Nuevamente hablaron los mercados. La
decisión argentina de pagarle al Club de París sin consenso de la otra parte
desató un clima de desconfianza en el mundo inversor aun cuando falta todavía
mucho para concretar la operación. Por ahora, es eso. Sólo un anuncio. Poco
oportuno, por cierto.
La decisión se tomó durante el último fin de semana cuando se
percibía que el clima en la City y en el exterior no era el mejor. Para algunos
se trató de un rápido movimiento para tratar de evitar lo que está ocurriendo
esta semana. "En realidad, lo único que lograron fue retardar la movida que el
mercado iba a llevar adelante esta semana, ante la falta de definiciones del
gobierno con respecto al tema de la inflación", contó un operador.
Sin embargo, cabría preguntarse, ¿sólo para demorar una
masiva liquidación de títulos, el gobierno liquida casi el 30 por ciento de las
reservas de libre disponibilidad? ¿Qué otro objetivo tiene la administración
Kirchner para proceder de la misma manera que lo hizo hace 30 meses cuando
canceló la deuda con el FMI? A primera vista, se quiso evitar entrar en una
negociación con el Club de París para evitar tener que caer en una auditoría del
FMI y al mismo tiempo dar una señal disuasiva al mercado y alejar el fantasma de
un posible default. Ni una cosa ni la otra, ya se verá.
Los temores del mercado pasan casi exclusivamente en lo
inmediato por la inflación, por el deterioro del tipo de cambio real, de manera
mediata y en definitiva por la vulnerabilidad. Más simple en la boca de un
operador: "Tocar las reservas, es tocar la caja y para los inversores si se toca
la caja hay menos respaldo. Por lo tanto, sube la probabilidad de que no se
pague la deuda". Clarito, ¿no? El fantasma de la deuda y la inflación no están
resueltos y peor aún se están agravando a paso redoblado. La inflación no
encuentra freno ni aún con la mentira estadística y mucho menos por la pérdida
del valor de la moneda.
El deterioro del tipo de cambio ya supera todo lo
previsible dado que hoy la economía se encuentra en un estado virtual de 1 a 1.
Ahora los que se quejan son los sectores más dinámicos de la
economía y aquellos que crecieron al amparo de este esquema económico:
automotores, bienes durables, agroalimentos, acero y aluminio, entre otros.
Es más para muchos sectores exportadores se está con costos
negativos, lo que revela que en algún momento irán a paralizarse. Lo mismo
ocurre con la producción interna donde el ajuste vía precios terminará por
conformar una parálisis casi total.
Las dudas de los inversores cruzan por este paralelo: con una
economía que va camino a detener su ritmo fuertemente —en términos más llanos,
una frenada brusca—, y el gobierno liquidando reservas para pagar una deuda que
era financiable, ¿con qué responderá la Argentina en el futuro al pago de los
vencimientos de la deuda, si su cuenta corriente se achica, la inflación crece
frenéticamente y el gasto pública se devora la máxima presión fiscal histórica?
La combinación de inflación con retraso en el tipo de cambio es explosiva.
La Argentina ya vivió este esquema y la salida fue en todos los casos
traumática. Mas aún con ajustes de tarifas pendientes.
Para corregir tamaña distorsión habrá que echar mano a la
tasa de interés si es que no se quiere convalidar una devaluación.
Pero una suba en la tasa de interés con este tipo de cambio,
no sólo paralizará aún más la economía sino que servirá aun más para alimentar
el apetito por la compra de divisas. En otros términos, la suba de la tasa que
sube el dólar, para subir otra vez la tasa que sube el dólar, que sube la
tasa... y ya se conoce el final.
Los mercados esperan respuestas del gobierno acorde a la
magnitud y a la complejidad de los problemas, para alejar los viejos fantasmas,
devaluación y default.
Miguel Angel Rouco