¡Recién Publicado!
cerrar [X]

LOS FUNDAMENTOS DE MI ATEÍSMO

7
IMPERDIBLE PARTE II
IMPERDIBLE PARTE II

     A continuación, vamos a proseguir con este largo tema de la antimetafísica teológica ya tratada en un artículo anterior, para refutar las diversas pruebas que se podrían esgrimir con el fin de demostrar la existencia de un dios, como por ejemplo los argumentos ontológicos o “a priori”; de la experiencia religiosa; del “objeto de fe”; de “la confianza”; de “las cinco vías” del teólogo medieval Tomás de Aquino; de las verdades eternas; del deseo de beatitud, y el de la conciencia de la ley moral.
     Analicémoslos por partes.
      Por de pronto dejamos por sentado que Descartes, por ejemplo, no podía tener razón en su pretendida demostración de un dios a partir de las ideas de perfección. Si hallamos en nosotros la idea de un ser infinitamente perfecto, razonaba Descartes, tal idea no podía provenir de la nada ni de nosotros mismos porque somos seres imperfectos. Luego tenía que proceder del mismo ser infinito y perfecto, y por consiguiente así quedaba demostrada su existencia. Sin embargo, Descartes, en sus tiempos, no sabía nada de neuronas ni de genética, ni de evolución de la vida y el choque de la incipiente conciencia con el entorno enigmático y hostil.
     Por su parte, el otro sentido del argumento ontológico de la existencia de un dios carece igualmente de todo valor, ya que si por el solo hecho de poder concebir o intuir un ser, éste tiene que existir, también existirían indudablemente las Gorgonas, el Centauro, el Leviatán, todos los dioses del Olimpo, como asimismo lo espiritual en general que involucra lo sobrenatural y por ende los milagros, los poderes ocultos, la magia, la adivinación, etc., que ya sabemos, los hombres ilustrados, que no existen.
     La experiencia religiosa (otro argumento), como igualmente ya sabemos, tampoco añade absolutamente nada a favor de la teología, puesto que el mundo ha estado y aún se halla plagado de diversos dioses según las culturas; y que el dios único es puro objeto de fe tampoco sirve, ya que con este criterio se podría llegar a creer por artículo de fe en cualquier disparate, en las cosas más extravagantes.
     Tampoco puede ser, como lo pretende el teólogo Hans Küng, quien después de escribir una extensa obra que estoy releyendo cuyo título reza “¿Existe Dios?” (Madrid, ed. Cristiandad, 1979) concluye en un “sí a dios”, como una cuestión de confianza: “Dios es algo que sólo puede ser admitido mediante una confianza basada en la realidad misma.” (pág. 775 de la obra citada).
     Con este mismo criterio se puede creer en cualquier falsedad, tanto en el terreno dogmático como en el científico, y esta “certeza” no puede tener valor alguno precisamente frente a la realidad que antepone Küng.
     No por el hecho de que se crea que la realidad sea infundada sin un dios que la soporte se debe concluir en la necesidad de tal dios, porque según mi cosmología, esto que estamos viviendo es un instante efímero, una chispita en la sordera, ceguedad e inconsciencia de un Anticosmos infinitamente alejado de un aparente cosmos-orden.
     De modo que flaquea ante mi visión del mundo, aun lo que dice Küng en su libro (pág. 774) en estas palabras:

 

     También es posible el sí a Dios. El ateísmo no puede ser fundamentado racionalmente. ¡Es indemostrable!
     ¿Por qué? Porque es la realidad con toda su problemática la que ofrece motivo suficiente para arriesgar un sí confiado no sólo a esta realidad, a su identidad, sentido y valor, sino también a aquel sin el que esa misma realidad aparece, pese a su carácter fundante, en último término infundada, pese a su condición sustentante, en último término sin soporte, pese a su autoevolución, en último término sin meta; esto es un sí confiado al fundamento, soporte y meta últimos de la problemática realidad.
     En síntesis, no existe de hecho ninguna prueba concluyente de la necesidad del ateísmo. Tampoco se puede rebatir positivamente al que dice: ¡Hay un Dios! Semejante confianza, que la misma realidad invita a tener, no se ve conmovida por el ateísmo. También la afirmación de Dios descansa últimamente en una decisión que, lo mismo que la otra, depende de la opinión fundamental ante la realidad general. También ella es racionalmente irrefutable. 

