Todos conocemos la popular frase “pan y
circo”; pues bien, de eso se trata, simplemente de eso.
Luego de más de más de 25 años de democracia, donde pasaron
poco más de seis de gobierno kirchnerista, finalmente se debatirá en el Congreso
de la Nación una nueva ley de radiodifusión.
Es muy llamativo que recién ahora, luego de que la batalla
entre Néstor Kirchner y el Grupo Clarín llega a su momento más álgido, se
presente este proyecto de ley; pero no es lo único llamativo. También lo es el
pomposo acto que se realizó, con la presencia de, casualmente, obsecuentes y
personalidades que trabajan, salvo alguna rara excepción —como Alejandro Dolina—
en medios estatales o gracias a la pauta oficial.
También es muy sugestivo cómo Cristina, al igual que Néstor,
sigue invirtiendo la carga de la prueba, y vocifera frases como: “existieron
presiones para que algo tan simple no sucediera durante democracia”. Entonces,
habría que preguntarse algunas cosas, como por ejemplo, por qué se toma esta
decisión recién ahora, o por qué se permitió, cuando Clarín no era opositor, las
renovaciones de las licencias de televisión o la fusión de Multicanal y
Cablevisión, o simplemente, que diga cuáles fueron esas presiones.
Pero ya es muy común escuchar a Cristina hablar y hablar sin
decir nada o, como dijimos, invertir la carga de la prueba, entonces lanzó:
“Esta ley es de todos los que queremos vivir en una Argentina más democrática.
No es de este gobierno, ni de un partido, es en nombre de los periodistas
detenidos desaparecidos durante la dictadura.”
Es evidente que miente, tan evidente como que todos sabemos
que este nuevo proyecto es la continuación del ataque a Clarín luego de quitarle la televisación del fútbol; y siguió: “Ningún poder Ejecutivo envió
este proyecto de ley al Congreso. Curioso, en los últimos tiempos, partir de
2003, hubo gobiernos con superpoderes, lo mismo que en los '90. Pasa que esas
facultades se ejercían no a favor sociedad, sino para privatizar”, En este
punto, hay que reconocer que hay algo de cierto, que en los 90 se privatizaba y
se favorecía a los amigos del poder de turno, pero también es cierto que tanto
ella, como su esposo y la inmensa mayoría de los que hoy reniegan de la década
de los 90 formaron parte del menemismo, y eso es tan cierto como que hoy, Néstor
Kirchner quiere hacer lo mismo pero al revés: tratar de estatizar todo para su
propio beneficio.
¿Será casualidad, entonces, la amistad con Hugo Chávez? No,
claro que no. Basta sólo con escuchar los discursos de uno y otro, y luego ver
los resultados también de uno y otro. Son lo mismo, exactamente lo mismo, con la
variante de que unos son populistas patagónicos y el otro un populista caribeño.
No por casualidad Chávez, en los últimos tiempos, arremetió
contra todos los medios de comunicación críticos a su gobierno. También
Chávez pretende dominar a los medios.
Pero volviendo a los dichos de Cristina, no podemos dejar
pasar por alto una de las “mejores” frases: “Libertad de expresión no puede
convertirse en libertad de extorsión, libertad de prensa no puede ser confundida
de la libertad de los propietarios de la prensa”.
¿Será realmente consciente Cristina de lo que dice? ¿Puede
ser posible que nadie le avise que los únicos que hoy extorsionan, precisamente
a la prensa, son ellos?
Seguramente, los obsecuentes que revolotean alrededor del
matrimonio presidencial lo saben, pero no se animan a decirlo. Como todos
sabemos, el único motivo —el real— por el que hoy quieren modificar la Ley de
Radiodifusión es solamente para seguir el combate con Clarín, sólo eso.
Pan y circo.
Pablo Dócimo