El ministro de Educación, Daniel Filmus, desde que asumió prometió un cambio importante en la educación argentina. El funcionario, que conoce el sistema, sabe que algo está fallando, sabe que algo en la educación sistemática no funciona bien y que los resultados son día a día más desalentadores.
Cada año, cuando se conocen los resultados de los exámenes de ingreso a las universidades, todos se desgarran las vestiduras y comienzan a buscar culpables: la universidad señala a la escuela media, la escuela media al nivel primario, el nivel primario a los padres, los padres a los docentes, los docentes a los alumnos y los alumnos... miran la luna hasta que dan mal un examen de ingreso o fracasan en su primera materia en la universidad o en un nivel terciario. Entonces, comienza el círculo nuevamente.
El ministro Daniel Filmus no es un improvisado, estuvo inserto en el sistema educativo y conoce las falencias del mismo. Desde su asunción se lo escucha decir que hay terminar con el facilismo, que se debe leer más y que los chicos no pueden terminar la escuela sin saber los contenidos básicos. Él mismo en su estudio “Globalización, empleo y escuela media en América latina y la Argentina de fin de siglo”, premiado por la Academia Nacional de Educación, sostiene y da cuenta de la devaluación que sufrió el título secundario como ingreso al mundo labora, ya que tenerlo no garantiza conocimientos.
Por eso el ministro tomó el toro por las astas y repartió libros en las canchas, en las estaciones de ómnibus y en la playa. Dicho sea de paso, sería interesante saber cuánto le salió cada uno de esos libritos al Estado.
Pero en cuestión de lecturas tiene claro el panorama: recomendaría Harry Potter. ¿El motivo? Por primera vez vio a su hija leer entusiasmada un libro. Evidentemente las estadísticas valen. El ministro se guía por datos objetivos y no por experiencias personales. Claro, habría que preguntarle a un alumno de las escuelas del conurbano si cuenta con 50 pesos para comprarse el libro. Detalles.
En todos sus discursos, entrevistas y reportajes, el ministro dice lo que hay que cambiar y todos coincidimos: la deserción, la baja exigencia, los mensajes contradictorios hacia el alumno por parte de padres y docentes, la articulación entre niveles, y el tema salarial (tema que no toca si no se lo preguntan puntualmente). El punto es que dicho así todas son abstracciones, las preguntas son: ¿cómo va a ser el cambio?, ¿desde dónde se empieza?, ¿cuáles son las medidas micro para llegar a las macro?, ¿por qué no nos lo hace saber?, ¿tendrá un plan?
Los medios de comunicación más importantes no indagan sobre el tema y él no habla con los docentes. ¡¡No!!! me equivoqué, hace poco se reunió con cuatro para disertar. Representativo lo suyo.
El diario La Nación sacó, el día 4 de abril de 2004, una entrevista al ministro que titula “Nunca se hizo tanto en tan poco tiempo”. Pero no coincidimos, Gianetassio hizo mucho, mucho y en muy poco tiempo. Así fue como implementó la Nueva Ley Federal de Educación. Por eso, estimado Filmus, hacer no quiere decir hacer bien. No nos engañe con sus palabras. Dicho sea de paso la entrevista que consta de 23 preguntas tiene sólo 13 referentes al tema educativo y entre esas trece se encuentra la que dice ¿Usted tiene hijos?
Hacer cambios en la educación sistemática no es tarea sencilla. Cualquiera sabe que para obtener algún resultado hay que esperar mucho tiempo y tener paciencia. Por eso nos contentamos con que veamos un cambio en los grados inferiores. No se puede hoy decirle a un alumno de 2º o 3º polimodal que las reglas acaban de cambiar y que ahora se acabó lo que se daba. Las cosas deben hacerse paulatinamente.
Tampoco podemos hablar de cambios en forma general, cada provincia tiene diferentes aspectos que modificar y, dentro de la provincia de Buenos Aires, sabemos también que Capital Federal es un mundo diferente al resto de la provincia.
Sr. ministro de Educación: no le pedimos grandes transformaciones a corto plazo, pero sea claro y diga qué es lo que está haciendo concretamente.