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Filosofía: antes una ciencia de las ciencias

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HOY EN BUENA PARTE UNA MERA PSEUDOCIENCIA
HOY EN BUENA PARTE UNA MERA PSEUDOCIENCIA

Las mentalidades proclives hacia una interpretación racional del mundo separado de la mente, que creen hallar verdades universales válidas para todo el mundo, principios generales establecidos como leyes fijas absolutas, a las que se ajustan los acontecimientos que dan razón de ser a todas las cosas, una finalidad para todo, para esto se nutren, no obstante, también en las Ciencias Empíricas y están atentos a todo nuevo descubrimiento en los campos biológico, físico y astronómico, por ejemplo.

 

Frente a los hechos científicos de carácter revolucionario que marcan cambios conceptuales drásticos para la misma Ciencia Experimental, los dogmatismos adoptan dos actitudes principales: o resisten el embate que ataca sin intención alguna la esencia del dogma, mediante cotraargumentos, a veces desesperados, para encerrarse en un círculo vicioso que les permite encapsularse y permanecer inmunes, aunque sólo sea ilusoriamente frente a las teorías de gran fuerza de convicción, o, por el contrario, si es posible tratan de asimilar la nueva conquista del terreno experimental a su dogma, tratando de interpretarla a conveniencia, para que los principios generales continúen manteniéndose incólumes e incluso, cuando la razón lo permite, tratan de consolidar sus conceptos con el nuevo hecho científico, con el fin de darle un significado acomodado muy distante del que le otorga el experimentador para la consecución de sus objetivos clarificadores.

Así aconteció, por ejemplo, con el descubrimiento paleontológico de la evolución de las especies, teoría que fue reforzada por la embriología, la genética, la anatomía, la fisiología, la serología, la patología, etc.

De inmediato, frente a Spencer y Darwin, surge un Bergson, con un argumento completamente inconsistente, producto de la ignorancia de las disciplinas señaladas, quien pretende invalidar la teoría de la evolución diciendo así:

“En presencia de las mismas condiciones exteriores, dos líneas evolutivas divergentes llegan a idéntico resultado, mientras que dos líneas paralelas alcanzan resultados diferentes. La hipótesis del evolucionismo mecanicista nos llevaría a admitir, por ejemplo, que una misma causa exterior, la luz, produce, por reacción de dos físico-químicas diferentes, como las de un molusco y un vertebrado, dos órganos semejantes igualmente adaptados para la visión”. (Véase al respecto: Ángel González Álvarez, Tratado de metafísica. Teología natural. México, Ed. Gredos, 1968, página 277).

Este argumento pone en evidencia el desconocimiento del mecanismo mutagénico y coloca como causa aquello que nada tiene que ver con causalidad alguna.

También en el terreno de la física nuclear, el principio de indeterminación de Heisenberg, ha tenido resonancia en el ámbito filosófico.

Según este principio, llamado también “de incertidumbre”, es imposible determinar a la vez la posición y cantidad de movimiento con perfecta precisión, de una partícula subatómica cualquiera. Si un experimento se halla proyectado para medir una de ellas exactamente, la otras se volverá indeterminada y viceversa.

Los filósofos ya afirman apresuradamente que se trata de uno de los principios más profundos de la naturaleza, mientras que los físicos por su parte, sólo esperan formular en el futuro una teoría mejor de la radiación y de la materia.

La tan sonada Teoría de la Relatividad del afamado físico Einstein, tampoco fue pasada por alto por la filosofía. Relativistas y espiritualistas se repartieron las interpretaciones a que daba lugar para reforzar sus posiciones dogmáticas.

Si bien la famosa Teoría de la Relatividad ha sido concebida intuitivamente, en nuestros días ha pasado al campo experimental y pertenece a la Ciencia Empírica.

La bioquímica y la biofísica, a pesar de su labor silenciosa y libre, sin ataduras dogmáticas algunas y sin intenciones de ir contra presupuestos creenciales algunos, se las han tenido que ver con los ataques reiterados del vitalismo (una neta pseudociencia), que continúa soñando con un élam vital, porque la mente humana a duras apenas puede aceptar una sinrazón en el mundo, una falta de sentido y una evolución de las especies fundada en las extinciones de casi toda nueva forma de vida inepta, que por ser resultado del azar, por lógica no se adapta al medio.

Estas continuas extinciones que se cumplen a cada instante, pasan inadvertidas, o no se quieren ver y lo bioquímico como proceso múltiple casi todo él, como fracaso de la biogenia, pero que origina un insignificante porcentaje de procesos viables (léase seres vivientes) entre una colosal variedad de procesos truncos (léase seres vivientes extinguidos), es negado por los filósofos como suficiente razón para explicar la vida y la transformación evolutiva de la misma.

