Ayer a las 17 horas y pico, sorprendió Cristina Fernández al convocar a una imprevista conferencia de prensa enla Casa Rosada. A poco de andar, los colegas asistentes cayeron en la cuenta que en realidad se trató más que nada de una catarsis, en la cual la esposa de Néstor intentó explicar el por qué de su decisión de postergar la gira por China. Los dardos de su iracundia los lanzó primeramente sobre la cabeza del vicepresidente Julio Cleto Cobos, a quien por poco acusó de estar urdiendo un golpe de estado: "(El viaje) me obliga a estar más de diez días fuera del país, un lapso demasiado grande sobre todo cuando quien ejerce la vicepresidencia del país no cumple el rol que le impone
Y la segunda, ante el atropello de llevarse por delante la autonomía del Banco Central, Cobos no hizo otra cosa que defender la independencia del mismo que está garantizada constitucionalmente. Es que los Kirchner se acuerdan de la carta magna y demás leyes cuando les sirven a sus intereses particulares, de lo contrario, las ignoran de un plumazo como letra muerta.
"Si otros no ejercen su rol con responsabilidad, yo sí lo debo hacer. Cualquier ciudadano puede disentir con las políticas del Ejecutivo, pero no en el lugar de la vicepresidencia porque
Palos a los mensajeros, por siempre
"Sería bueno una mirada introspectiva de ustedes acerca de las cosas que escriben, que se dicen con absoluta libertad. Estoy dispuesta a morir para que sigan escribiendo (??!!) las mismas mentiras que escriben todos los días en su diario con la misma libertad que lo hacen siempre. Es muy fácil colocarse desde el lugar de prensa independiente y acusar con el dedo a la política argentina como mala", respondió así a una pregunta del enviado del diario Clarín Guido Braslavsky, a quien luego intentó diferenciar de su guerra inútil con el multimedio de marras. Pero luego siguió con su monotema cansador, que comparte a rajatabla con su marido: "No solamente hay un comportamiento de la oposición totalmente diferente a lo que pasa en otros países, sino también hay un comportamiento de algunos medios, especialmente el monopolio Clarín, con respecto a intereses económicos y también intereses personalísimos de quienes son sus principales accionistas en cuanto a posturas claras y concretas que tiene este gobierno en materia de monopolios, de derechos humanos y de identidades".
Muy interesante lo que puntualizó acerca de que daría su vida por defender el derecho, constitucional y humano por cierto, de la libertad de prensa, pero nadie en su sano juicio le pediría semejante sacrificio. Pero sí un poquito de coherencia, dado que es perentorio aclararle que quienes ejercen esta profesión no son tampoco marionetas al servicio de su graciosa majestad. Sino que ejercen el sagrado deber de informar, es decir la voz de quienes deben saber lo que pasa en el palacio, mientras quienes lo ocupan circunstancialmente tratan cotidianamente de hacerlos pasar por irremediables boludos.
Fernando Paolella