El kirchnerismo ha desatado una caza de brujas verdaderamente peligrosa y ha resuelto hacerla cueste lo que cueste y sin importarle a quien agravia ni personal ni institucionalmente. El procedimiento es dramáticamente simple: pone a los demonios en fila y los expone al escarnio con declaraciones o imágenes, sin tomar en cuenta que el mensaje puede trascender el límite de lo político y generar fanáticos de difícil control.
Tener un enemigo enfrente ha sido para la matriz oficialista cosa de todos los días desde los comienzos de su gestión, aunque se ha verificado en la última semana una escalada de agresiones que pocos se atreven a moderar porque llega desde lo más alto del poder. El proceso de afrentas, que ya ha ido más allá de los tironeos naturales de la democracia, apuntó especialmente al vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, al ministro de la Corte Suprema Carlos Fayt, a los formadores de precios y también a varios periodistas, que fueron insultados y “escrachados” impunemente.
Sin embargo, no fue esta situación cada vez más espesa que suma un riesgo más a una situación económica que no se aligera, sino probablemente su propia necesidad de protagonismo interno, la que oscureció, como las cenizas de un volcán en erupción, el cielo que quiso ganarse el jueves Amado Boudou con la presentación de apuro del canje de deuda, ya que para el verdadero lanzamiento, que permitirá la salida del default, faltan todavía una decena de días.
El pecado del funcionario fue que, por mostrarse como militante acérrimo, antes que como ministro de Economía, tuvo que hacer en Rosario una admisión en materia inflacionaria, tal como nunca antes un miembro tan alto del Gobierno había expresado: “ Saben por qué hay tensión? Porque nuestro pueblo tiene más ingresos”, afirmó demagógicamente ante un auditorio de militantes.
La aceptación de la responsabilidad inflacionaria, un acto fallido de difícil retorno, le sirvió para desarticular de un plumazo las ganas que tiene el Gobierno de sacar a la gente a la calle para defender el modelo contra la supuesta malevolencia de los empresarios y comerciantes que fomentan “el agio y la especulación” con la remarcación de los precios, tal como sostiene el Gobierno.
Precisamente, Boudou estaba hablando en un acto de un grupo que propicia la Participación Popular en Defensa de la Economía Familiar y con esa frase lo que hizo fue meter la cabeza en la guillotina, ya que seguramente, el ministro no ignora que esos billetes que suma la gente nominalmente en sus bolsillos salen de la emisión que el propio Gobierno hace para dotar a los sectores populares de fondos para la subsistencia y que no tienen su contrapartida en la productividad de las empresas ni su correlato en el nivel de empleo.
También dijo, pudorosamente y sin nombrarlos, que hay sectores que “quieren instalar el ajuste, el congelamiento de salarios, la baja de las jubilaciones y los despidos”. Sin que se pueda ignorar que la insuficiencia de oferta por falta de inversión y que las expectativas de la población y de los formadores de precios hoy le están sumando puntos a una inflación que ya se ha instalado en un piso bien alto, es más que probable que en la Universidad de Mar del Plata y también en el Cema, donde estudió, le hayan enseñado a Boudou que las situaciones por él punteadas son exactamente las consecuencias en el bolsillo de la inflación, la misma de la que él se acababa de vanagloriar como gestor.
Lo cierto es que al Gobierno le resultará imposible en este tema ser a la vez el bueno de la película, el que mete plata en los bolsillos de la gente, sin hacerse responsable de sus efectos. O Boudou patinó y se le reprochará por inexperto o lo hizo a propósito y se lo acusará desde adentro de boicotear la estrategia. Todo muy esquizofrénico.
El mismo discurso de la movilización y la participación popular “en defensa de”, en este caso de la ley de Medios, hoy suspendida por una Cámara mendocina, llevó el jueves a Tribunales a miles de personas a denostar a la prensa independiente y a la Justicia. El pedido de Hebe de Bonafini para que los jueces de la Corte pusieran “las bolas (sic) donde hay que ponerlas” y los carteles que rodeaban la Plaza con las caras de una docena de periodistas que trabajan en el Grupo Clarín, casi como para que sean el blanco móvil de cualquier irresponsable, sólo resultaron por entonces disparadores de consignas e insultos, casi una catarsis.
Pero al respecto, la inducción que reciben muchos militantes desde el discurso de barricada, desde los programas de radio o TV afines al kirchnerismo o aún desde las palabras desorbitadas de algunos funcionarios, podrían servir de flamígero impulso para algunas personas que se crean más papistas que el Papa y que decidan avanzar contra la integridad física de los supuestos enemigos. Así, la pasaron mal el jueves el periodista Fernando Bravo, cuando fue reconocido y agraviado por quienes se iban del acto o un periodista de Perfil.com amenazado en el lugar por un custodio del diputado Carlos Kunkel.
