El kirchnerismo y la oposición sólo
persiguen la "gloria" sectorial y no tienen el mas mínimo interés en arribar a
un "consenso" en el conflicto con el campo, que se transmita a la sociedad.
Ni uno ni otro sector entienden que sólo un proyecto de
consenso respecto de las retenciones al agro, permitiría desandar el nivel de
confrontación. Y permitiría también que el país se normalice, ocupándose por fin
de problemas de fondo como inflación, inseguridad, pobreza y educación. Por
lejos, irresueltos.
Hasta ahora, el kirchnerismo en la Cámara Baja sólo se
preocupó por consensuar con los suyos. O alinearlos.
Los diputados de la oposición sólo se unieron para
consensuar entre ellos. Esto es, todos contra el gobierno nacional.
Sólo es cuestión de remitirse a los hechos para deducir
que la dirigencia no está a la altura de esta circunstancia, que dividió a la
Argentina, produjo desabastecimiento a raíz de los cortes pero también de los
especuladores de turno, dio muestras de confrontación violenta, disminuyó la
actividad productiva, generó inestabilidad emocional en millones de ciudadanos y
trajo el fantasma, salvando las distancias, de la crisis de 2001.
El bloque oficialista en Diputados tiene la orden del
matrimonio Kirchner de "no tocar" la alícuota de las retenciones móviles, esto
es, mantener más del 40 por ciento para la soja.
Las fuerzas de la oposición (UCR, PRO, Coalición Cívica
y Socialismo) acordaron, a duras penas, una proyecto que propone un
35 por ciento para la soja, salvo pequeños y medianos productores, a los que
—dice— se debería retener una 27,5 por ciento en caso de la soja. Menos, que
antes de la resolución 125.
La obstinación del oficialismo y de la oposición en ceñirse a
esos números, sin margen para negociar esa brecha, se traduce en una frase: "No
nos interesa el consenso".
Como si no bastara con ese estado de situación, el escenario
político es avivado por una suerte de crisis institucional, a partir de que la
presidenta Cristina Fernández y los miembros del gabinete nacional no hablan con
el vicepresidente, Julio Cobos.
Desde la Casa Rosada, los Kirchner, y por ende todos los
funcionarios cercanos, acusan a Cobos de un protagonismo repentino y de no
entender "la lógica" del gobierno. En privado, Cobos cree que muchos de los
ministros están de acuerdo con su posición, la de darle mas institucionalidad al
Poder Ejecutivo, pero no pueden hacerlo público.
Está claro que la propuesta para trasladar la discusión con
el campo al Congreso, la convocatoria a los gobernadores y la reunión con Jorge
Bergoglio, ubicaron a Cobos del lado de los "enemigos" de los Kirchner. El
mendocino deberá hacer muchos méritos para volver al redil K, o bien habrá que
acostumbrarse a un vicepresidente sin voz ni voto.
Por estas horas, llamó la atención la ausencia, al menos
mediática, del Jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Según trascendió desde el
oficialismo, los Kirchner bajaron la orden de ser ellos los protagonistas de la
ofensiva K.
Por eso, no es casual que por estas horas sea Néstor Kirchner
quien se presente casi como el vicepresidente de la Nación "virtual", mientras
que el "real", Cobos, es postergado. Desde ese lugar desmiente reuniones de la
presidenta con ministros de la Corte, exige el voto de los legisladores o
cuestiona al agro y a la prensa. Eso sí, recurre a la palabra "amor" en todos
los discursos, como una manera de compensar su diatriba.
Walter Schmidt
Agencia DyN