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La Ciencia Empírica frente a las pseudociencias

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UN POCO DE RACIONALIDAD NO VIENE NADA MAL
UN POCO DE RACIONALIDAD NO VIENE NADA MAL

La experiencia en sí no puede ser considerada como motivada por una creencia ya que se puede producir accidentalmente sin ser buscada; ni siquiera motivada por una finalidad, un resultado como meta, salvo cuando se adopta este método para obtenerlo.

 

     Sólo cuando se acumulan los resultados y en virtud del éxito, surge la creencia en la experiencia para mejorar las condiciones de vida frente al medio.

     La ciencia fundada en la experiencia, es una liberación de las ataduras del mundo mágico inventado por la facultad fantasiosa de la mente humana, como evasión provisoria que fue, de la realidad desconocida pero sospechada de temible. La experiencia consiste en dar de cara con lo contundente; es el encajar en la realidad del medio que rodea al individuo despertándolo a cada paso de sus ensoñaciones. Esa realidad, al constituirse en conocida, paso a paso, va dejando de ser temible, ya sea por desvanecerse los temores infundados o ya sea por ser descubierta la manera de evitar o paliar lo dañino, como en el caso de la medicina.

     El éxito avasallador de la experiencia sensible que fundamenta las Ciencias Naturales, su tenaz avance como método a través de todos los tiempos, contra todas las supersticiones, mitologías, creencias religiosas, dogmas filosóficos y miríadas de pseudociencias,  su agigantamiento asombroso entre otras las ciencias actuales, se deben a que la creencia en lo empírico no defrauda, los resultados siempre están a la vista, se pueden ver, oír, palpar, oler, percibir sus efectos, beneficiarse con ellas.

     La posibilidad de escapar a flagelos como la viruela negra, la poliomielitis, la hidrofobia, la tuberculosis, pesadillas del pasado, mediante el conocimiento científico experimental y la aplicación de sus resultados, convencen mejor que las creencias en un hado o destino fatal que hay que aceptar y que tiene que suceder, que sucederá indefectiblemente, según los “sabios” augures que se infiltran en todo medio de difusión: radio, televisión, literatura, conferencias… y todo recurso a su alcance, sin dejar de lado la ejecución de signos, la pronunciación de palabras poderosas, o se realicen rituales con el fin de torcer los acontecimientos.

     Las comodidades de la civilización, la mejor obtención de alimentos, la rapidez de las comunicaciones, las seguridades que halla el individuo en las ciencias, hacen que éstas sean propulsadas. Pero en ésta exposición hay un dejo que permite entrever una mezcla de “índole humana”, con “Ciencia Empírica”; conocimiento científico y aprovechamiento humano arbitrario de dichos conocimientos. Aprovechamiento quizás algo ciego para satisfacer a las tendencias hominales y ello puede dar pábulo a una crítica a la ciencia tildada de “cientificismo”, como si esta fuese un factor negativo de alienación para la “placentera vida espiritual dormida en las ensoñaciones de un mundo bondadoso donde todo se halla en manos de la providencia” y donde sólo es menester acatar lo previsto, someterse a los hechos aunque tiemble la tierra a nuestros pies.

     Se esgrimen argumentos como la anulación de los valores morales en la civilización actual, como si la ciencia pura tuviese la culpa de tal suceso, cuando la motivación del cambio hay que buscarla en la propia índole humana, que hoy, más libre que nunca, da rienda suelta a sus búsquedas desenfrenadas de motivos existenciales, que, muchas veces se vuelven contra el hombre mismo, amenazándole con aniquilarlo.

     Pero es precisamente aquí dónde la ciencia ofrece la única salida para el atolladero humano; lo esencial es que sea cultivada y usada por mentes cabales, equilibradas. La sana ciencia en sí, correcta y éticamente aplicada, es lo único que puede salvar a la humanidad de su autoaniquilamiento en esta actual era moderna, porque permite el conocimiento experimental de todo aquello que puede ser nocivo y de todo aquello que puede ser saludable para la supervivencia del hombre en este Sistema Solar.

     La Ciencia Experimental pura, lejos, años luz de toda charlatanería barata  que cultivan los pseudocientíficos para vivir holgadamente a costa de los incautos, se halla abocada a descubrir, a revelar secretos de la naturaleza; luego, lo que el hombre haga en su provecho o contra su supervivencia, de esos descubrimientos, escapa a la intencionalidad del investigador desinteresado. El resto corresponde a la ética, a la responsabilidad de “sus usuarios”. Es muy grave y puede ser catastrófico cuando grupos interesados se valen de los conocimientos para lograr satisfacer sus motivos existenciales muchas veces baladíes, vanos, vacuos, si no estúpidos, pero de ello no tiene la culpa la Ciencia Experimental, sino en todo caso la gran porción de la humanidad ignorante (no culpable en general) que no sabe elegir a sus mandatarios o presionar sobre ellos para que los descubrimientos sean canalizados por mentes cabales y puestos y conservados en buenas manos para el provecho de todos los habitantes del Globo.

