El jueves 9 de octubre de 2003, Jorge Lanata, en su programa Por qué, otorgó a los televidentes un claro ejemplo de la alianza del presidente Néstor Kirchner con los medios de comunicación.
La emisión se dedicó a las privatizaciones "de la segunda década infame" (los '90), y el periodista se trasladó con su handycam hasta Río Turbio, en Santa Cruz, para hablar de la privatización de YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales).
El programa ofreció un pantallazo, bien documentado, de las privatizaciones más emblemáticas y polémicas (casos Entel, Ferrocarriles, Aerolíneas, etc.).
Pero el caso específico sobre el abordaje de la privatización de YCF fue por demás llamativo: el informe se pasó en el primer bloque, y al finalizar éste una placa del gobierno de Santa Cruz hizo explícito el apoyo publicitario.
Además, se habían utilizado imágenes de archivo del ex gobernador de Santa Cruz, el actual Presidente, acercándose a la mina de carbón junto al ex dirigente del Frepaso Carlos "Chacho" Álvarez.
También se destacó en otro bloque que Kirchner se había pronunciado a favor de la privatización del petróleo, pero eso no es novedad: antes de asumir la presidencia fue con el único sector que se había reunido (hecho que transcurrió off the record para el periodismo en su momento).
Cuando fue el turno de Aerolíneas Argentinas se hizo más hincapié en las imágenes del periodista junto a los trabajadores de la empresa en julio de 2001 que en las dudas que genera la administración de la empresa por parte del grupo español AirComet.
No resulta ilógico que Jorge Lanata se acerque a la posición autoritaria que encabeza el Jefe de Estado, ya que la deuda que acumula al haber invertido en medios de comunicación provocó la declaración de su quiebra.
Por este mismo motivo, hasta Daniel Hadad ha trazado canales de diálogo con la Casa Rosada en busca de que alivien la deuda de Canal 9.
Es por tanta opinión codescendiente que el presidente Kirchner ordenó al ministro de Economía, Roberto Lavagna, que "no toque" los planes de competitividad (exenciones fiscales) que afectan a las empresas periodísticas.
Con la excusa de "proteger la libertad de prensa" (en realidad, se protege a la empresa), el Presidente le da continuidad a una medida adoptada por el ex ministro Domingo Cavallo, pope de la ola privatizadora de los 90, a la que Kirchner tanto critica.
El peligro de contar con una prensa unívoca, alejada de la crítica es lo que realmente pone en riesgo la libertad de prensa.
Kirchner aparece como una figura intocable, solapada como caprichoso o de carácter podrido, pero que arrastra lo peor de la "vieja política" y crea acciones de comunicación para obtener impacto en los distintos sectores sociales.
El juego de Néstor Kirchner está empezando a descubrirse, pero cuando el Presidente quiera que los medios jueguen su juego va a ser demasiado tarde para que éstos se den cuenta el monstruo que estuvieron gestando.