El Gobierno y la Iglesia pueden tener un
nuevo motivo de tensión si se confirma que el matrimonio Kirchner ordenó
"desactivar" la capilla de la Casa Rosada, adonde desde 1978 acuden funcionarios
y empleados en busca de un momento de recogimiento espiritual.
La decisión presidencial se enmarca en el conflicto todavía
vigente por el obispado castrense, dado que ese templo está bajo la órbita de la
capellanía del Regimiento de Granaderos a Caballo.
El trascendido cayó como un mazazo en ambientes
eclesiásticos por, dijeron, "sus eventuales connotaciones políticas y la pérdida
del patrimonio histórico-religioso allí guardado", mientras que en despachos
gubernamentales no confirmaron ni desmintieron la versión.
"Es la primera noticia que tengo. Hasta lo que yo sé, la
sacaron de una zona restringida cerca del Despacho Presidencial y la colocaron
en la planta baja. Esto me sorprende, espero que no sea cierto", declaró a DyN
el presbítero Leonardo Braun, capellán castrense destinado en la Casa Rosada.
El sacerdote dijo tener "una buena relación" con los
residentes de Balcarce 50, aunque calificó de "llamativo" que la versión surja
justo en su ausencia (Se encuentra de licencia en Entre Ríos).
En tanto, fuentes gubernamentales explicaron a Agencia DyN
que el "traslado" de la capilla Cristo Rey forma parte de las obras de
"restauración" que se realizan en la Casa Rosada, pero sin certificar si será
emplazada en otro nuevo lugar. "En su momento se verá si se le dispone de un
espacio", puntualizaron. Lo cierto, pudo constatar esta agencia, que los
ornamentos litúrgicos del oratorio están bien guardados, maderas mediante, en un
rincón de la planta baja.
Esta no es la primera vez que el matrimonio presidencial, que
dice profesar la fe católica, tienen un encontronazo con el Episcopado por los
servicios religiosos en la Casa Rosada.
En mayo de 2004, Néstor Kirchner chocó con la cúpula
episcopal —entonces encabezada por monseñor Eduardo Mirás (Rosario)— por la
designación del capellán presidencial. Cargo que se encontraba vacante desde el
fallecimiento del presbítero Alfredo Estrabiz un año antes.
El santacruceño intentó imponer por aquellos días el nombre
del padre Juan Luis Moyano, un sacerdote jesuita de fuerte compromiso social y
emparentado con la causa del extinto cura Carlos Mugica.
Pero no tuvo éxito, porque la designación recayó en el actual
capellán, presbítero Leonardo Braun, al no conseguir la venia de monseñor
Antonio Baseotto. El mismo obispo castrense a quien Kirchner pidió en marzo de
2005 su remoción a la Santa Sede, por una alegoría bíblica —tirar al mar a
quienes corrompen a los menores de edad— que en el Gobierno se interpretó como
una apología de los "vuelos de la muerte" perpetrados durante el dictadura
militar.
Ahora el punto de tensión es eminentemente religioso, aunque
con evidentes aristas políticas e ideológicas. Las mismas que marcaron distancia
entre la pareja presidencial y los hombres de Iglesia desde el inicio de la
gestión.
Al punto que en la capilla se celebraban misas semanales,
pero desde hace un quinquenio la periodicidad quedó reducida a una por meses.
Ahora los funcionarios devotos ya ni cuentan con ese pequeño espacio para
encomendarse a Dios.
Pese al incierto destino o virtual desarticulación, la
capilla sigue apareciendo como uno de los "puntos de interés" a visitar en la
Casa Rosada.
La página oficial revela inclusive las cuestiones
patrimoniales que el templete tiene y de las cuales los obispos se quejan por su
eventual perdida: Una talla en madera representando a Cristo Rey, hecha por el
escultor argentino Vigil Mahlknecht; una imagen de la Virgen de Luján ubicada en
1984, una piedra traída desde las Malvinas durante el conflicto bélico, y un
solideo que dejó al pie del altar Juan Pablo II en 1982.
Guillermo Villarreal