     Pero a pesar de la colosal mole que se enfrenta a la ciencia sana, ese monstruo polifacético que es el ser humano en cierto aspecto, con su egoísmo que desprestigia toda causa noble, todo programa por más perfecto que haya sido en su elaboración, que todo lo echa a perder con el tiempo, aun las buenas costumbres, cuya pérdida nada tiene que ver, en absoluto, con la Ciencia Empírica; esta continúa avanzando en todos los frentes y se halla siempre vigente.

     Lo asible, lo sólido, lo comprobable; aquello que se plasma en resultados positivos, seguros, convence; y la creencia en el método experimental que permite teorizar el universo y la vida mejor que cualquier raciocinio puro no fundado en dicha ciencia, que hurga cual taladro en el propio cerebro, para explorar allí a fin de hallar supuestas verdades eternas, absolutas, universalmente válidas, que luego en la práctica no convencen, es la creencia más persistente que se agiganta descomunalmente a lo largo del tiempo.

     Es que la creencia domina, se trata de un factor dominante; hay confianza en sus resultados porque ya se obtuvieron éxitos en el pasado y porque la existencia de la Luna como satélite de la Tierra, como un planeta pequeño, es ya algo demostrado, no  una ilusión, una creencia o una hipótesis basada en una traslación hacia una imagen del espacio, de la naturaleza del planeta Tierra. La Luna es a ciencia cierta un globo sólido, igual que Venus, Marte y los demás cuerpos que orbitan el Sol. Los microbios existen, porque el microscopio lo ha revelado, no son seres probables, hipotéticos; se hallan en el submundo invisible a nuestra apreciación y lo pueblan todo, igual que los virus, y explican muchas enfermedades que en el pasado se atribuían a los “espíritus malignos”. La radiación ultravioleta no es una idea, es algo real, comprobable mediante diversas vías, que permiten arribar a los mismos resultados, al igual que en el residuo de materiales radiactivos, donde se produce el elemento helio.

     Pero los valores como la bondad, el amor, la justicia, la belleza, la ética, están asentados exclusivamente en la índole humana precisamente por los defectos de ésta: la maldad, el odio la injusticia, la fealdad, la inmoralidad. Por cuanto no son sólidos, absolutos, porque si se llegara a perfeccionar el género humano mediante la genética, a tal grado que desaparecieran todas las motivaciones negativas que dan calce para la aparición de sus contrapartidas como supuestos “valores” universales y eternos, éstos ya no tendrían ninguna razón de ser en el universo por siempre jamás por estar asentados en una forma viviente con un psiquismo particular, que ni siquiera es necesario que se halle repetido en otros supuestos habitantes del Cosmos, que pueden ser todos indiferentes a estos valores humanos por no necesitarlos en absoluto.

     El hombre lo ve todo desde su índole y desde lo que a él le acontece como estructura viviente que se las tiene que haber con el medio y consigo mismo; entonces toma a los factores de supervivencia que le permiten sobrevivir frente a su misma forma de ser como el amor, la bondad, la justicia, etc., como valores eternos, verdades universales necesarias, como si en todo el cosmos existieran las mismas negatividades existenciales generadoras de esas reacciones contrarias para superar lo dañino.

     La Ciencia Empírica, trasciende lo puramente humano, que queda encerrado en una de sus ramas: la psicología.

     Desde la Ciencia Experimental se explican los fenómenos, incluso los de la interpretación metafísica del mundo y la vida y los conceptos de lo absoluto, perfecto, infinito, que tanto han dado que hablar a los filósofos y que a la postre resultaron ser solo conceptos filogenéticamente programados para mejorarse el ser inteligente-consciente en el mundo, en un mundo incomprensible de otra manera, el mundo real, para muchos de locura, sinrazón.

     Esos conceptos otorgan solidez, confianza, asidero en el naufragio existencial, aunque sean sólo ilusiones creíbles, propias de un mundo, el mundo humano, creado por éste para encapsularse en él, cual burbuja flotando en el todo, en el verdadero mundo enigmático por lo complejo, incomprensible por causa de nuestra insuficiencia mental, pues todavía nos falta mucho para vislumbrar las cosas en su justa realidad y quizás nunca lleguemos a comprender con nuestra insuficiente mente, esa desconcertante complejidad, pero mientras tanto seguimos aferrados a nuestra creencia en la Ciencia Experimental, porque nos da satisfacciones, nos permite sufrir menos y nos promete ser más perfectos, hasta hacer que esos caros “valores eternos” carezcan precisamente de valor, por ser innecesarios ya para una índole humana noble de por sí.

