Gabriela Cerruti es legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por Nuevo Encuentro (Encuentro por la Democracia y la Equidad de la Ciudad de Buenos Aires), junto a Gonzalo Roberto Ruanova.
En la provincia de Buenos Aires y en el Congreso Nacional, el dirigente más conocido de Nuevo Encuentro es el ex intendente municipal de Morón, Martín Sabbatella.
En diciembre, durante un reciente acto en El Abasto, Sabbatella expresó, delante de Cerruti y Ruanova, su visión de Mauricio Macri: “En estos dos años de gobierno de Macri quedó claro que era “sanata” lo de la derecha democrática, moderna y eficiente. Ni es democrática, ni es moderna, ni es eficiente. Es simplemente derecha; conservadora, autoritaria, que añora al menemismo y a la dictadura, como dejó claro Abel Posse en su cuarto de hora por la Ciudad”.
Nuevo Encuentro integra una suerte de abanico de aliados frecuentes de los Kirchner.
Entonces, que Gabriela Cerruti escriba un libro (El Pibe) sobre Mauricio Macri, anticipa una previsible crítica, obligatoria —para coincidir con su posición política—, que corre el riesgo de ni siquiera necesitar una respuesta de parte de Macri cuando, si ella no estuviera tan embanderada, podría provocar un remolino considerable.
No deja de resultar curioso que casi todos los otros libros de esa misma colección Espejo de la Argentina, del Grupo Editorial Planeta, son críticos del kirchnerismo:
> La Marroquinería Política, El Descascaramiento, y La Elegida y el Elegidor, por Jorge Asis;
> El Atroz Encanto de Ser Argentinos 2, por Marcos Aguinis;
> El Club K de la Obra Pública, por Pablo Abiad;
> Negro contra Blanco, por Gerardo Young;
> Mentiras, por Marcelo López Masía y Cristian Solís;
> Los Secretos de la Valija, por Hugo Alconada Mon; y
> El Dueño, por Luis Majul.
Hasta ahora Planeta carecía de un texto dedicado a Mauricio Macri. Sí lo tenía de su padre, Francisco:
> La Dinastía. Vida, Pasión y Ocaso de los Macri, por Ana Ale; y
> El Futuro es Posible. Mi Experiencia de Medio Siglo como Empresario en la Argentina, firmado por el propio Francisco.
Antes de ser legisladora, Cerruti fue ministro de Derechos Humanos durante el interinato de Jorge Telerman, y cuando éste perdió los comicios que ganó Mauricio, en 2007, migró vía Alberto Fernández y Miguel Bonasso. Antes de eso, ella fue periodista básicamente de medios gráficos. Y El Pibe es su 4to. libro: tiene una prosa amena y se expresa con claridad.
Por lo tanto su empeño merecía mejor suerte, no circunscribirse a herramienta política que le permita negociar su propia futura inserción en el postkirchnerismo.
De todos modos, el libro logrará una demanda de ejemplares considerable porque Cerruti vendió muy bien con uno de sus libros anteriores, El Jefe, (acerca de Carlos Menem), y porque Macri provoca muchos odios y muchas simpatías, garantiza controversia, mientras intenta escapar a la citación del juez federal Norberto Oyarbide por las escuchas telefónicas ilegales de Ciro James y lanza su propia precandidatura presidencial.
La trama
Cerruti presenta a Mauricio protagonizando una disputa permanente con su padre Francisco. Aunque la autora no lo afirma, surge del relato: Mauricio es más bien una víctima de Francisco que su victimario.
Egocéntrico, déspota, competitivo, Francisco pretende que Mauricio cumpla sus deseos sobre su educación, su ascenso social, su formación profesional, su integración a los negocios familiares y su aceptación de la voluntad del padre.
Pero, a la vez, Cerruti presenta a Macri viviendo una contradicción permanente entre su ambición de hacer negocios y su discurso como político.
