Cuando existía la tristemente célebre
"cortina de hierro", creada por el régimen comunista soviético, la denominación de
Alemania Oriental era “República Democrática Alemana”.
Es realmente difícil tratar de entender cómo se puede llamar
democrática una Nación donde estaban prohibidas, entre otras cosas, la libre
entrada y salida a otros países, las elecciones libres, la existencia de
partidos políticos y, fundamentalmente, las libertades de expresión y prensa.
Cuando leemos, vemos o escuchamos lo que sea, encontramos, en
primer lugar, lo que se pretende que los demás entiendan.
Luego, lo que ello significa en teoría; y por último, lo que realmente es.
Con el proyecto de “Servicios de Comunicación Audiovisual”
que promueve el Poder Ejecutivo pasa algo muy similar con la denominación de la
Alemania comunista como una “república democrática”. Una cosa es lo que el
gobierno quiere hacer creer a la opinión pública en general, otra es lo que este
proyecto dice en teoría y, por último, lo que es realmente —que es, en
definitiva, lo verdaderamente importante—, las intenciones e intereses personales
que motivan a Néstor Kirchner a reformar la actual Ley de Radiodifusión.
¿Cuáles son, entonces, las razones por las que,
repentinamente, luego de más de seis años de gobierno kirchnerista, se impulsa a
través del proyecto presentado por el gobierno la imperiosa y urgente necesidad
de modificar la Ley?
Es simple, muy simple. En primer lugar, Kirchner pretende, mediante la nueva Ley,
desmembrar al multimediático —intencional y maliciosamente llamado
“monopolio”— Grupo Clarín.
El segundo motivo es el de controlar, mediante la nueva Ley,
a absolutamente todos los medios, no sólo con la renovación de licencias cada
dos años, también con la creación de un organismo que, supuestamente, “regulará
los Servicios de Comunicación Audiovisual, que será dirigido por un órgano
colegiado integrado por representantes de la legislatura nacional, de la segunda
y tercera minoría y representantes que serán mayoría del Poder Ejecutivo
Nacional”, entre otros puntos, además del manejo discrecional de la pauta
oficial como viene sucediendo hasta ahora.
Por último, y no por eso menos importante, con el reparto del
espectro que contempla un 33% para entidades privadas y comerciales, un 33% para
entidades estatales y un 33% para ONG`s, a lo que se aspira es, no sólo repartir
el 66% que correspondería al Estado y a las ONG`s a los amigos del poder, sino
además, insertar a amigos del gobierno de turno —en este caso el kirchnerismo—
dentro de esos medios, condicionándolos a una inevitable censura, como hoy
ocurre tanto en Canal 7, Radio Nacional y la agencia de noticias
Télam.
¿Cómo argumentamos estas aseveraciones? Veamos:
No es ninguna novedad que Kirchner está enfrentado al Grupo
Clarín a partir de que este se rehusó al pedido expreso de NK de que tanto el
diario, como los canales 13 y TN se inclinen editorialmente en contra del sector
agropecuario durante el conflicto con el campo. Pero este no es el único caso,
es archiconocida la mala relación del kirchnerismo con la prensa, ya desde su
gobierno en Santa Cruz, por lo tanto, el Grupo Clarín no es el único enemigo Kirchner; lo son todos, absolutamente todos los medios y/o periodistas que osen
criticarlo.
Tampoco es ninguna novedad que Kirchner pretende controlar
todo lo que pueda, y para ello, no repara ni en gastos, medidas o consecuencias.
Para Néstor, es fundamental controlar, así sea a través de la
extorsión, la mayor cantidad de entes posibles, desde el INDEC hasta las
empresas de servicios públicos, pasando por el Consejo de la Magistratura o,
como pudimos apreciar, el fútbol.
Por supuesto no podemos olvidar la extorsión a intendentes y
gobernadores a través del envío de fondos, un clásico de la metodología
kirchnerista.
Tampoco cabe ninguna duda de que repartirá los medios a sus
amigos. No tenemos más que ver el interesante ascenso social y económico de su
ex chofer, Rudy Ulloa Igor, quien hoy es el dueño del multimedio más importante
de la Provincia de Santa Cruz.
En este sentido, un dato no menor es que tanto Juan Manuel Abal Medina
como la ministra de Defensa, Nilda Garré, tienen intereses en la empresa de
telefonía celular CTI, además de ser amigos personales Carlos Slim, el dueño
mexicano de CTI.
Curiosamente, el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo,
beneficiaría a las empresas telefónicas, las cuales se quedarían con los medios
digitales.
Si realmente Néstor Kirchner quiere realizar un verdadero
debate sobre los medios y todo lo que a ello concierne, ¿por qué estatizó el
fútbol por decreto? ¿Por qué decretó la contratación de la televisión digital
japonesa, o la creación de un multimedio estatal sin pasar por el Congreso? ¿Por
qué no se habla de la regulación de la pauta oficial? Y lo más llamativo, ¿Por
qué el apuro de debatir el proyecto ahora, y no después de que asuman los
legisladores electos el 28 de junio?
En definitiva, más allá de que sea realmente necesario
cambiar la Ley de Radiodifusión, es evidente que de ninguna manera Néstor
Kirchner pretende hacerlo por convicción, lo quiere hacer sólo por conveniencia,
como le convino, en su momento, cuando entendía que los medios lo beneficiaban,
la renovación automática de todas las licencias o, simplemente, permitir la
fusión de Cablevisión y Multicanal, pertenecientes al Grupo Clarín, hoy su
principal enemigo.
Pablo Dócimo