El Gobierno argentino consiguió que el
Vaticano desestime el proyecto de crear la diócesis de Tierra de Fuego, que
excluía las Islas Malvinas de esa jurisdicción eclesiástica, después de
presentar una queja formal en la curia romana.
El cambio de posición demandó —según revelaron a DyN fuentes
oficiosas— una "silenciosa, pero efectiva" negociación de Hugo Gobbi, el
encargado de negocios temporalmente al frente de la embajada argentina ante la
Santa Sede.
Apenas conocida la iniciativa eclesiástica, la Casa Rosada
advirtió al Vaticano que pondría obstáculos al trámite para erigir la nueva
diócesis, por desprenderse del actual extenso territorio diocesano de Río
Gallegos.
Inclusive en despachos gubernamentales se consideró una "desprolijidad"
que se eligiera el nombre de la provincia y no —como es habitual— de la ciudad
cabecera, en este caso Ushuaia, que hubiera generado menos controversia. "Era
impropio sentar un mal procedente sobre el legítimo reclamo argentino de
soberanía sobre Malvinas", argumentó un diplomático consultado por esta agencia.
Ahora, la Santa Sede volvió sobre sus pasos y congeló esa
idea. Así se lo confirmó mediante un paper oficial al secretario de
Culto, Guillermo Oliveri. Los acontecimientos fueron también uno de los motivos
por el cual la Cancillería agasajó el martes pasado al "canciller" vaticano
Dominique Mamberti, de visita privada en el país.
El planteo gubernamental se suscitó porque el Vaticano dice
mantener una política de imparcialidad frente al diferendo entre la Argentina y
Gran Bretaña por el archipiélago austral. Al punto que Malvinas —según consta en
la Guía Eclesiástica Argentina— tiene desde 1952 un status especial de
"prefectura apostólica" y depende directamente de la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos, con sede en Roma. En esa publicación oficiosa de
la Iglesia se consigna además que las islas, con escasa población católica y
mayoría anglicana, "no forman parte ni de la organización eclesiástica
argentina, ni tampoco de la de Gran Bretaña".
Ese argumento vaticano generó malestar en el Gobierno, por
entender que no se aplicó el mismo criterio que en otros casos similares.
Las fuentes citan como ejemplo la situación de Taiwán o Hong
Kong, previo a su reunificación a China, en los que la Santa Sede recurrió al
concepto de "proximidad" para la atención pastoral de esas diócesis.
La decisión vaticana de archivar el proyecto de la nueva
diócesis se interpretó en medios diplomáticos como "un gesto" que puede
distender la relación bilateral.
La relación del Gobierno con la Santa Sede, de por sí difícil
desde 2005, puede incluso dar un vuelco —especulan en ambientes gubernamentales
y eclesiástico— a fin de poder destrabar otros conflictos aún pendientes.
Resta por resolverse la crisis generada por la negativa del
Gobierno a designar un nuevo embajador ante la Santa Sede, tras el tácito
rechazo del plácet de Alberto Iribarne por su condición de católico
divorciado en nueva unión.
Otro tema es la regularización del obispado castrense, que la
administración kirchnerista pretende disolver y permanece vacante desde la
renuncia de monseñor Antonio Baseotto. También se prevé poder avanzar en la
creación de la prelatura de Esquel, que se desprenderá de la diócesis de
Comodoro Rivadavia, cuyo trámite estaba "casi acordado" desde noviembre de 2007,
pero quedó cajoneado por el mismo episodio diplomático-jurisdiccional.
Guillermo Villarreal