Hace muchísimos años, desde la creación de
Torneos y Competencias y Fútbol de Primera, precisamente, se
vienen escuchando las frases tales como “el fútbol y la televisión son un
negocio” o “la televisión maneja el fútbol” o “los clubes dependen de la
televisión”.
Por supuesto que estas y otras afirmaciones más o menos
parecidas —filosófica o ideológicamente— son ciertas, pero lo curioso, es que
absolutamente todos los que las proclaman, lo dicen como si estos fuesen males
apocalípticos, y que la actual situación del fútbol argentino en general, y de
los clubes en particular, fuera pura y exclusiva responsabilidad de la
televisión, o más específicamente de Torneos y Competencias. Pero...
¿cuánto hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Es realmente así?
En primer lugar, debemos reconocer que indudablemente
estamos hablando de un negocio, de eso se trata, ¿o acaso los futbolistas no
juegan al fútbol por negocio?
También es negocio el de las transmisiones radiales, ¿o
Competencia, La oral deportiva y otras tantas empresas transmiten
los partidos gratis?
Lógicamente, debemos destacar las numerosas transmisiones
partidarias que salen al aire por radios zonales o barriales, que llevan
adelante un trabajo formidable y en la inmensa mayoría de los casos apenas
salvan los gastos, cuando no ponen plata de sus bolsillos. Estos, por lo
general, lo hacen “por la camiseta” y su pasión por el club.
Pero volviendo al fútbol grande, ¿en qué se perjudica el
hincha y/o los clubes con las transmisiones televisivas? Absolutamente en nada,
sino todo lo contrario.
Gracias a la televisación de casi todos los partidos, el
simpatizante de los cuadros chicos, en especial, tiene la posibilidad de ver a
su equipo jugando de local o visitante, cuando antes, lo podía hacer cuando le
tocaba jugar con alguno de los grandes. Incluso puede seguir a su club cuando
viaja al interior.
Ya que estamos en el interior, ¿cuándo podían los habitantes
de pequeñas ciudades ver a cualquier equipo? Pero en realidad el hincha de
fútbol en general se vio beneficiado, ya que puede disfrutar de casi todos los
partidos que se disputan.
Incluso los hinchas de cuadros grandes pueden seguir a sus
equipos cuando viajan a Rosario, Córdoba, Salta, Mendoza, etc.
Todo esto es gracias a la televisión, pero también los
clubes se benefician, ya que gracias a las transmisiones televisadas, cobran un
jugoso canon, que dicho sea de paso, muchas instituciones, en más de una
oportunidad lo recibieron por adelantado para poder solucionar sus desastres
administrativos.
Sería bueno que estos detractores de la televisión, busquen a
los verdaderos responsables de las penurias que pasan los clubes, que son, ni
más ni menos, los dirigentes.
Pero no sólo en cantidad ganó el televidente, también en
calidad. Es innegable que las transmisiones de nuestro país están en primer
lugar a nivel mundial, superándose y actualizándose permanentemente, con equipos
y tecnología de última generación, trayendo a nuestro país desarrollo y
generando transmisiones de máxima calidad.
Tampoco podemos dejar de reconocer las inversiones que se
hacen en este sentido y los puestos de trabajo que se generan, cuando en
realidad, TyC, no tendría ninguna obligación de poner 7 u 8 cámaras por
partido. ¿Alguien se preguntó alguna vez cuántas personas trabajan detrás de una
transmisión de fútbol?
Incluso, si hilamos más fino, los mismos detractores, los
dueños de las transmisiones radiales, se benefician, ya que gracias a que la
fecha se desdobla, tienen la posibilidad de transmitir partidos por radio
viernes, sábados y domingos.
La incoherencia es muy grande, y lo demostraremos con el
siguiente ejemplo: No es ninguna novedad que en la Argentina la informalidad
está a la orden del día, y es muy raro que cualquier evento comience a horario,
especialmente un partido de fútbol.
Los que seguimos las transmisiones radiales, seguramente
hemos escuchado a muchísimos relatores decir, quejándose: “el árbitro está
recibiendo la orden de la televisión para que empiece el partido”. ¿Hay algo más
contradictorio que esta situación? Tendría que ser exactamente al revés, los
organizadores tendrían que exigirle a la televisión que a la hora determinada
esté todo listo para la televisación.
Pero los dueños de las transmisiones radiales, a la hora de
pegarle a TyC, no reparan en gastos.
El señor Carlos Ávila, no es ninguna Carmelita Descalza, es
un empresario, y como empresario genera negocios y todo lo que ello acarrea.
Por consiguiente, tiene detractores, los que le achacan
“negocios turbios”; si los tiene, y sus detractores se supone que los conocen,
deberían ir a la Justicia y hacer la denuncia correspondiente, de esa manera, de
ser ciertas las acusaciones, se anularía el contrato con la AFA y ellos podrían
presentar su propio proyecto para transmitir los partidos de fútbol, y demostrar
como se hace para realizar semejante producción sin dinero de por medio.
Gracias a los dineros de la televisión, muchos clubes pueden
seguir en pie, y gracias a esos clubes hay partidos de fútbol, los que se pueden
transmitir por radio, por esas mismas radios que cuestionan a esos mismos que en
cierta manera les dan la posibilidad, indirectamente, de que puedan crecer en su
propio negocio, cosa que es totalmente lícita, lo que no está bien, es que se
mezclen los celos y las envidias, y encima, se divulguen a través de un
micrófono.
Pablo Dócimo