"Lo de las Malvinas es muy serio, tenemos que proponernos hacer una campaña todos. Tenemos la obligación de hacer una campaña, mandar miles y miles de cartas, también a la Reina", dijo Hebe Bonafini durante su habitual acto de los días jueves."Esa vieja, que no me importa que no nos escuche, que no le importe de nosotros, porque a nosotros sí nos importa lo que hacen ellos. Ella vive en su castillo, bueno que se lo meta en el orto, me importa un pito el castillo de la Reina. Pero sí nos importan los compañeros", añadió. En este marco, Bonafini aseguró: "No vamos a permitir que se lleven el petróleo, porque ellos no tienen ni agua ni petróleo; y nos vienen a robar nuestras riquezas". "Que no nos agarren dormidos, que no nos quedemos después llorando otra vez sobre el petróleo que se llevan o sobre la guerra que ellos quieren iniciar", pidió. "Pero sí tenemos que hacer lo que se llama una guerra psicológica, con cartas bombardear, escribir a todo el que sea, si viene algún inglés al país ir a verlo, decirle 'usted sabe, señor, qué país tiene, nos vienen a robar lo que tenemos'", agregó. Finalmente, Bonafini dijo: "También los de la minería vienen a robarnos, las minas también vienen a robar, porque no pagan nada y se llevan las riquezas. Y el agua, ¡ojo! También se están llevando el agua. Así que tenemos que hacer una campaña. Y si una vez echamos a los ingleses con aceite hirviendo, empecemos a calentar el aceite", según el sitio Urgente 24.
Sin duda es muy serio, sobre todo cuando en ese mismo día de ayer se conoció un incidente ocurrido el 24 de enero pasado. En el mismo, la corbeta argentina Ara Granville fue interceptada por un destructor y un avión Hércules británicos. Esta noticia fue dada a conocer por el canal C5N, justamente horas después de las declaraciones de la titular de Madres de Plaza de Mayo.
Por eso, las mismas son de una imprudencia inconcebible dada la gravedad del asunto en cuestión. Haciendo memoria rápida, en ediciones anteriores se ha mostrado como en 1982, la entonces primera ministro Margaret Thatcher, se valió de cualquier excusa para retomar Malvinas mediante el uso de la fuerza. Y sin hesitar, mandó hundir al crucero ARA Belgrano para también hacer naufragar con él todo intento de salida diplomática que solucionara dicha crisis sin más muertes.
Acariciando lo áspero: recordando con ira
‘’La guerra no es sino la continuación de las transacciones políticas, llevando consigo la mezcla de otros medios. Decimos la mezcla de otros medios, para indicar que este comercio político no termina por la intervención de la guerra", lo dijo alguien que la sabía lunga sobre el tema, el alemán Karl Von Clausewitz (1780-1831). En su obra De La Guerra, no sólo la define magistralmente sino que también se ocupa de resolver el complejo entramado que une al hecho bélico en sí con la política: ‘’La guerra es una mera continuación de la política por otros medios. La guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario para acatar nuestra voluntad. Vemos, pues, que la guerra no constituye simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de ésta por otros medios’’. Más claro, echarle soda.
Como se vio anteriormente, en 1982 la administración británica tuvo muy en claro esto al definir mediante el uso de la fuerza la misma cuestión que hoy también está candente. Bien lo padecieron aquellos heroicos soldados conscriptos, suboficiales y oficiales subalternos que pusieron el pecho en los tremendos combates de Goose Green, Longdon y Tumbledown, mientras que en Buenos Aires la conducción del Proceso recomendaba no llevar el hecho bélico hasta las últimas consecuencias. No sólo el general José Antonio Vaquero se mostró demasiado proclive a los dictámenes del Foreign Office, como de la Casa Blanca, sino que además otro general, Llamil Reston, llegó a recomendar recordar que ‘’existía Yalta’’. Mientras los efectivos mencionados anteriormente luchaban en la turba malvinense a brazo partido contra el agresor, ellos hicieron la diferencia tomándose el ácido whisky de la entrega.
Hoy como ayer, deben dejarse de lado las provocaciones estúpidas, las frases altisonantes y las actitudes idiotas para no pagar de nuevo el terrible saldo de cavar tumbas con cruces blancas.
Fernando Paolella