmente en las
zonas de producción agropecuaria. El sindicato está controlado por Hugo Moyano,
líder del poderoso sindicato peronista Confederación General de Trabajo (CGT),
miembro de la dirección del Partido Justicialista y hombre de total confianza
del matrimonio Kirchner.
El Gobierno ha acusado a los productores del campo de la
situación y de obligar a ir a la huelga a los camioneros. "Es absurdo que traten
de sacarse la responsabilidad de encima. Son ellos los que generaron esta
situación al impedir que circulen los camiones con cereales", subrayó el
ministro de Interior, Florencio Randazzo.
Jorge Marirrodriga
Diario El País