     Concretamente, ¿por qué flaquea este aumento de Küng ante mi cosmología?
    Es de advertir que mi visión del mundo descrita en mis libros, es una auténtica antiteología y mis obras están trabadas en sus partes componentes, es decir que éstas están relacionadas entre sí, de modo que todo ya ha sido dicho, y para rebatir a Küng remito al lector, en especial a mi obra titulada: La esencia del universo, donde digo que todo es accidental, incluso los efímeros “resultados” como las conciencias humanas.
     También carecen de todo valor, las aristotélicas pruebas de “las cinco vías tomistas” o argumentos a posteriori, por ser totalmente anticuadas y mal fundadas, ya que a la luz de la astrofísica actual comprobamos que lejos de hacer falta un “primer motor” (dios), el mundo “se da cuerda a sí mismo” y puede prescindir perfectamente de todo dios creador, conservador, gobernador y providente como incluso lo corrobora Stephen Hawking en su Historia del tiempo, (Buenos Aires, Ed. Crítica, 1988, cap. 8), y que la finalidad de las cosas que se da por supuesta no existe. (Véase mi libro: Razonamientos ateos, Meditación, Buenos Aires, 1987, Libro II  4ª parte, cap. IV).
     También queda hoy fuera de lugar el remontarse hacia la infinita serie de causas y efectos para hallar finalmente la causa primera.
     En cuanto a las pruebas de “las verdades eternas” que Leibniz, por ejemplo, expresa así: “Las verdades necesarias, siendo anteriores a la existencia de los seres contingentes, deben estar fundadas en la existencia de una sustancia necesaria”, no tienen ya validez a esta altura de mi exposición, pues han sido refutadas con mi visión del universo como un eterno cataclismo en mi obra más arriba citada.
     Por su parte, el argumento teológico de la existencia de un dios, basado en el deseo de beatitud (o prueba eudemonológica), que en esencia se formula así: “Todo anhelo natural supone la existencia real de lo anhelado, entonces si el hombre anhela a un dios, éste debe existir”, queda igualmente invalidado por razones lógicas.
     Por último, el argumento de la moralidad cuyo mayor exponente en tal sentido ha sido Kant con su obra Crítica de la razón práctica según el cual la existencia de las reglas morales nos da cuenta de un ser supremo que las ha establecido, cae por su base ante la explicación biológica de la moral como factor de supervivencia.
     Aquí vemos a las claras que la idea de un dios es una construcción humana, una ilusión, y por eso debo felicitar al ex  teólogo Feuerbach, quien también así lo concibió y quien le hizo decir al teólogo Hans Küng cien años después con respecto a él: “Los teólogos parecen tener dificultades, casi miedo, para mirar de frente a un ateísmo tan descarnado y entrar en diálogo con él. Prefieren eludirlo, ignorarlo, escamotearlo dialécticamente”. (Véase: Hans Küng: ¿Existe Dios?, Madrid, Ed. Cristiandad, 1979, pág. 296).
     Hay que felicitar también en este caso a Sigmund Freud, que consideraba a la creencia en un dios como una ilusión infantil.
     Tampoco hay que descartar la actitud supersticiosa frente a la naturaleza universal que no se entiende, incluso por parte de grandes científicos como Newton, quien al no poder explicar el fenómeno de la gravedad universal, echó mano a la acción del “espíritu de dios” como causa verdadera y última de dicha fuerza.
     Ahora pasaremos  a otras confrontaciones que también llevan al absurdo.
     Empezaremos con la contradicción que encierra la aceptación de un dios inmutable ¡frente al acto de la creación!
     Lo inmutable es aquello que no experimenta cambio alguno, que no se altera. La teología nos dice que a su dios nada le afecta, pues todas las mutaciones se encuentran fuera de él.
     “Todas las mutaciones se halla de parte de las realizaciones extra divinas y en nada afectan a Dios, realidad siempre idéntica e inmutable.” (Según Ángel González Álvarez en su Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid, Gredos, 1968, pág. 389).
     Ahora bien, veamos a continuación el absurdo de esta posición teológica frente al aceptado “magno” acto de la creación del mundo.
     Demos rienda suelta a nuestra fantasía para imaginarnos –siguiéndole la corriente a la teología- a un ente inmutable y eterno, existiendo solo, único, desde siempre, enclavado en un presente eterno sin que nada, absolutamente nada  transcurra fuera de él y que nada, absolutamente ningún cambio le acaezca.
     ¿No se trataría de una especie de Brahma dormido, según la mitología hindú? ¿Un Brahma en estado de sueño  meciéndose sobre el Océano, que cíclicamente despierta para dar de sí el mundo?
     Ahora bien, ¿el estar dormido sin ensoñaciones no equivale a hallarse casi muerto?
     El dios de los teólogos no ha sido ideado por cierto como cíclicamente dormido igual que el dios de los hindúes, pero no obstante, en el afán de idearlo lo más perfecto posible, se le ha otorgado la inmutabilidad.
