El INDEC aseguró que la pobreza cayó de
23,4 a 17,8 por ciento y la indigencia bajo de 5,9 a 5,1 por ciento en el primer
semestre del año, pero los hombres de Iglesia no creen en esos datos del
organismo oficial.
Las dudas estadísticas vuelven a surgir en medio de una
crisis financiera global, que sin embargo los obispos consultados por Agencia
DyN consideran puede ayudar a encauzar la economía interna, siempre y cuando
no se desaproveche la oportunidad coyuntural y se evite caer en una excesiva
confianza en el "proyecto nacional".
La Iglesia no es la única que desconfía de los números
oficiales, hay otros. El ciudadano común, se percibe en la calle, descree de
esas mediciones, sobre todo del índice de inflación, que presupone "manipulado".
A este descontento numérico de cabotaje también sumó su voz
hace una semana la vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox, quien advirtió
que "el INDEC es un problema" para el país y estimó necesario que el gobierno
"fortalezca esa institución".
Las definiciones de la funcionaria del organismo
internacional de crédito se conocieron en Nueva York, 24 horas después de que
Cristina Fernández desafió a los críticos a fundamentar sus objeciones a las
mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, que evaluó
"absolutamente confiables".
Los obispos consultados por DyN dijeron tener cómo cotejarlas
y aclararon que no se trata de una mera percepción, sino de "referencias
objetivas" que la Iglesia afirma conocer a través de un contacto directo por
sus capillas y Cáritas en todo el país.
El planteo, precisaron, tampoco intenta ser "clave de una
estrategia política u opositora", justo en momentos en que la relación
institucional Iglesia-Gobierno parece encaminarse tras años de tensión
permanente.
"Las últimas mediciones del Barómetro de la Deuda Social de
la Universidad Católica Argentina, que ofrece una gran seriedad
estadística, nos habla de que la curva descendente en que venía bajando la
pobreza e indigencia se revierte a partir del segundo semestre del 2006 y
comienza a subir, para llegar en el primer trimestre del 2008 a una pobreza del
29,4 por ciento y una indigencia del 11,9", comparó el arzobispo José María
Arancedo.
El prelado santafesino reconoció que "es duro leer estos
números, que se agravan cuando se habla de desigualdad" o cuando "vamos sin
darnos cuenta hacia una sociedad dual", por lo que sugirió "conocer estos datos
que nos permiten ver la realidad y tener referencias objetivas, para responder
al presente y proyectar al futuro. Sólo la verdad engendra confianza, abre al
diálogo y compromete", aseveró.
El obispo Pedro Olmedo Rivero (Humahuaca) trazó un
diagnóstico más lapidario, al sentenciar que "admítase o no, la inflación se ha
vuelto galopante, sin importar los datos teledirigidos del INDEC, y la pobreza
extrema sigue cobrándose víctimas".
En la Iglesia afirman que las dudas estadísticas surgieron
ahora porque simplemente fueron preguntados, aunque aclaran que no es la primera
vez que los obispos cuestionan los números oficiales.
El cardenal Bergoglio ya irritó al Gobierno K —cuyos sus
indicadores eran muchos más optimistas— en mayo de 2007, cuando frente a obispos
latinoamericanos reunidos en Aparecida, Brasil, denunció una "inequidad
escandalosa" en el país, y alertó que los excluidos argentinos no son
"explotados" sino "sobrantes".
Opinión que repitió hace una semana en el Colegio San
Cayetano, donde llamó esclavitud a la exclusión social, al hacerse eco de una
carta del ex presidente Raúl Alfonsín, en la que el referente radical alertaba
que "nuestro compromiso con la democracia no debe olvidar que millones de
argentinos viven sin trabajo y en la indigencia".
Guillermo Villarreal