"Hay que combatir el tráfico y no a los consumidores". El juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, evidentemente tiene una visión del problema del narcotráfico bastante limitada por más que durante muchos años haya tenido contacto directo con situaciones propias del consumo y comercialización de drogas peligrosas.
Por las dudas, los que pensamos distinto a Ud., no nos manda ninguna embajada, como les dijo a los jóvenes que lo increparon en su alocución en la Conferencia Latinoamericana de Políticas de Drogas, organizada en el Congreso de la Nación, que compartió el micrófono con el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, quien ratificó la posición argentina a favor de despenalizar el consumo de drogas. Que en el último de los casos será la posición de él y del gobierno, pero no de todo el pueblo argentino.
Yo respeto su capacidad y su postura ante el problema, pero no es más que el pensamiento de alguien que desde su cómodo despacho, un excelentísimo sueldo y sin otros problemas que no sean del análisis y evaluación de situaciones propias de una Suprema Corte de la Nación, que no deben ser menores pero que a la larga los aísla de tal manera que se pierde el sentido de la realidad cotidiana.
Veremos, si Ud. no ha perdido la capacidad de utilizar la lógica de los planteos que aparecen encadenados como es el narcotráfico:
1. ¿Por qué alguien puede consumir la droga que sea? Porque hay quienes venden.
2. ¿Por qué hay gente que vende? Porque los proveen los traficantes.
3. ¿Por qué hay gente que trafica? Porque las organizaciones productoras necesitan distribuir la mercancía
4. ¿Por qué hay gente que la produce? Porque es un negocio de muchos cientos de miles de millones de u$s
Esta cadena es harto conocida por todos los gobiernos, FFSS y agencias especializadas en el combate al narcotráfico y en todos los cursos lo primero que se enseña es “…si se corta la cadena, desaparece el problema…” , pero nunca dicen que algo tan simple no puede llevarse a cabo por culpa de aquellos que deben decidir hacerlo.
La cadena Wal Mart hasta la fecha no ha colocado una de sus sucursales en el medio del desierto de Atacama y no porque no tenga recursos para instalarla, no lo ha hecho porque no hay allí a quién venderle nada. Es el principio básico del comercio, si no hay compradores no hay ventas y si no hay ventas no hay negocio posible.
Como la droga no cae del cielo, excepto cuando alguna avioneta está en apuros, el consumidor la obtiene de su vendedor y en cantidad suficiente para consumir sin sobresaltos, pero no gran cantidad por temor a ser detenido y juzgado, ahora si se despenaliza su tenencia para consumo personal ya no va a tener problemas y hasta puede salir llevando varios gramos de cocaína sin temor alguno.
Es la mejor forma de darle seguridad de que puede consumir sin problemas, en otras palabras se le está garantizando al vendedor de que seguirá teniendo clientes para su negocio. Se refuerza el eslabón de la cadena.
Los vendedores tienen sus artimañas y también sus protectores, ya sea por parte de policías corruptos como de políticos y jueces corruptos, lo que no hace fácil su eliminación. El error está en considerarlos como si fueran simples marginados que en su desesperación recurren a la venta de drogas, si bien hay muchos de estos, es erróneo no penalizarlos con todo rigor. La salida más humana sería que después de un tiempo en la cárcel, conseguirles un trabajo digno que evite su reincidencia, que por supuesto el estado nunca ha hecho. Este eslabón sin la mano de obra desesperada se torna débil y es más fácil de destruir, pero si sus clientes están seguros y protegidos por el mismo estado, no van temer ni a tener problemas. Otro eslabón que se refuerza.
Eugenio Zaffaroni, volvió a defender su postura sobre descriminalizar la tenencia de drogas para consumo personal. "Se hace imprescindible volver a esa jurisprudencia, doctrina que rigió entre 1984 y 1990 en el país y no hubo ningún festival del tóxico”, dijo el magistrado. Pero se olvidó de un pequeño detalle, los jefes de las bandas terroristas de Montoneros y ERP tenían algunas toneladas de droga que estaban comercializando para solventar los gastos, armas, explosivos, propiedades y futuros emprendimientos empresariales. Hicieron lo imposible para evitar cualquier escándalo dentro de una ciudadanía no contaminada. Hoy eso no les preocupa.
Sr. Juez, recurrir y dar como ejemplo el “Paco” es aceptar que las “cocinas” de cocaína se encuentran instaladas y protegidas en nuestro territorio, lo que le faltó decir es que quienes lo consumen son los que no tienen los 30 ó 40 u$s para comprar un gramos de cocaína sin cortar, simple deducción lógica, como lo es con respecto a las “cocinas”, las que necesitan de determinados compuestos químicos y que por rara casualidad sus controles no son muy efectivo o no le dan la importancia del caso si es que esos investigadores quieren mantener el empleo y a salvo la familia. Es el país del revés, el que investiga es el que tiene miedo de la pena de muerte y no los que la producen. No podemos decir que los traficantes tengan las manos manchadas de sangre, pero si podemos decir que la tienen sucias de tierra, de la tierra de las tumbas.
Consumo personal, algo que tiene una serie de implicancias más que interesantes: ¿sólo o con otras personas?, no es lo mismo, las alucinaciones combinadas son peligrosas, hay más de un caso de asesinatos rituales en estas condiciones.
¿Cuánto o qué cantidad se inyecta, aspira o fuma?, es importante ya que es la diferencia entre sentirse simplemente eufórico o completamente alucinado.
¿Su comportamiento bajo el efecto del narcótico es tranquilo o violento?, nadie puede dar garantías del comportamiento, bien puede quedarse tirado en una cama extasiado viendo volar ballenas y calamares, como salir en su automóvil a cazar peatones por diversión.
Sólo en la Argentina hay más de una veintena de casos registrados de asesinatos por arrollamiento premeditado e injustificado de personas, sin mencionar los heridos y muertos en peleas absurdas, las violaciones y las mutilaciones.
El drogadicto es totalmente impredecible y en consecuencia representa un peligro potencial para la sociedad, por cuanto la destrucción neuronal es irreversible, terminando por afectar el buen juicio del individuo y se transforma en un peligro social.
Me puede decir que es una cuestión de derechos humanos del consumidor y yo puedo recordarle que los afectados y sus familiares también tienen derechos humanos.
Me puede decir que hay países que aplican la despenalización y yo puedo contarle que hay otros países en los que el sólo hecho de consumir o traficar tiene pena de muerte. ¡Son unos incivilizados! , puede ser, pero viven tranquilos sin caer en el más miserable estado humano.
¿Qué garantías puede darme Sr. Juez que ese del consumo personal no hará ningún desastre? ninguna garantía, ¿entonces cuál es la justificación? Nadie hace nada sin sentido, alguna finalidad hay.
Ya que el consumo y la comercialización no se eliminan, al contrario, se fortalecen, ¿cuál es el objetivo que se persigue?
Por favor, ¿me puede explicar que no entiendo?
Juan José Luis Gil