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UN MENSAJE DE DEFENSA DEL MODELO, CON CONTRADICCIONES Y OLVIDOS
UN MENSAJE DE DEFENSA DEL MODELO, CON CONTRADICCIONES Y OLVIDOS

UN MENSAJE DE DEFENSA DEL MODELO

    Pocos anuncios y sobre todo mucha entrelínea. Mensajes, mensajes y más mensajes, algunos propios de campaña electoral, balance de leyes, reivindicación del rol del "Parlamento", bajada de línea para los propios y críticas a los opositores y sobre todo al campo y a los que más tienen, una convocatoria para defender lo logrado, ninguna referencia de planes concretos destinados a construir hacia el futuro y un elocuente silencio sobre algunos flagelos que más le preocupan a la gente: el combate contra la inseguridad, la inflación y la pobreza.
    Así, transcurrió la hora y cuarto del discurso 2009 de Cristina Fernández de Kirchner ante la Asamblea Legislativa, reunida para recibir de la Presidenta el informe anual sobre el estado de la Argentina.
    El eje central de la disertación fue, sin dudas, la defensa a ultranza del modelo de acumulación que Fernández de Kirchner ponderó una vez más en el Congreso, ya que "este proyecto político ha tenido resultados concretos y merece algo de crédito", dijo. "Hemos podido hacer algo diferente con buenos resultados", añadió a la hora de hablar de un "pensamiento alternativo" que reemplace al sistema de ideas que entró en crisis.
    Según Cristina, como a Roma en la antigüedad, hoy "todos los caminos", es decir todas las medidas que se están tomando a nivel económico, conducen a mantener las bases del modelo, el nivel de actividad y el empleo y, en esa premisa, justificó la acción gubernamental de empujar el consumo y la obra pública y a partir de allí a tomar todas las "medidas proactivas" que se necesiten, inclusive con "instrumentos nuevos" destinados a "intervenir adecuadamente en la economía".
    Este fue, sin lugar a dudas, el eufemismo que utilizó la Presidenta para mantener la incógnita sobre el proyecto de recrear una suerte de nueva Junta Nacional de Granos, como ente interventor gubernamental para obligar al campo a comercializar la soja que tiene en los silos-bolsa, cuyos ingresos por retenciones necesita el Fisco como el agua. El trascendido amenaza con hacer naufragar la reunión que el martes tendrá el sector con el Gobierno y la Presidenta dejó abierta la puerta de la presión. A la disputa con el agro le entró por varios lados. "Les pedimos solidaridad a los que han tenido la inmensa suerte de tener rentabilidad", les dijo a quienes "han podido ganar tanto que se permiten no comercializar su producción". Y, además, aprovechó la situación para pegarle a los dirigentes de provincias que dicen que no pueden aumentarle a los docentes, por ejemplo, pero que consienten que los que tienen "mayor capacidad contributiva no paguen". De modo contrafáctico y a modo de venganza hacia el voto "no positivo", también la Presidenta recordó que si la Resolución 125 estuviera en vigencia, por la caída de los precios internacionales y la movilidad de las retenciones, hoy el campo pagaría menores retenciones y los pequeños productores se estarían beneficiando con compensaciones y subsidios. De la misma manera, y a la luz de los hechos, Cristina sostuvo que la fórmula de ajuste a los jubilados que proponía la oposición hubiese sido peor que la que defendió el oficialismo. "Hagan cuentas", chicaneó con el diario del lunes.
    En materia electoral, no ingenuamente, la Presidenta eligió a Catamarca y a Santa Fe para decir que nunca antes la Nación les había girado tantos fondos a las provincias como en 2008 y, en ambos casos, por encima de sus presupuestos. Aún sin considerar el efecto inflacionario, lo que bajaría en términos reales esos récords nominales, hay que consignar que el domingo próximo hay elecciones en Catamarca, donde su gobernador, ex radical K, se ha acercado al vicepresidente Julio Cobos. Y la mención a Santa Fe le sirvió a Cristina para nombrar a modo de aval a Agustín Rossi, quien está enfrentado con Carlos Reutemann, cuyo salto de cerco dolió mucho en el oficialismo.
    Por el lado de las contradicciones, hay que apuntar como la más notoria la defensa del blanqueo y los palos para quienes "fueron a denunciar a la Argentina ante el GAFI", en contraposición al pedido que se hará ante los países del G-20 de terminar con los paraísos fiscales. En cuanto a la crisis internacional, la Presidenta admitió que "impactará en todos los países" y pivoteó sobre las cosas que la Argentina va a proponer en el mismo foro de países, destinadas a impulsar la demanda global y a reformular los organismos internacionales como instrumentos de financiación "sin condicionalidades", circunstancia que, aunque sea una utopía, podría servir, al menos, para vender internamente que, como el FMI ha dejado de ser un cuco, bien valdría la pena darle otra oportunidad y volver a tomar sus otrora despreciados fondos.
    Por último, y es un clásico en el pensamiento presidencial, Cristina fustigó al mercado y defendió el derecho de los gobernantes de asignar recursos: "aquellos que defendían a los que nos criticaban ya no existen y a los que quedan nadie les cree", señaló. Pero si hay algo que caracteriza a los argentinos es su pasión por mirarse el ombligo. Por eso, seguramente la presidenta de la Nación redobló la apuesta y en medio del maremágnum que ha provocado la crisis internacional se atrevió a decir que "lo que se ha derrumbado es el mundo que sostenía que este modelo estaba equivocado". Como diría la misma Cristina, "too much (demasiado)".

 

Hugo Grimaldi

 

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