¡Recién Publicado!
cerrar [X]

SANTA DISCUSIÓN

0
¿ES LA TEOLOGÍA UNA CIENCIA O UNA PSEUDOCIENCIA?
¿ES LA TEOLOGÍA UNA CIENCIA O UNA PSEUDOCIENCIA?

    El diccionario enciclopédico reza así: Teología: Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones.
     Si incursionamos en la ciencia antropológica, aquella de los investigadores pioneros que recorrieron el mundo primitivo (India, China, África negra y Egipto, América, Oceanía, etc.) hallando el animismo aún “en su propia salsa”, todavía virgen, vamos a encontrar en sus relatos, todo un mundo plagado de supersticiones, dioses y diosas de todas las especies; entes tanto benignos como malévolos. Los primeros para explicar el bien, los segundos para dar cuenta del mal en el mundo.
     El erróneamente denominado “Nuevo Mundo” como un europeísmo despreciativo hacia los amerindios y oceánicos, estaba plagado de dioses y diosas de todas las especies habidas y por haber.
     Para ofrecer una idea acerca de la creatividad de la mente humana, podemos pasar una breve lista de los dioses aztecas, a saber: Huitzilopochtli (casi un destrabalenguas) dios de la guerra y del sol; Quetzalcoatl, de la sabiduría; y otros seres divinos como creadores: los de la Tierra, de la Lluvia, del Fuego; Planetarios y Estelares y, finalmente, de la Muerte, etc.
     Los Mayas e Incaicos no le han ido en zaga. Entre los Mayas hallamos a Itzmaná, dios benévolo invocado para evitar las calamidades públicas; a Chaac, dios de la lluvia y de la fertilidad y muchos otros.
     Entre los preincaicos, estaba el dios Viracocha creador de los cielos, la Tierra y del Sol, los demás astros, y de los hombres; también la Pachamama (Madre Tierra), entre otros pueblos andinos.
     Pasando al “Viejo Mundo”, entre los persas, por ejemplo, estaba Ormuz, el dios del bien, frente a Ahrimán, autor de todo mal.
     Entre los grandes dioses euroasiáticos hallamos a un Yahvé (alias Jehová) de los hebreos y a Zeus de los griegos. También a Marduk, una deidad babilónica creadora del hombre y su amo. (Véase del autor de esta nota: El origen de las creencias, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1994, páginas 90 y 91).
     El Antiguo Egipto no se hallaba menos plagado de dioses que el resto del mundo. Allí existían Ra (el dios Sol); Osiris, Horus, Ptah, Amón, Seth. Entre los filisteos: Dagón; Baal de Babilonia. En Grecia Atenea... por sólo nombrar una deidad, entre “miríadas” ya archiconocidas que imaginó el pueblo heleno.
     Los árabes tampoco se quedaron cortos en inventar seres espirituales, pues poblaron el aire de djins, espíritus que amenazaban el reposo de los hombres... y si continuamos mencionando divinidades, llenaríamos un grueso y aburrido volumen describiendo seres espirituales imaginados por todos los pueblos del orbe.
     La mente, siempre ha trabajado en la creación de seres incorpóreos. Este recurso (si es que podemos denominarlo así) ciertamente ¡salvó provisoriamente al género humano de su extinción por suicidio! Gracias a su ilusión de sentirse protegidos por poderes superiores.
     Por de pronto, vemos que la mente humana, ante el enigmático y amenazante mundo, echó mano de una explicación fantasiosa de los males que atormentan al hombre, e inventó el modo de evitarlos, aunque sólo fuera ilusoriamente.
     La capacidad mental de fantasear, realmente salvó al género humano de una extinción segura, víctima de un entorno hostil que a cada paso amenazaba con la muerte. El suicidio colectivo de los primeros homínidos hubiese sido inevitable de no haber aparecido, por mera casualidad, la facultad de poder evadirse de la cruel realidad, mediante la fantasía. Quizás miles de millones de planetas con esbozos de vida consciente habrán sido y son mudos testigos de la extinción de seres conscientes que, ante los embates de un ambiente hostil, no “supieron” elaborar la fantasía de los entes protectores (dioses), que “los querían bien”. (Esta es una mera suposición, ya que, en realidad no creo que la vida sea un fenómeno común en el universo, y menos los seres conscientes).
     El mundo de los espíritus, creado por la rica fantasía humana, otorgaba seguridad en dos direcciones: una en el sentido de hallar una explicación de los males de este “maldito” mundo para muchos, apelando a la creación mental de seres espirituales malignos que acechaban constantemente al hombre, y otra, como contrapartida, confiando en otros seres espirituales, esta vez benignos, también inventados por la fantasía, que podían contrarrestar el mal o, mediante rituales aplacar las iras de los malignos. Rituales a veces sangrientos como los que practicaban, por ejemplo, los aztecas inmolando víctimas humanas a sus dioses; costumbre extendida a muchos pueblos antiguos de las diversas religiones del planeta.
     Según mis estudios del pasado, se ha hablado también de niños sacrificados en “honor de los dioses” entre los antiguos pueblos de oriente. ¡Horror para nosotros los hombres sanos y éticos del planeta, conscientes del desatino humano prendido de las fatuas religiones del mundo!
     En resumen, podemos decir que las religiones y la creencia en los espíritus, nacieron con el primitivo homínido, quien ante los embates de un entorno hostil, surtido de la facultad de fantasear, inventó lo sobrenatural que le sirvió de salvavidas ante un medio peligroso, incomprensible, y a veces indomable. Pura ilusión, sin duda, pero evento casual y eficaz al fin, para alejar toda idea de suicidio ante una tenebrosa realidad amenazante.
     Esta, y no otra, es la explicación de la existencia de las múltiples religiones del mundo; primitivas y... las de la actualidad en el orbe; un “invento” eficaz (se dice) como paliativo ante las amenazas y angustias de la existencia.
     Ahora bien, ¿podemos asumir que las religiones del mundo son todas inofensivas y ayudan a vivir a todo poblador de este, muchas veces nefasto planeta? En parte sí, ¡en parte no!, cuando muestran su faceta tenebrosa de fanatismo cruel. ¡Cuantas guerras de religiones hubo en nuestro globo terráqueo por no ponerse de acuerdo sus devotos sostenedores! ¡Cuántas escisiones sectarias que regaron con sangre el suelo de muchos países por una bobada religiosa! Basta con leer una completa e imparcial historia de las religiones, para no caber en sí del asombro. ¡Cuántas víctimas inocentes fueron sacrificadas en honor a la nada (léase dioses inexistentes)! Sin ir más lejos en la Europa antigua, católicos y protestantes luchaban unos contra los otros como perros y gatos. ¡Cuidado! ¡Estos desatinos pueden volver en cualquier momento, en cualquier país! ¿Consejo? ¡Seamos racionalistas!

 

Ladislao Vadas

 

0 comentarios Dejá tu comentario

Dejá tu comentario

El comentario no se pudo enviar:
Haga click aquí para intentar nuevamente
El comentario se ha enviado con éxito
Tu Comentario
(*) Nombre:

Seguinos también en

Facebook
Twitter
Youtube
Instagram
LinkedIn
Pinterest
Whatsapp
Telegram
Tik-Tok
Cómo funciona el servicio de RSS en Tribuna

Recibí diariamente un resumen de noticias en tu email. Lo más destacado de TDP, aquello que tenés que saber sí o sí

Suscribirme Desuscribirme

¿Valorás el periodismo independiente?
Municipio de Moron. Corazón del Oeste
Mokka Coffee Store
Cynthia Gentilezza. Analista en seguros