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El túnel y la luz

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LAS PARITARIAS, LOS SALARIOS Y LA TRISTE REALIDAD
LAS PARITARIAS, LOS SALARIOS Y LA TRISTE REALIDAD

Mientras continúan desarrollándose las negociaciones salariales y van surgiendo los acuerdos, atrás quedó una nueva oportunidad para establecer las bases de un consenso entre diversos sectores sociales en torno a uno de los problemas más acuciantes del país, la pobreza.

 

Es que la Iglesia católica impulsó la firma de un documento titulado “La pobreza: un problema de todos”, donde se formulaban una descripción de la situación y propuestas para avanzar en el combate contra ese flagelo.

La iniciativa feneció rápidamente, pues las dos centrales sindicales más importantes -CGT y CTA-, así como la UIA y otros sectores empresariales -como banqueros- rehusaron estampar su firma en el pronunciamiento.

Trascendió de manera coincidente de diversas fuentes que habría habido presiones del Gobierno para que no se avalara el documento de la Iglesia, que pese a una módica mejora de las relaciones con la administración sigue elevando su voz crítica al actual modelo, y también preveía hacerlo en este texto.

Conocidos son los lazos estrechísimos que, por intereses comunes, unen al Gobierno kirchnerista con la CGT de Hugo Moyano, y también se sabe de las relaciones cordiales y por ciclos a nivel de alianza con la CTA -aunque la haya dejado afuera de las grandes decisiones- y con grupos empresariales, algunos de ellos con importante poder.

La Iglesia -que en este caso había dejado el diseño de este documento bajo la órbita del obispo de San Isidro, Jorge Casaretto (titular de la Comisión de Pastoral Social), aunque en rigor el trabajo estuvo a cargo de economistas laicos-, se lamentó justamente a través del propio prelado por el naufragio de la propuesta.

En ese marco, Casaretto admitió que no había evaluado en toda su dimensión que el nivel de “fragmentación” iba a conspirar contra el plan eclesiástico.

Pero aquí vale detenerse en las palabras de un obispo con una extensísima trayectoria, con un caudal de experiencia que sólo unos pocos elegidos tienen en la Argentina y cuya palabra es sinónimo absoluto del pensamiento de la Iglesia católica.

En primer lugar, sin siquiera haberse oficializado el documento, pese a que su contenido trascendió en varios círculos, el obispo hizo una durísima descripción de la realidad solamente al justificar el congelamiento del pronunciamiento.

Mencionó la “alta fragmentación” que hay en la Argentina, con lo cual resumió, con envidiable economía de vocablos, el pensamiento de la cúpula católica acerca de la realidad doméstica.

Después, y en honor de la trayectoria de Casaretto, es difícil aceptar que pudo haber sido víctima de una ingenuidad que más bien podría ser patrimonio de un dirigente novel que podría ser fagocitado por las encrespadas aguas de la política vernácula.

En suma, a partir de este episodio la Iglesia se ubica prácticamente como la única institución que mira más allá de la coyuntura y cuya propuesta no es acompañada por elementales razones de circunstancias políticas.

Los sectores que rehusaron acompañar a los obispos en esta ocasión mantuvieron “silenzio stampa” y solamente la CGT avisó de manera formal que no iba a ser de la partida.

En definitiva, aunque hubo otros hechos políticos que fueron titulares importantes en estos días, la frustración de esta iniciativa motorizada por la Iglesia fue uno de los datos más salientes.

En cuanto a las cuestiones de corto y mediano plazo, siguen desarrollándose las paritarias sin pausa, pero esta vez con relativa prisa, habida cuenta de la influencia de la inflación en los salarios.

En el caso de los metalúrgicos se está cumpliendo la estrategia planteada por la UOM: su diversidad de actividades y ramas siempre es un escollo en sus tratativas, por lo cual amenazó con un plan de lucha que, lógicamente, dio pie a una conciliación obligatoria que le otorga un plazo relativamente cómodo para negociar. El sindicato que conduce Antonio Caló sigue firme con el reclamo de un 25 por ciento de aumento promedio, aunque hay rubros en los que podría pedir un porcentaje mayor.

En el sector de la alimentación algunas ramas avanzan e incluso están firmando, como los avícolas, pero el grueso de la actividad, como en el caso de los metalúrgicos, también está en pie de conflicto.

Pero la noticia surgió de un sector altamente sensible, como el del transporte de pasajeros. El Gobierno en persona fue el encargado de motorizar el acuerdo, que significa un 20 por ciento de aumento.

Las particularidades: es no remunerativo y por un período corto, ya que tiene vigencia hasta agosto, mientras la mayoría de los gremios está negociando acuerdos anuales.

No obstante, hay que tener en cuenta un punto fundamental. El del transporte de pasajeros es un sector especial. Antaño la mejora salarial estaba atada al aumento de tarifas, pero con el tiempo se evitó tocar los pasajes -básicamente los de Capital y Gran Buenos Aires, que tienen gran incidencia en la economía diaria de los trabajadores- y se desarrolló el otorgamiento de subsidios. En este caso no hay excepción. Las mejoras en los sueldos son posibles gracias al otorgamiento de esos beneficios provenientes de las arcas públicas.

Las expectativas no terminan. ¿Por qué no firma Moyano el aumento para su propio gremio, el de los camioneros? El argumento es que el acuerdo anterior vence a mitad de año. Pero con el poder de fuego que tiene el camionero, bien podría presionar para una mejora antes de que termine el plazo.

En su caso, podrían contemplarse otros aspectos. Por un lado, tener un panorama claro acerca de la evolución de las otras paritarias. No obstante, más valioso que ello es saber lo que embolsarán los empresarios del transporte luego de la cosecha, que este año promete ser abundante.

Pero sin dudas quizás sea más importante contar con un nuevo mínimo no imponible para que el Impuesto a las Ganancias no erosione los sueldos de los camioneros, que figuran entre los más generosos del universo salarial.

En definitiva, ante el redundante divorcio entre las iniciativas que apuntan al fondo de los problemas y las urgencias coyunturales -que bien podrían abordarse de manera contemporánea- será indudablemente difícil hallar la luz que ilumine el final del túnel.

 

Luis Tarullo
DyN

 

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