Tampoco la tuvo sencilla el periodista Omar Lavieri, quien fue acusado por el ex secretario de Transportes Ricardo Jaime de ofrecerle por mail dádivas a un ex yerno para que éste revele más cosas sobre un patrimonio que, por abultado, no puede justificar.
Según Lavieri, los mensajes que Jaime dijo tener no son verdaderos y la situación sólo parece haberle servido al acusado para expresar su fe kirchnerista, a partir de su pelea personal con el Grupo Clarín, como un tiro por elevación para que no lo abandonen desde lo alto del poder.
Desde toda esta ofensiva antimediática a la aparición de las “guerrillas comunicacionales”, a las que les tomó juramento el presidente Hugo Chávez el lunes pasado, hay un solo paso. Estas brigadas venezolanas buscarán desactivar, dicen ellos que desde la ideología, lo que consideran campañas mediáticas de la oposición, algo así como lo que hoy hace “6, 7, 8” desde la pantalla de la televisión pública, pero con gran despliegue de choque.
Por el lado del vicepresidente, después de la votación que perdió nominalmente el oficialismo en el Senado, con relación a la restitución a las provincias de fondos recaudados por el impuesto al Cheque, Julio Cobos fue puesto en la picota y acusado, como mínimo, de apartarse de la Constitución, al permitir que la media sanción haya sido refrendada por mayoría simple (35 a 33).
La interpretación de la oposición fue que, al no tratarse ya de un recurso de asignación específica, como había sido su imposición por Domingo Cavallo ante la crisis de 2001, ya no necesitaba de una mayoría especial, es decir el apoyo de la mitad más uno de la Cámara (37), mientras que el oficialismo sostuvo lo contrario.
Por eso, y la simple lectura del diario de Sesiones lo indica, ante la divergencia, Cobos pidió primero que se envíe el proyecto a Comisión para zanjar el asunto y luego dejó en manos del Cuerpo la interpretación sobre la cantidad de votos necesaria. El Senado le dijo entonces al vicepresidente que se debía votar por mayoría simple y éste siguió el procedimiento, pero igual se lo crucificó.
El golpe más fuerte Cobos lo recibió de la Presidenta de la Nación, quien le dijo que “no es un croupier del Senado, (sino que) es un funcionario de la Constitución”. Los ministros, en fila, lo menos que le endilgaron fue el mote de “traidor”, mientras que el diputado Rossi señaló que “no nos van a alcanzar los días de nuestras vidas para arrepentirnos de la decisión de ponerlo a Cobos de vicepresidente”.
Tampoco faltó a la cita del esmerilamiento el titular de la CGT, Hugo Moyano, para quien Cobos “está usurpando un cargo”, mientras que el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, señaló que “con esa carita de yo no fui” está pensando siempre “qué daño le hago al Ejecutivo hoy”. A principios de semana, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, lo había catalogado como el “jefe de una banda” y lo tildó de “fascista” por haber publicado la solicitada en la cual se citaba a los senadores a sus bancas.
Tampoco la pasó bien el más veterano juez de la Corte, Carlos Fayt, nacido en 1918, ya que desde el oficialismo buscaron vulnerar su voluntad para que dé un paso al costado debido a su edad.
Primero, fue el diputado Kunkel quien deslizó que los jueces debían retirarse a los 75 años y luego otro diputado del Consejo de la Magistratura, Alejandro Rossi, fue quien señaló que el veterano juez era “un ejemplo moral poco edificante para los propios miembros del Poder Judicial y para el resto de la República” y a él se le sumaron otros connotados kirchneristas, hasta que aparentemente la propia Presidenta paró la ofensiva, ya que Fayt está en ese lugar por una interpretación de los tratados internacionales sobre discriminación que hizo la propia Corte.
Es justamente por este antecedente, junto a otros fallos, que los abogados del diputado Francisco de Narváez plantearán en su momento el pedido de no discriminación, para que el bonaerense pueda presentarse como candidato a presidente de la Nación, pese a haber nacido en Colombia de padres extranjeros.
Cristina, acostumbrada al toma y daca legislativo durante tantos años, le cuesta la interacción con sus pares, más allá de que cree, y así se lo dijo a los periodistas, que charlar con ellos en reuniones bilaterales son “cosas más fáciles y más comunes de lo que parecen”. Sin embargo, mientras ella suponía que estaba en el living de la casa, con su sonrisa y galanura, Obama usó a la Argentina y a su Presidenta para castigar notoriamente a Brasil por su acercamiento a Irán y la Cancillería, bien, gracias.
Ante la inminencia del canje de deuda y las oportunidades que pueden abrirse a nivel internacional, ahora habrá que ver cómo juegan estos episodios de aprietes públicos a políticos, jueces y periodistas en materia de clima de negocios para los inversores. El avance de las apretadas de la calle puede ser una lamentable Caja de Pandora al respecto y la muerte de José Luis Cabezas, ejecutada por un alcahuete de su patrón, un terrible antecedente que aún ronda en la memoria de muchos.
Hugo E. Grimaldi
DyN