     Esto parece ser ya algo superlativo en materia de creencias, porque se apunta a posibilidades, a lo facticio, a algo transformativo de todo lo vivo y aún hacia la naturaleza a nivel planetario, porque lo facticio apunta a todos los cuerpos del sistema solar, los 8 planetas restantes después de la Tierra y sus satélites, cuerpos que en el futuro pueden ser acondicionados habitacionalmente para recibir el aporte humano, a un humano quizás ya superhombre, desprovisto de la necesidad de valores para autoafirmarse, sino ya autoafirmado en su propia índole noble.

     Ésta es la creencia en la Ciencia Empírica, no tomada ésta como dios ni religión alguna, sino como posibilidad gloriosa como no la sospecharon jamás los filósofos de antaño ni de hogaño, encerrados casi todos ellos en el mundo tenebroso del Homo sapiens, sin poder atisbar, ni por asomo, otro mundo: el de un superhombre genéticamente programado. (Véanse al respecto, del autor del presente escrito: La esencia del universo, Buenos Aires, Reflexión, 1991, y El superhombre genético, Buenos Aires, Reflexión, 1993).

     La Ciencia Empírica no es una creencia, pero se tiene fe en ella con confianza y esto es lo saludable. Las pseudociencias “son legión” y sólo sirven para lucrar con los incautos y llenarse las arcas de dinero en este caso mal habido por parte de los chantas de siempre. Sepamos distinguir; nuestra sociedad y la del futuro nos estarán eternamente agradecidas.


Ladislao Vadas

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. don Ladislao, he leído un par de sus artículos y me ha llamado mucho la atención la contraposición que plantea entre las disciplinas científicas y las "pseudociencias". La medicina tradicional, no por ser científica es más válida que otras disciplinas no científicas. Si fuera así, disciplinas como la psicología (que para muchos autores no constituye una ciencia) no tendrían validez alguna. Sin embargo, como sabemos, sus resultados son validos socialmente. Por su parte, la ciencia es sólo una forma de pensamiento y no necesariamente la más válida, de lo contrario el conocimiento sería progresivo y finito y no existirían las teorías científicas obsoletas y por consiguiente no existirían los cambios de paradigmas en la ciencia. Por mucho que avance la ciencia empírica, lo que caracteriza al hombre es su subjetividad, por lo tanto también la ética y la moral. De hecho todas las creaciones intelectuales que el hombre realiza están motivadas en parte por sus valores y creencias, por lo que resulta inconsebible pensar que de algún modo el ser humano puede prescindir de ello. El ser humano es más que los holones que lo conforman, por ello no debe olvidarse nuestro pasado, sino aprender de él y valorar toda diferencia cultural que hace al humano un ser más reflexivo y empático (cualidades importantísimas para lograr desarrollar una ciencia "sana" como la que usted pretende lograr (que sea a favor del mundo y no sólo de unos pocos. No se debe restar valor al mito en oposición al logos, ya que ambos poseen una riqueza de pensamiento diferente pero igual de importante y que antes del siglo V se alimentaban reciprocamente una de la otra (revisar Ricardo Lopez: http://www.udp.cl/comunicados/0706/20/MitoRazonCIEC2006.pdf). No debe entenderse el mito como un acontecimiento real o ficticio, sino como una construcción que en su tiempo era de suma importancia moral y valórica para la sociedad, la que gradualmente fue perdiendo valor gracias a la sobrevaloración de la razón y la lógica en occidente. En conclusión, cabe señalar que la salud en el hombre no pasa sólo por su cuerpo, si no que es el ser entero se ve afectado (Rolando Toro). De allí que disciplinas científicas como la psiquiatría no pueden explicar a cabalidad el malestar psicológico del ser humano.

  2. EL COMENTARIO ANTERIOR , NOMBRA A ROLANDO TORO. LA NEUROBIOLOGIA Y PARTE DE LA PSIQUIATRIA , HAN DADO EXCELENTE RESPUETA ANTE CASOS DE DEPRESION Y MALESTAR. LA PSICOLOGIA Y EL SICOANALISIS NUNCA FUERON CIENCIA. NI LA SICOLOGIA CORPORAL , ............. VADAS ,SOLO PROPONE UNA INGENIERIA GENETICA DESTINADA A ASEGURAR LA TRANQUILIDAD SIN SUFRIMIENTOS DE LAS FUTURAS GENERACIONES. SIN GUERRAS Y LENGUAJES COMUNES DE FACIL ENTENDIMIENTO. NEGAR EL MEJORAMIENTO DEL PLANTEL GENETICO HUMANO MEDIANTE LA CIENCIA ES UNA ACTITUD RELIGIOSA O PRODUCTO DE MITOS O FANTASIAS. DIEGO GOMEZ DNI 18169393 CABA .

  3. a caso lo que no es cientifico es menos válido? ...me vas a decir que la causa de las guerras es una "falla" en nuestros genes?... mucho cuidado, que por mucho tiempo la solucion de la esquizofrenia fue la lobotomía. hablas de un lenguaje común, eso me suena a 1984 de orwell... me parece que el de las fantasías no era yo.

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