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HARTO DE LOS DELINCUENTES

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ELOCUENTE CATÁRSIS POR LA INSEGURIDAD
ELOCUENTE CATÁRSIS POR LA INSEGURIDAD

ESTOY HARTO DE LOS DLINDUENTES

    La principal preocupación de los argentinos, desde hace muchos años, no es la inflación, ni la recesión económica, ni tampoco la desocupación o la crisis mundial. Es, como todos sabemos, el alarmante índice de delincuencia que crece a pasos agigantados.
    Los dos lamentables hechos ocurridos con tan solo cuatro días de diferencia en Lomas del Mirador, hicieron que todos los medios enfoquen su atención en este barrio del conurbano bonaerense, pegado a la Capital Federal, entre las localidades de San Justo, Ramos Mejía y Ciudadela, o sea que no estamos hablando del Lejano Oeste.
    Cuando estaban comenzando a bajar los decibeles de las repercusiones por las declaraciones de Susana Giménez tras el asesinato de su asistente, otra muerte hizo que los medios se ocuparan de lo mismo.
    Entonces le volvieron a sacar el jugo a un tema que vende, la "pena de muerte". Absolutamente todos los canales de televisión, radios y diarios volvieron a hablar del tema.
    Claro, es algo que, como dijimos, vende.
    Y otra vez los periodistas y/o responsables de dar la cara, tienen que decir lo políticamente correcto: “Es una barbaridad, no se puede hablar de pena de muerte”, cuando seguramente, en su intimidad, deben pensar igual que el 85% de la población, quien mata debe morir, pero claro, no se animan a decirlo en público.
    Es realmente triste que a menos de diez días de que hayan muerto tres policías —en una sola semana— hoy ya nos hayamos olvidado de eso. ¡Tres policías muertos en una semana!
    En cualquier país normal, o si usted prefiere, “serio”, como pretenden hacernos creer que es la Argentina, hubiesen volado más de cuatro funcionarios. Aquí, no pasó absolutamente nada, cuando el primero que tendría que irse a su casa es Aníbal Fernández, Ministro de Justicia y Seguridad, ¿por qué? Le cuento.
    No sólo este inoperante funcionario no hace absolutamente nada, sino que además, de lo único que se preocupa es de instalar la despenalización de tenencias de droga, cuando todo el mundo sabe que la delincuencia y la droga van de la mano.
    ¿Acaso no sabe el Ministro que la inmensa mayoría de los delincuentes consume drogas? ¿acaso no sabe el Ministro que la inmensa mayoría de los delincuentes más jóvenes van a robar para comprar droga?
    Entonces, si no lo sabe, se tiene que dedicar a otra cosa, y si lo sabe e insiste con el tema, habría que llevarlo a juicio político, eso es lo que correspondería en “un país serio”.
    Luego, quienes en público hablan de derechos humanos, parecen no tener idea qué son ni para qué sirven.
    Los DDHH son para que un chico que vende o pide en la calle no tenga que hacer eso y pueda ir a la escuela, recibir una educación digna, poder alimentarse como corresponde y que su familia viva en una casa normal. Para eso son los derechos humanos, no para darle la libertad a un delincuente o que cuando está en la cárcel tenga TV por cable o un celular, no confundamos las cosas. Pero como decía mi abuela, la culpa no es del chancho, es del que le da de comer... y hablando del que le da de comer al chancho, ¿cuántas veces escuchó usted hablar al Presidente de facto, Néstor Kirchner o a su esposa, la supuesta abogada Cristina Fernández sobre la delincuencia? Peor aún, ¿cuántas veces escuchó usted hablar al matrimonio presidencial sobre los verdaderos derechos humanos y no sobre los supuestos derechos humanos?
    Volviendo al tema puntual sobre la pena de muerte, la discusión es simple.
    Todo delincuente que empuña un arma y sale a robar amenazando a su víctima, está dispuesto a matar, ergo, si está dispuesto a matar, también está, o debería estar, dispuesto a morir, por lo tanto, si ese delincuente tiene las pelotas suficientes para empuñar un arma, apretar el gatillo y terminar con la vida de alguien, arruinando, además, la de sus familiares, tiene que tener las pelotas suficientes para hacerse responsable de lo que hace, tiene que saber que si está dispuesto a matar o morir a él también le puede tocar morir, las reglas tienen que ser parejas, y hoy no lo son.
    El delincuente sí aplica la pena de muerte, pero a él no se la puede aplicar, ¿por qué? ¿por qué un delincuente puede matar a cualquier ciudadano honesto y después pide un juicio o una condena justa? ¿Qué es una condena justa, darle quince años de prisión y que cuando salga mate a más personas?
    Repito y subrayo, esto es fácil, si alguien está dispuesto a matar, también tiene que estar dispuesto a morir, pero después viene la otra discusión, y escuchamos decir: “con la pena de muerte no se soluciona el problema de la delincuencia” claro que no, idiotas, la delincuencia no se solucione de esa manera, el problema de la delincuencia se soluciona, precisamente, aplicando los derechos humanos, o sea, darle al ciudadano lo que necesita, derecho al estudio, a la salud, a una vivienda digna y a un trabajo bien remunerado, pero fundamentalmente, derecho a la justicia, que no es, precisamente, lo que ocurre hoy en nuestro país.

 

Pablo Dócimo

 

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