     “Puesto que Dios es simple, es inmutable... Nada puede violentar su naturaleza... se afirma que Dios se posee (a si mismo) perfectamente como en un instante único... La eternidad resulta de la inmutabilidad divina”. (Véase Michel Grison, Teología natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1968, págs. 164 y 173).
     Esta inmutabilidad en la eternidad pretérita, es decir anterior al acto de la creación del mundo, ¿no equivale igualmente a una muerte, o más bien a un no existir o más bien a una nada?
     No obstante imaginemos a este dios creador “occidental” existiendo en si mismo, “poseyéndose” a sí mismo como en un instante único, y siempre... desde siempre jamás, desde toda la eternidad pretérita... pero... de pronto ¡un suceso! Algo ocurre en el interior y fuera de este impasible ente (como si fuese un “cuerpo glorioso” incapaz de padecer según nos aleccionó el teólogo medieval  Tomás de Aquino en su Suma contra los gentiles, libro IV, cap. XVI), ¡decide crear algo que antes no existía: el mundo con sus criaturas que lo acompañan!
     Por más que los teólogos afirmen ingenuamente que este dios “jamás cambia sus decisiones”, son precisamente estas decisiones las que consisten en el cambio. Antes no le interesaba ser acompañado de un mundo aunque lo tuviera “en su mente” como proyecto desde siempre, o no quería crearlo por propia “decisión” o lo que fuere, pero luego... ese decidir, ese materializar la “idea eterna del mundo”, ¿no implica acaso un formidable cambio en su ser interior? Aunque ya conocía desde siempre, palmo a palmo toda la historia del mundo y de sus criaturas hasta el final de todo gracias a su “ciencia de visión del futuro”, ¿acaso el acto de la creación y luego la novedad de verse en el papel de conservador, gobernador, providente y asistente del mundo, no involucra  una mutación en este ente que antes no realizaba ninguna de estas cosas?
     ¿Y el juicio a las criaturas libres como los hombres, ya en el terreno de la teología dogmática? ¡Bueno! ¡Estas ya son palabras mayores en materia de contradicción!
     En efecto, ¿cómo podría este ente “juzgar” a sus criaturas según sus pensamientos y actos si desde siempre, desde toda la eternidad gracias a su ciencia de visión del futuro (según la teología) ya conocía perfectamente  bien quién se iba a portar mal y quién lo iba a hacer bien, quien por ende se iba a condenar y quién se iba a salvar?
     En cuanto a los que para arreglar las cosas nos dicen que la creación como causación del mundo es eterna (intemporal) como San Agustín: “... el mundo siempre fue porque siempre fue el que lo creara” (La ciudad de Dios, X, 31); y también Duns Escoto, Descartes y otros pensadores, todos ellos quedan sin argumentos frente a la visión astronómica de la actualidad que nos habla de un big bang, es decir, de un comienzo.
     Pasemos ahora a la aporía del conocimiento y el concurso divino frente a la libertad humana aceptada por los teólogos.
     Por supuesto que si para esta suerte de dios no hay misterios, si lo sabe todo, el pasado el presente y el futuro, aún lo que vendrá dentro de sextillones de sextillones de años y todo en el infinito, ¿qué sentido tiene entonces para este ente creador, el libre albedrío de la criatura humana, si ya la conoce desde siempre?
     Es que ni siquiera para este mismo dios puede tener sentido su propio libre albedrío y, sin embargo, la teología afirma que lo posee: “En Dios se da el libre albedrío”, dice Tomás de Aquino en su Suma contra los gentiles, Libro l, cap. LXXXVIII, puesto que si es inmutable, impasible, eterno y posee ciencia de visión (visión del futuro), resulta absurdo que pueda tomar alguna determinación desde cuando ya lo conoce todo desde siempre y paradójicamente incluso “sus propias determinaciones”, esto es si va a elegir blanco o negro ya lo sabe desde la eternidad pretérita.
     Un ser paralizado como lo pinta la teología, no puede tomar decisiones y sus criaturas ya decretadas desde siempre hasta el más ínfimo pensamiento y acto no pueden poseer libre albedrío, por hallarse ya salvadas o condenadas aún antes de nacer, desde toda la eternidad. Es como pretender que los personajes de una historieta posean “libre albedrío” ante su autor, o que los títeres o fantoches obren libremente ante el titiritero.
     “Todo cuanto existe, existe por Dios” (Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, Libro II, cap. XV)... nada puede existir sino dependiente de Dios” (Libro II, cap. XV). “Dios está en todas partes y en todas las cosas” (Libro III, cap. LXVIII.
     Y para terminar con el tema de la pretendida libertad absoluta humana, sólo resta decir que: el libre albedrío es en realidad un mito, lo mismo que el pretendido creador.

