El Dr.K está en cama, viendo todo por TV y moviendo con fruicción los hilos del poder desde Río Gallegos. Antes de eso, tuvo oportunidad de conceder una interesante entrevista a Eduardo van der Kooy, de Clarín, cuya lectura no deja de ser imprescindible.
Aquejado en esa oportunidad por un doloroso tratamiento de conducto, que luego derivó en una internación hospitalaria por un coctel de úlceras y stress, se permitió reflexionar sobre el cambio de humor de la opinión pública que ya no lo veía como Super K: "Mi supuesta luna de miel con la sociedad existió los primeros tres o cuatro meses. Pero pasó. Ahora debo rendir examen cada día". Sin embargo, no todos coinciden con esta apreciación de la realidad. Según la edición de Noticias del 3 de abril pasado, "trescientos días, eso es lo que duró el romance enceguecido entre extensos sectores sociales y un presidente al que no habían votad, pero por el cual se dejaron seducir desde el 25 de mayo en que asumió. Aunque el dato no lo registran aún las encuestadoras, en las próximas semanas comenzarán a aparecer leves descensos en imagen positiva presidencial y, todavía más, cuando se analice gestión misma. Pese a que muchas de las consultoras encargadas de realizar esos sondeos trabajan para el Gobierno, no podrán disimular lo que ya se palpa en las calles y en algunos diarios. Por primera vez desde que Kirchner llegó a la presidencia, los grandes diarios nacionales comenzaron a criticarlo, algo que no había ocurrido jamás. Al igual que la pareja recién llegada de un viaje de bodas choca con la realidad, buena parte de los argentinos comienza a darse cuenta de que Néstor Kichner es, -¿cómo podía ser de otra manera?- un hombre con defectos. Su falta de plan a mediano y largo plazo, ya no puede ser ocultado bajo una retórica sensiblera, la altanería de la primera dama y los ingeniosos graffitis de mingitorio que suele proferir su ministro del Interior. La crisis energética, los aumentos en distintos rubros, la inseguridad creciente, por citar algunos rubros, terminó con la magia inicial. Es hora de gobernar", puntualiza con firmeza Darío Gallo.
Pero, esa visión es absolutamente discrepada por K en el reportaje concedido al nombrado van der Kooy: "Es difícil gobernar y tomar decisiones todo el tiempo con la complacencia absoluta de la gente. Estoy seguro de que todos me acompañan en el proceso de recuperación de la economía. Y que la mayoría respalda también la negociación externa". Luego del marchazo del jueves 8, aunadas por el creciente descontento que manifiesta el análisis anterior, estas palabras parecen atiborradas de un excesivo optimismo.
En análisis anteriores, se manifestó acertadamente como pronto harían agua las tácticas distractivas y el pinguino, a los ojos de muchos, aparecería con plumaje de tero. La citada marcha multitudinaria lo puso contra la pared, a tal punto que fracasó al intentar minimizarla a pesar de las bravatas de los chupamedias de turno. Esto no pasó desapercibido ni para van der Kooy, quien acertadamente aclara dice que "el Gobierno se vio primero sorprendido por la dimensión que aquella marcha. Luego se sumió en un silencio que pudo ser interpretado como señal de perplejidad o de impotencia".
"Se podrían hacer diferentes lecturas, reflexiona el Dr.K, pero no es lo que corresponde en esta hora. Hay una demanda legítima y un padre al que le acaban de matar al hijo".
Mirando desde el tobogán
Pero no puede esconder la realidad contundente de 200 mil personas puteando y gritando "que se vayan todos". "Pese a que ha habido esfuerzos para demostrarle en las calles la adhesión a Kirchner -la convocatoria a apoyarlo en la apertura de las sesiones del Congreso el 1° de marzo fue un módico fracaso- las concentraciones pro oficiales nunca fueron más allá de los militantes rentados del PJ bonaerense. Ahora, enfrentado con su propio partido por los últimos desplantes, el Presidente contempla azorado que el malestar social -en principio, por la inseguridad- moviliza mucho más que el "80% de imagen positiva" que aún le mienten las encuestas por encargo. ¿Qué pasará si los cortes de energía se hiciesen indispensanbles o si se tuviera que racionar el gas?", se pregunta Darío Gallo. Ocurrirá lo que se viene advirtiendo desde hace varios meses en este sitio, el malhumor de los otrora enamorados de su gestión se trocará en oposición y el oficialismo deberá ponerse en cintura si pretende llegar felizmente al término de su gestión. Para ello, deberá hacer algunos deberes indispensables. "Aunque su gestión como gobernador de Santa Cruz tiene puntos oscuros y emparentados con las prácticas menemistas que ahora dice condenar, su experiencia ejecutiva lo aleja a años luz del insulso radical (De la Rúa). ¿Por qué, entonces, se recostó sobre los alcahuetes y motorizó una vergonzosa prensa oficialista para edificar su imagen? ¿Por qué recurrió a los golpes de efectos en vez de aprovechar los meses de lunas de miel para tomar las medidas necesarias para revertir la crisis argentina?", finaliza el citado colega. Si realmente desea recuperar ese tiempo perdido, el DrK deberá dar un golpe de timón de 180°, echar a los lameculos de turno y dejar de lado la política terística y ser un poco más pingüino.
Es muy probable que este breve interregno en cama, haya podido reflexionar sobre estas cuestiones, y nos encontremos con un Dr.K un poco distinto del habitual. Quizá sea lo mejor.
Fernando Paolella