"Vive de la empresa mía pero vive puteándome, vive de los negocios con Kirchner pero vive puteándolo... El Pibe es un pelotudo", es la frase que Cerruti pone en boca de un Francisco enojado con su hijo porque no acepta negociar con Kirchner cuando así lo requieren los negocios familiares.
Precisamente la delgada y, a veces, invisible línea divisoria entre los negocios familiares y las decisiones políticas de Mauricio Macri resultan el aporte más contundente del texto de Cerruti.
"(...) La necesidad de sostener esos negocios y esas contrataciones, a pesar de su carrera pública política, fueron la verdadera razón por la cual Mauricio Macri y sus hermanos le exigieron a su padre que vendiera sus empresas a su primo Angelo Calcaterra (N. de la R.: hijo de Pía, hermana de Francisco), que les garantizaba la continuidad de los acuerdos sin exponer públicamente el nombre. (...)", afirma un fragmento.
La empresa vendida es la constructora Iecsa y la empresa que se hizo cargo es la italiana Ghella. Cerruti atribuye a Francisco la duda de si Mauricio no se encuentra detrás de Ghella.
También la autora sostiene que Mauricio ha mantenido una relación oscilante con los Kirchner, al menos hasta el tironeo por la Policía Metropolitana y sus repercusiones. Según ella, en 2007 Macri no fue candidato presidencial por un acuerdo no escrito con los Kirchner.
"(...) Además del préstamo del Banco Macro—Bansud, y las licitaciones para el grupo, y los argumentos de De Vido y Brito, Mauricio Macri recibió otro aporte convincente del Gobierno Nacional para incentivarlo a presentarse en la disputa por la Ciudad de Buenos Aires y dejar libre la pelea presidencial.
-Me mandaron de arriba a que ponga 14 palos para el pendejo...
José Torello escuchó la voz inconfundible del otro lado del teléfono y sólo atinó a pedirle que hablaran el tema personalmente. Unas horas después se encontró con Cristóbal López para organizar el asunto. (...)".
Normas de estilo
En el texto de Cerruti no se identifican datos imprescindibles sobre el origen de frases muy importantes. Por ejemplo: "Durante los meses que Franco había permanecido en China (N. de la R.: Francisco Macri apostó a convertirse en el representante de los capitales chinos para Latinoamérica), Mariano (N. de la R.: el más chico de los hijos que Francisco tuvo con Alicia Blanco Villegas) se había hecho cargo de Socma, Mauricio le había cedido sus acciones en la empresa a sus hijos pero había puesto de gerente general a un hombre de su íntima confianza, Leonardo Maffioli; Sandra y Florencia (N. de la R.: hermanas de Mauricio) habían sido descartadas de las decisiones y Gianfranco (N. de la R.: otro hermano) penaba desilusiones matrimoniales en un emprendimiento inmobiliario en el Gran Buenos Aires.
Mauricio había hecho vaciar el despacho de Franco Macri en la gerencia de Socma y le había ordenado a la línea de gerentes que no respondieran las indicaciones de su padre. "Se fue a China, no vuelve más. Ahora el Macri Group es de él, y todo lo que está bajo la órbita de Socma y Sideco se maneja según lo que decidamos Mariano y yo", anunció en la reunión de Directorio. (...)".
¿Hay fecha, por lo menos, de tan importante reunión? No.
Cerruti gozó de la colaboración de Lucas Morando y de un equipo de investigación integrado por Marian Marcheschi, Natalia Incolla Garay, Pamela Álvarez y su hermana Viviana Cerruti.
Se supone que ellos hicieron las entrevistas que salpican el texto. Un detalle legal interesante es que los testimonios de los protagonistas nunca aparecen dichos a la autora del libro.
Aquí un ejemplo, cuando se aborda el delicado tema de las escuchas telefónicas de Ciro James a Néstor Leonardo, el parapsicólogo marido de Sandra Macri:
"(...) -¿Cómo explica, si ustedes no tienen nada que ver, que uno de los espiados sea su cuñado?
