Se está debatiendo, en estos días en
absolutamente todos los medios periodísticos sobre si la sociedad argentina es
antisemita o no. Todo a raíz del “escrache” que sufrido por un importante
empresario argentino judío.
¿El motivo del escrache? Protestar contra el Estado de Israel.
Decir que en Argentina existe un brote de antisemitismo
partiendo de este hecho puntual y teniendo en cuenta quienes fueron los
“escrachadores” es, por lo menos, infantil.
Se trata de los mismos intolerantes de siempre, de los
mismos que buscan, como lo proponía Trotsky, el conflicto permanente, la
revolución constante.
Sin siempre los mismos, los que defienden a las FARC, a ETA,
al dictador Fidel Castro.
Son los mismos intolerantes que no respetan a nadie, pero
piden que se los respete. Los mismos que piden que el gobierno de los EEUU deje
en libertad a cinco espías terroristas cubanos, pero no dicen nada ni piden por
los cientos de presos políticos encarcelados en Cuba por el gravísimo hecho de
pensar distinto.
Son los que piden por los Derechos Humanos, pero no les
interesan los Derechos Humanos de todo un país, Cuba, donde ningún individuo
tiene la posibilidad ni si quiera de decir una palabra en contra de la dictadura
castrista.
Son siempre los mismos, son los que se pusieron contentos
el 11 de septiembre de 2001 cuando se producía el atentado a las torres gemelas.
Son los que reclaman por los treinta mil desparecidos durante
el proceso, pero justifican las miles de muertes de personas que no tenían nada
que ver con nada, y murieron víctimas de atentados terroristas, acto cobarde y
traicionero si los hay, de eso no hablan.
Son los que cuando protestan rompen todo lo que puedan,
incendian, y siempre encuentran un justificativo, y siempre son victimas de la
represión, cuando en realidad son ellos los primeros represores.
Son los mismos que siempre hablan y dicen ser víctimas de
la represión, pero agreden permanentemente a quienes no comparten sus “ideales”.
Son los que no pierden la oportunidad de hacer
manifestaciones, no importa el motivo, lo que realmente importa es estar en
contra.
Son los mismos que mataron a soldados en el regimiento de la
Tabalda, y después hacían huelga de hambre para que los dejen en libertad.
Son los que odian a la “puta oligarquía”, los intolerantes,
los que permanentemente descalifican, los autoritarios, los que no aceptan las
protestas y los reclamos de los otros, como ocurrió en la noche del cacerolazo
al gobierno K, y salieron a reprimir a quienes reclamaban.
Son los que dicen tener convicciones, pero que actúan por
conveniencia, son los que se llaman revolucionarios, pero son perfectos
conservadores, son los que se dicen idealistas, pero son perfectos
materialistas. Como ejemplo basta mirar al Sr. Luis D`elía
Son los que si tendrían la posibilidad de gobernar
encarcelarían a los opositores, cuando no los fusilarían, sin dudas.
Son los que odian al Imperio, pero reciben miles y miles de
dólares provenientes del gobierno venezolano, que no es más que el producto de
la venta de petróleo a los EEUU.
Son los que llaman “facho” a todo aquel que no comulgue con
sus ideas, pero no ven que en realidad son ellos los primeros fascistas, los
verdaderos fachos, los que no saben, o no quieren saber, que ser fascista
significa imponer por la fuerza sus ideas a los demás, y es, precisamente, lo
que hacen los personajes a los que ellos defienden y admiran, como Hugo Chávez.
No es cierto que sean antisemitas, son antidemocráticos,
dictadores, autoritarios, amantes del totalitarismo.
El conflicto de Medio Oriente es sólo un justificativo,
es casual, es temporario. Hoy es eso, y mañana será cualquier otra cosa.
Pablo Dócimo