El oficialismo y la oposición volvieron ayer a brindar una imagen lamentable sobre cómo evitar los consensos, el diálogo y hacer del agravio la única moneda de cambio.
La oposición volvió a reflejar su inexperiencia en las prácticas en el Congreso nacional y al oficialismo le bastó con ausentarse del recinto para que se cayeran las sesiones en el Senado y en Diputados.
Sí el titular de Diputados, Eduardo Fellner, violó el reglamento al no tomar lista a los legisladores presentes cuando se decidió levantar la sesión por falta de quorum; o si en otras ocasiones se esperó a los diputados más de 30 minutos, son anécdotas que no deben hacer olvidar el fondo de la cuestión.
Los partidos de la oposición deben saber, a esta altura, que el oficialismo hará lo posible por doblegarlos cada vez que intenten anular, derogar o desaprobar una decisión del Poder Ejecutivo. Por eso, aducir falta de tiempo o violación del reglamento son factores secundarios. Si los legisladores opositores hubieran bajado a horario al recinto, nunca hubieran sufrido este revés.
Por eso, no en vano el oficialista Agustín Rossi sostuvo que, si la oposición no consiguió el quorum siendo mayoritaria, es un problema interno del antikirchnerismo.
Algo similar ocurrió en el Senado, aunque la historia volvió a repetirse y el único responsable de la derrota anti-K es Carlos Menem, quien volvió a faltar en un nuevo intento por tratar temas trascendentes como le reforma del impuesto al cheque, y algo mas políticos, como el pliego de Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central.
De aquí en más, la oposición deberá definir si puede alcanzar cierta homogeneidad en el Congreso Nacional, o bien se resigna a ser un pasivo partenaire del oficialismo. Está claro que, unos por una negligente omisión y otros por una distorsiva acción, coinciden en perjudicar a la política, entendiéndose por ésta a una disputa leal, donde se contraponen intereses contrarios, pero que son dirimidos a través del diálogo, el debate y, finalmente, el consenso. Nada de esto está ocurriendo.
Los mismos inconvenientes los tiene la oposición al momento de definir candidaturas presidenciales hacia 2011. Los rumores de la baja de la carrera presidencial por parte de Carlos Reutemann, obligaron la desmentida del ex corredor, pero que no implica ninguna confirmación de su postulación.
"Reutemann le dijo a todos que, hoy, no es candidato", según supo DyN. Esa no es definición de nada, pero sí refleja la incertidumbre en que está sumergido el peronismo disidente, que tiene a Eduardo Duhalde convencido de que le puede ganar a Kirchner en internas.
El radicalismo no tiene un panorama mucho mas claro. La caída de la imagen de Julio Cobos, a partir de algunos desaciertos en su enfrentamiento con el oficialismo en el ámbito del Senado, hicieron crecer las aspiraciones de Ricardo Alfonsín y hasta de Ernesto Sanz. Lo que estaba descartado —la candidatura de Cobos por un frente entre
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DyN