Ladislao Vadas

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Soy creyente. Creo que desde pequeño lo he sido, supongo que mis padres influyeron en creer en "Diosito". Alguien que estuvo siempre al alcance para pedir, clamar y esperar un pequeño milagro que me sacara de mis errores. Esta fe básica la experimentè muchos años hasta los diecinueve. Es ciertamente facil de afectar y si las personas ateas antes fueron asi de creyentes, supongo que explica muy bien la razòn por la que ahora son ateos. Sin embargo, lo que a mi me pasó superó la prueba de necesidad en los problemas. Ver gente que cambia es asombroso, sobre todo cuando tu los conoces de cerca. En mi caso mi padre y mi hermano mayor. Ver a un chico muy propenso a caer en la drogadicción hablarme de Dios como quien encontró la fuente de la juventud es sorprendente. La convicción de sus palabras fueron tan potentes que remecieron todo mi ser. Mi ignorante, indiferente, insensible al mensaje de Jesùs no fueron suficientes para apagar esa luz de esperanza que encendiò mi hermano en mi corazòn. De ahi para adelante, mis pecados se hicieron presentes y no podìa lidiar con ellos. El salvador podía por el acto del sacrificio en la cruz apagar todos esos miedos horribles, esa culpa que yo no sentìa hasta escuchar este mensaje. Algo dentro de mi me decia estás mal, estás en deuda. Mis pecados como fantasmas horribles se volvian tangibles y me alejaban de este Dios amoroso y clemente que me ofrecia salvaciòn. Mi hermano nunca supo lo que provocaron sus palabras. Me quise volver a Dios y dije Dios no puedo corregir lo que he hecho, no tampoco me siento capaz de pedir perdón, la verguenza me abruma. Pero recibime, ayudame guìame, quiero ser como tu quiero ser un buen hombre. No quiero tu juicio y desprecio sino tu amor. A partir de ese dìa me sentì otro, no te lo puedo explicar, no se que fue pero mi Dios estaba presente en cada momento y siempre cercano, de alguna forma ayudandome, guiandome para ser un mejor hombre. Ningùn ateismo del mundo puede hacer esto. Gracias