La naturaleza contradictoria y sorprendente de lo que tradicionalmente se ha dado en llamar materia, cuando se la somete al desmenuzamiento en los aceleradores de partículas como el ciclotrón, bevatrón, cosmotrón, etc., que pulverizan, el concepto concreto que se ha tenido sobre ella no es suficiente para que no se continúe creyendo en otro algo, el espíritu, y se sigue negando la posibilidad de ser producido el pensamiento, la conciencia; por eso tan desconocido y desconcertante que se denomina simplemente materia.

Precisamente, cuanto más profundiza el físico nuclear en la materia-energía, más desconocido encuentra lo que allí se esconde, pero el dogma impaciente, que no se resigna a esperar que la Ciencia descubra cómo se origina el pensamiento, continúa aseverando que aquello no puede producir psiquismo y que hay otra cosa totalmente separada, simple, individual, capaz de manifestarse psíquicamente: el alma.

Los dogmatismos, incluidas las filosofías que defienden las creencias religiosas (de ahí la insistencia en mencionarlos), pareciera que se hallan siempre a la expectativa, esperando que la Ciencia Empírica se dé de bruces con barreras insalvables, para hacer de inmediato hincapié sobre esas dificultades y tomarlas como argumentos para persistir incólumes y justificar sus creencias con el objeto de salir, por fin, triunfantes, aunque ellas mismas no coincidan entre sí.

Por eso, hoy se habla en los medios filosóficos de un resurgimiento de la metafísica, porque según estos “mutantes” que continúan buscando o sosteniendo ciertos principios universales, la ciencia actual ya no satisface a los interrogantes del Universo y la Vida; pero no les satisface sólo a ellos y precisamente porque se hallan embarcados en la búsqueda de ¡lo que no existe! Y lo que les salva, es la creencia, el creer en esa ilusión de los principios metafísicos universales, como el de la causalidad, porque sus mentes no pueden aceptar lo meramente azaroso, lo relativo, lo transitorio, la marcha hacia la nada de todo el universo; a la nada en cuando ausencia de conciencia, porque extinguido el hombre con los evos cósmicos, cesa el estado consciente en el universo, en el cual ya no se podrá originar nueva vida, porque se hallará todo transformado.

Estas mentalidades “muy humanas”, sufren angustias cuando piensan estas cosas; no se adaptan a tales posibilidades y por ello se aferran a los dogmas y a las diversas pseudociencias en boga, que les ofrecen falsa seguridad existencial, y los defienden tenaz y hasta desesperadamente por la mismo motivación y atacan casi siempre a la Ciencia Experimental porque su método es frío, carente de “espiritualidad”, de ligazón a principios más altos, a causas más excelsas, que según sus deseos deberían hallarse siempre presentes ante los ojos del investigador, para que todas sus búsquedas estuviesen orientadas hacia la reafirmación de esos principios.¡Todo falsa ilusión!

 

 

 Ladislao Vadas

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. El climax de la "filosofia" es una paz interior imperturbable. Quien la tiene es en verdad un filosofo. Quien no es un sofista que trata de vender algo, sea un libro, una idea o a si mismo. Socrates no tenia problemas existenciales, tampoco Diogenes y otros filosofos de las escuelas occidentales. De los orientales ni hablar. Hasta el mas sesudo de los intelectuales es un cerebro en un cuerpo humano, con deseos y aspiraciones humanas y no un "cerebro en una jarra". Una vida satisfactoria, de contentamiento, una vida digna, plena, no saldra jamas de un laberinto de infinitos prejuicios. Dicho sea de paso tanto los prejuicios, las creencias y la historia personal emocional pueden ser eliminadas. Existen procedimientos para todo esto, pero para encontrarlos primero hay que querer salir del prejuicio. Tiene el valor, Vadas? Intente tomar la determinacion de suspender todos sus juicios... e investigue. Le aseguro que hay una salida, si la quiere.

  2. Sr Vadas, admito su ateismo, lo encuentro razonable, es más, hasta cierta edad yo también lo fuí. Ahora, lo que nunca hice fué una militancia de ello, como Ud lo hace, descalificando todo lo que no sea "ciencia rarional". Acaso la ciencia, a la que respeto y admiro profundamente, no es más que un cúmulo de dudas?. La teoría de la evolución, no plantea también dudas?. Si la aceptamos como cierta, por qué todavía existen los monos?. Qué factor hizo que solamente una parte de ellos evolucionaran hasta convertirse en humanos?. Por otra parte, qué quiso decir con eso de que "extinguido el hombre con los evos???cósmicos no se podrá originar nueva vida"?. Me parece un poquitín delirante. Saludos.

  3. Puesto a elegir me quedo con un conocimiento cientifico que alberga dudas a uno a-cientifico que no alberga dudas. Al menos en ciencia se tiene conciencia de los limites.

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