El rechazo legislativo a las retenciones
móviles y la virtual quiebra de Aerolíneas Argentinas ratifican el fin de
una era signada por el fracaso de los líderes mesiánicos y del Estado
asistencialista que deja al descubierto las prehistóricas debilidades fiscales.
Toda la polémica en torno de los derechos a las exportaciones
enmascaró un profundo bache fiscal admitido en los últimos días por el propio
Néstor Kirchner.
El faltante fiscal estuvo motorizado por el déficit
energético que obligó al Estado a importar gas licuado y gas-oil a precios
internacionales, muy por encima de los valores pagados a los productores locales.
Esta errónea política energética llevó a una caída sistemática de la producción
de hidrocarburos en beneficio de los proveedores internacionales.
Este esquema se estima que tiene un costo similar a lo que el
gobierno preveía recaudar por las retenciones móviles.
La endeble estructura fiscal del modelo asistencialista
estuvo reposando durante los últimos cinco años en los ingresos excepcionales
que arrimaban los derechos de exportación y el impuesto al cheque.
Pero desde hace cuatro meses, la actividad económica sufrió
un abrupto freno y los ingresos fiscales comenzaron a menguar en términos reales
mientras el Estado lograba acelerar las erogaciones a niveles superlativos, en
especial, las transferencias a los sectores privados y a las provincias. El
gasto público muestra una rigidez muy pronunciada por el perfil de las
erogaciones. Cualquier movimiento o intento por achicar el gasto provocaría
un efecto sobre el resto de la economía. Aquí algunos ejemplos. Si se
intentara bajar el gasto de subsidios a empresas, inmediatamente se provocaría
un efecto sobre las tarifas y sobre la inflación. Si se bajara las
transferencias al interior, las provincias entrarían en dificultades
financieras. Si se recortaran los planes sociales, las secuelas sobre
poblaciones vulnerables. Si se bajara los niveles de inversión en
infraestructura, se provocaría un efecto sobre las empresas proveedoras y sus
empleados. Si se congelaran salarios del sector público se dejarían indefensos
los bolsillos de los trabajadores frente a la inflación.
Este desbalance fiscal empezó a observarse desde el exterior
traduciéndose en una huída de los papeles de la deuda domésticia y en un aumento
del riesgo país vinculado a la capacidad de repago.
El mantenimiento de las retenciones móviles produjo una
pérdida para el país que algunos economistas privados, estiman en unos 5 puntos
del PBI, entre la retracción económica, la caída en las reservas y la fuga de
capitales. En valores nominales, la obstinación oficial le generó a la Argentina
una pérdida de unos 15.000 millones de dólares.
El desafío que hoy debe enfrentar el gobierno nacional pasa
por colocar al país sobre rieles productivos, resolver el retraso tarifario,
hacer creíble las estadísticas del INDEC, eliminar las restricciones a las
exportaciones y los nefastos controles de precios.
La virtual quiebra de Aerolíneas Argentinas es otro de
los logros de la administración Kirchner, máxime si se tiene en cuenta que la
empresa tuvo mayores momentos de conflictos que de normalidad durante los
últimos años.
La empresa se desagarró lentamente al ritmo de los
conflictos sindicales y a partir de la pérdida de competitividad frente a sus
competidores locales, regionales e internacionales.
La falta de inversión y de reposición de materiales, el
alza del precio de los combustibles y los elevados costos operativos en las
rutas menos rentables se convirtieron aceleradores de una crisis que ni los
subsidios pudieron parar.
La indefensión oficial frente a la catarata de huelgas obligó
a la compañía a tener que compensar los billetes vendidos y no volados, sumando
ello un pasivo multimillonaria. Aerolíneas Argentinas y Austral son dos de las
seis empresas de aeronavegación comercial que presentaron quebrantos durante la
gestión de Ricardo Jaime en la Secretaría de Transporte, un record difícil de
igualar.
Mientras el país ingresa en una impasse luego de la
crisis rural, el gobierno está en los umbrales de poder torcer la historia
repetida de fracasos. ¿El fin o el comienzo de una era?
Miguel Angel Rouco
DyN