  2. Un saludo cordial, me considero un creyente con juicio ateo. Diran como es posible esta dualidad antagónica. Solo que llegue a creer tras haber dudado, tras haber pensado podra estar convencido de su fe. Al saber la realidad de este mundo resulta casi imposible creer en la existencia de un Dios amoroso y misericordioso, sino fuera por la fe que me mueve a encontrar la respuestas. Hasta este punto mi pensamiento ateo me haria entrar en conflicto, ya que la fe es violentamente desacreditada por el pensamiento ateo, y al contrario del que se pensaría, estoy totalmente de acuerdo. Pero nos sorprenderiamos aun más si consideráramos que aun el cientifico mas ateo en su propio juicio ha experimentado lo que es la fe en si. Resulta paradójico por el mismo hecho de que muchos cientifos desacreditan el valor de la fe, como mencione anteriormente. Muchos grandes revolucionitas en el conocimiento cientifico han llegado a descubrir o inventar cosas que jamas se pensaron posibles. Pero ante el misterio de que si algo era posible o no que fue lo que los motivo tanto. Algunos diran que varios avanzes cientificos se dieron por casualidad o producto de algun "accidente", como el descubrimiento de las microondas, asi como decir que un individuo pude llegar a conocer a Dios como resultado de un "accidente", pero en su mayor caso estos cientificos tenían que convencerse de lo que trataban de descubrir era posible, aun sin los fundamentos cientificos necesarios para saber si era posible, a tal grado que la fe en que lo que trataban de descubrir si existia y que solo requeria un enorme esfuerzo para entederlo los lleno de convicción para lograrlo. Como pensar actualemente si el viaje al futuro sera posible?, existen teorias pero no una respuesta certera, aun asi existe el deseo de encontrar la manera de hacerlo, y por ende teniendo la fe que es posible. Asi deberia ser la vida, creo profundamente en la existencia de Dios, el mundo me lo comprueba dia a dia, pero sigo esforzandome para responder tantas interrogantes, aun asi me motiva el hecho de que la fe es algo necesario universalmente si sos creyente o no. Gracias

  3. Es importante Miguel Rivera considerar que la fe no es meramente algo religioso como se considera el uso de la palabra fe no solo se refiere a conceptos reliogiosos o de esa indole, algo que llamó mi atencion en este documento es que las presentes en el no seon presentadas de una manera clara , tambien por ser este un articulo de opinion pierde objetividad de manera que los argumentos no son expresados como se deberia por ejemplo Por que se dice que , queda fuera de lugar remontarse a una primera causa si eso lo hacen los cientificos y religisos hoy en dia ? Esa es claramente un argumento pobre sin duda debido a que es una opinion que carece de razones.

  4. Tu dices que algunos argumentos no se pueden sostener según tu cosmología... ¿y por que se debe sostener tu cosmología? O, mejor, ¿que pruebas científicas aportas para demostrar tu cosmologia?

  5. La mayoría de tus refutaciones no son reales, ni se acercan a un refutacion cientifica. Ignoras la disciplina metafísica al utilizar la imaginación (que trata de lo sensible y por ende lo físico) para entenderla y refutarla. También ignoras por lo mismo la antropología humana. Te diría que tus argumentos son pobres, pero ni siquiera tienes argumentos.

Dejá tu comentario

El comentario no se pudo enviar:
Haga click aquí para intentar nuevamente
El comentario se ha enviado con éxito
Tu Comentario
(*) Nombre:

Seguinos también en

Facebook
Twitter
Youtube
Instagram
LinkedIn
Pinterest
Whatsapp
Telegram
Tik-Tok
Cómo funciona el servicio de RSS en Tribuna

Recibí diariamente un resumen de noticias en tu email. Lo más destacado de TDP, aquello que tenés que saber sí o sí

Suscribirme Desuscribirme

¿Valorás el periodismo independiente?
Municipio de Moron. Corazón del Oeste
Mokka Coffee Store
Cynthia Gentilezza. Analista en seguros