La mentira tiene patas cortas y no hay
manera de escapar a esta verdad popular. Como anticipó hace poco Tribuna de
periodistas, la causa por supuesto hackeo a personalidades de la política y
el espectáculo va cayendo a pedazos. Hoy, por ejemplo, la Justicia dictó "falta
de mérito" a Pablo Carpintero, supuesto "hacker" y ex agente de seguridad
sospechado de haber espiado mails de políticos, periodistas y famosos, tras
lo cual recuperó su libertad.
Carpintero estaba preso desde hace diez días cuando volvió de
Uruguay, luego de permanecer en ese país durante más de ocho meses, sin atender
al pedido de captura de la justicia argentina.
Hoy, según indicaron a agencia DyN fuentes judiciales,
la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, entendió que no había
elementos para procesarlo por el delito de violación de secreto, que castiga con
penas de hasta seis años de cárcel a quien "revelare secretos políticos o
militares concernientes a la seguridad, a los medios de defensa o a las
relaciones exteriores de la Nación".
En el marco de un expediente plagado de irregularidades, la
Justicia asegura investigar a una red de supuestos "espías cibernéticos" que
durante más de un año y medio se "metieron" en computadoras y escuchas de
importantes personajes, para eventualmente traficar comercialmente la
información que obtenían y hacer operaciones políticas.
Iván Velázquez y Pablo Carpintero fueron señalados como la
mano operativa de esos supuestos "hackeos".
Este periódico reveló oportunamente que todo se trataba de
una persecución llevada adelante por una jueza que responde a la ex SIDE —Arroyo
Salgado— y con información proveniente de esa oscura usina de información.
La realidad es que, tanto Velázquez como Carpintero, sí
se metieron en cuentas de correo ajenas, pero lo hicieron a las ordenes del
kirchnerismo, de acuerdo a documentación analizada por este medio, en manos de
los acusados.
El futuro de este expediente es fácil de predecir, siempre y
cuando la Justicia actúe con independencia y a la altura de las circunstancias.
Los supuestos hackers terminarán libres, el oficialismo salpicado y la jueza
tendrá que dedicarse a vender panchos en plaza Constitución.
Carlos Forte
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