La compleja situación que se dio en la última votación de la Cámara de Senadores en la madrugada del jueves mezcló los componentes técnicos y bien opinables de la votación para coparticipar el llamado impuesto al Cheque con la obsesiva necesidad mediática del kirchnerismo de no mostrarse perdidoso ante la vista de la opinión pública.

En este juego por ganar las portadas de los diarios, es el Gobierno el que tiene más claro que ninguno de sus rivales que hoy, más que nunca, hacer política es comunicación.

De allí, la obsesión que ha mostrado desde siempre por avanzar sobre la prensa, con la suspendida Ley de Medios como ariete, ya que desde el oficialismo se sostiene que allí radica, hoy por hoy, la mayor oposición.

Probablemente, por el apuro de la reconstrucción, las segundas ediciones de algunos matutinos reflejaron en sus portadas la votación de 33 a 35 en contra del Gobierno, con titulares referidos a que fue el mosaico opositor el que se salió con la suya.

Para los que vieron esos diarios y diferentes páginas de Internet, el Gobierno habría perdido o al menos empatado en la noche pasada, si se computa el poroto a favor de Mercedes Marcó del Pont y eso resultó altamente irritativo.

Ese tipo de titulares le atragantaron el desayuno a más de uno, sobre todo en Olivos, pero en vez de esperar al momento del tan anunciado veto, cuando la Presidenta podría explayarse sobre los motivos que le habrían dejado los opositores en bandeja como sustento de su decisión, se prefirió empezar a abonar mediáticamente el terreno sobre el uso de esa facultad constitucional del Ejecutivo, por si el proyecto llegara a prosperar en Diputados, cámara a la que, de paso, ya se la está condicionando en el tratamiento.

De allí, la ofensiva radial del oficialismo sobre la eventual “nulidad” de la media sanción, a partir de la presencia de varios ministros y hasta de un discurso de la Presidenta de la Nación que fue más allá de explicar que esa votación resultaba “inconstitucional”, ya que dijo también que la misma nunca debió haber sido aceptada como sancionatoria por quien condujo el debate, el vicepresidente Julio Cobos, quien se llevó todos los palazos.

Esta apreciación del oficialismo motivó la polémica ya en medio del debate, debido a que la oposición sostenía que esa afectación de fondos había caído en una reforma previa, más allá de lo que dice la Constitución Nacional (art.75) sobre la coparticipación de los impuestos.

Advertido Cobos de la situación, él propuso inicialmente la vuelta del proyecto a Comisión para elaborar una solución conjunta con mayor tiempo, para evitar así las advertencias de judicialización, aunque un agregado de la oposición que contenía la anulación de un artículo de la Ley de Competitividad le dejó a estos la puerta abierta para defender su postura en el recinto.

Más allá de la pasión mediática del Gobierno y de la judicialización de las leyes que dice que no le gusta, pero que será moneda corriente de ahora en más, lo que el episodio deja en claro ante los atribulados ciudadanos, que sufren cada vez más por la inseguridad y la inflación, es que en la Argentina de estos días la pasión por la chicana hace más que difícil seguir a pie juntillas el texto de la Constitución. Materia en la que para cada maestrito existe un librito diferente. 

Hugo E. Grimaldi
DyN