Primero quisieron recaudar más aumentando
las retenciones a las exportaciones; como no pudieron, fueron por las AFJP y, si
no pueden, irán por las cajas de seguridad.
Comencemos por el principio.
A esta altura de las circunstancias, no es ningún secreto que
la cuesta abajo del gobierno del presidente de facto, Néstor Kirchner y de su
esposa, la supuesta abogada Cristina Fernández, comenzó con el desesperado
intento de subir las retenciones a las exportaciones, allá por marzo de este
año.
Tampoco es ningún secreto que el verdadero motivo era
meramente recaudatorio, y que todo ese discurso neo progresista de la
justa distribución y la defensa del pequeño y mediano productor es tan falso
como que Cristina es abogada y es la que realmente gobierna.
Ese, el peor error político de Kirchner —sin dudas de su
carrera, que le costara la caída más espectacular de imagen que podamos
recordar, de político alguno, comparada, tal vez, con la que sufrieran los
militares luego de la guerra de Malvinas— se cargó, además a varios ministros,
entre ellos a Alberto Fernández y Martín Lousteau, víctima del engaño, y lo
obligó a rearmar la tropa.
Lógicamente, mantener este “modelo” es costoso, y mucho.
La inmensa cantidad de subsidios, entre ellos, al transporte y la energía,
fundamentalmente, para evitar aumentar las tarifas, y seguir dibujando la
inflación requiere de una chequera (caja) muy importante, que durante años
anteriores se pudo alimentar gracias a las exportaciones y la favorable
situación internacional.
Hoy, el viento de cola cambió el rumbo y ya empezamos a
sentir las consecuencias.
Las tarifas aumentaron, también el combustible, y ni hablar
de la inflación. La desesperación es grande, tan grande que la situación llevó a
Néstor Kirchner a cometer el segundo peor error de su carrera, el “plan B”:
privatizar las AFJP.
Y parece que se repite la historia del conflicto con el
campo. El malestar de la población, en general, se nota en cada conversación de
café, en el taxi o en la cola del supermercado.
Pero claro, tal vez ellos no se enteren porque no hacen
ninguna de esas cosas, y como creen que los medios mienten, salen a ventilar más
o menos los mismos argumentos que durante el conflicto agropecuario. “Es para
prevenir”, “Es para distribuir mejor”, “Es para defender a la gente”, y la
reacción de la ciudadanía es la misma. Los que supuestamente son los defendidos
son los primeros en reaccionar.
¿Casualidad? No, de ninguna manera, es que el motivo es el
mismo, necesitan recaudar, es sólo eso.
Y al igual que con el conflicto anterior, este le va
costar varios funcionarios. El primero en renunciar fue Martín Redrado. Sí,
el Presidente del Banco Central, quien ya presentó su renuncia formal y
está esperando que se la acepten para darla a conocer en el momento más
oportuno.
Y esto recién comienza, ¿usted cree que privatizar las AFJP
es el límite de lo que puede hacer un gobierno autoritario, totalitarista y
cuasi dictatorial? No, hay más, está el “Plan C”.
Y nunca mejor puesta la C, porque se trata ni más ni menos
que de las cajas de seguridad.
Aunque parezca descabellado, es la realidad, y en caso de
que la estatización de las AFJP no sea sancionada por el Congreso, irán por las
cajas de seguridad privadas. Esto fue confirmado a Periódico Tribuna por
dos importantes fuentes de la jefatura de Gabinete de Ministros.
Se creará un registro donde todo aquel que posea una caja
de seguridad deberá declara lo que tiene en ella. Es así de simple.
Debido a esta medida, que por cierto causó gran malestar en
el seno el kirchnerismo, el Jefe de Gabinete, Sergio Massa dijo, textualmente:
“Si hacen eso, yo inmediatamente renuncio”.
Causa cierto desconcierto cuando escuchamos hablar a los
funcionarios K del “modelo”, porque en realidad todavía nadie pudo explicar a
ciencia cierta en qué se basa ese modelo, más allá de lo que todos sabemos que
es recaudar y distribuir a discreción. Todos lo saben, economistas, periodistas,
la oposición, excepto ellos. Es un modelo irreal.
Lo que sí es real, es que habiendo fallado el Plan A —sacarle
más al campo—, pusieron en marcha el Plan B —privatizar las AFJP—, y si falla,
no tengan dudas, irán por el Plan C.
Pablo Dócimo