-Es que fue mi viejo... obvio. Mi viejo contrató a una agencia de seguridad americana, la misma que lo ayudó con mi secuestro, y la agencia contrató a este tipo para que haga las escuchas.
-Usted está acusando a su papá de hacer algo ilegal...
-Bueno... en este país escucha todo el mundo, no es un delito carcelable... Además, en mi caso porque es mi hermana y que haga con su vida lo que quiera, pero si fuera mi hija, seguramente yo también lo haría... (...)".
¿Frase de Mauricio Macri? ¿A quién? ¿A la legisladora Cerruti, enfrentada a él?
Aquí otro ejemplo:
"(...) Franco Macri escuchó de su propio psicólogo la novedad: Mauricio y Mariano lo habían consultado porque si la causa judicial avanzaba, debían realizar una pericia psiquiátrica para convalidar el pedido de insania. El médico ya les había adelantado a los hijos que iban a tener que buscar a otro. Él no lo haría.
-¿Quieren probar que estoy loco para quedarse con las empresas?
Franco no lograba distinguir entre el dolor y la bronca. Todo junto se agolpaba en su mirada incrédula.
-Doctor, ¿usted está seguro? Mis hijos, mi propia sangre, ¿quieren declararme loco para sacarme mis empresas?
-Algo así... loco o viejo... que ya no puede manejarlas...
Los tres hijos varones habían preparado una demanda para declarar insano a su padre y quitarle así la potestad del usufructo de las acciones que se había reservado.
"Está gagá", repetía Mauricio, "no se puede manejar una empresa con un tipo que dice que se va y vuelve todo el tiempo. Enloquece a los gerentes, vamos a perder todo".
-¿Es cierto que ustedes presentaron un pedido de insania de su padre par que no pueda seguir en el manejo de las empresas?
Mauricio Macri balbucea:
-Bueno, no fue tan así... el viejo como siempre primero dijo que se iba, que dejaba todo, se tomó el buque, se fue a China... y a los dos meses volvió... de alguna manera había que pararlo. Toda la vida hizo lo mismo... es como muchas personas en una... es muy difícil...
Gregorio Chodos prefiere no hablar del tema.
-Franco está muy mal con ese tema del juicio. Nadie quiere hablar de eso. (...)".
¿Cuándo ocurrieron estos diálogos? ¿Fueron con la autora? ¿Son imaginarios? ¿Son aproximados? ¿Son escuchas telefónicas? ¿Son el relato de terceros? ¿Están grabados?
Final
Hay una frase en el libro que intenta retratar a Mauricio Macri, y se supone que es un dicho del propio jefe de Gobierno porteño:
"(...) -Yo creo que la mejor definición me la dio Gregorio Chodos, que es como un padre para mí. Él me dijo: "Mauricio, en la vida están los que eligen tener y los que eligen ser. Vos elegiste ser". Y yo siento eso. Que yo tenía todo ya. Así que elegí ser."
Sin embargo, la frase no explica los extraordinarios esfuerzos de Macri por tener más, según el propio libro en cuestión. Y ese es el origen de la estrecha relación con Nicolás Caputo, su amigo (y socio, según la ex mujer de Mauricio, Isabel Menditeguy).
El libro concluye, sin embargo, con una auto reivindicación de Mauricio:
"-Si pudiera escribir usted la última línea de este libro, ¿qué le gustaría que dijera?
-¿El final? Contento de haber elegido ser y no conformarme con tener."
Ese es el concepto que intenta demoler, con suerte dispar, Cerruti.
¿Lo consigue? Si ella fuese neutral, el impacto sería mayor. Como legisladora de la Ciudad adversaria de Macri, ella pierde fuerza, y comete el mismo error que atribuye a Mauricio, cuando no se decide entre político vs. empresario.
Cerruti debería comenzar por definirse ella: o es político profesional o es investigadora periodística. Pero las 2 condiciones a la vez, es incompatible.