Por diciembre de 2004 y, congregados en Perú, los presidentes de los países de América del Sur decidieron conformar la Comunidad de Naciones Suramericanas. Se buscaba imitar de alguna manera, aquella integración lograda por comunidades como la europea. El 17 de abril de 2007, los Presidentes de Suramérica, decidieron renombrar a la comunidad como Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), con la intención de crear una región con raíces comunes, siguiendo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la revolución francesa.

El tratado constitutivo se firmó el 23 de mayo de 2008 en la ciudad de Brasilia. Sin embargo, UNASUR terminará por existir cuando se impongan las nueve ratificaciones del Tratado de Brasilia en la Secretaría General de Naciones Unidas, por el momento faltan tres.

Pero… ¿quiénes son los verdaderos beneficiados por esta comunidad aún no ratificada?

Así como otros intentos de integración latinoamericana, sobre todo en lo que respecta a materia económica, en que los mismos no han sido más que un mito, la UNASUR no pareciera ser la excepción. Mientras que la principal crítica con respecto al Mercosur fue el bilateralismo entre la Argentina y Brasil (lo que ocasionara un gran malestar en el anterior presidente uruguayo y exclamara que “el Mercosur somos todos”, en alusión al ninguneo obrado hacia países menores), la UNASUR no sólo ha dejado mucho que desear con relación a la materialización de unos pocos e ilusos proyectos, (y de inútiles Consejos, como el Consejo de Defensa, que no causó mella alguna en la decisión del presidente colombiano Álvaro Uribe acerca de las bases norteamericanas en su país) sino a que curiosamente, todos ellos benefician a Brasil y su ambición de liderazgo en la región.

El primer proyecto fue el de la Carretera Interoceánica, que uniría Perú con Brasil pasando por Bolivia, otorgándole a Brasil una salida al Océano Pacífico y a Perú, una salida al Océano Atlántico. La construcción comenzó en septiembre de 2005, financiada en un 60% por Brasil y en un 40% por Perú. Se preveía que culmine para el año 2009, todavía falta los tramos más importantes de la carretera y los avances económicos no se han mostrado aún.

La obra cuesta, con intereses, mil quinientos millones de dólares. Y se pretende asfaltar 1070 kilómetros de territorio peruano, casi todos en la selva. Claro, detrás de los números existe una justificada desconfianza ante las malas experiencias con otras carreteras de penetración a la Amazonia, sobre todo por los daños sociales y ambientales que esto conlleva y que para este proyecto, aún no han sido debidamente analizados.

Sectores peruanos creen que este proyecto está hecho a medida de Brasil, ya que junto con la Argentina siempre han ansiado salida al pacífico. Además argumentan que Brasil jamás comprará algo del Perú, pues se caracteriza por ser una nación que le gusta vender pero no comprar, por eso el interés de que se viabilice inmediatamente.

Le siguió el Anillo Energético Sudamericano, para que Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay sean abastecidos de gas peruano: el gas de Camisea. Su firma para el inicio de su construcción fue en el 2006.

Este proyecto tenía su fundamento en la idea de disminuir la dependencia del gas boliviano, cuyas continuas y profundas crisis institucionales dejaron en evidencia el riesgo que constituye el que sea ese país el principal abastecedor de gas natural en el continente.

Los países que han tenido mayores complicaciones en los últimos años en materia energética son Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Brasil ha aumentado su demanda energética conforme su economía se ha ido expandiendo en forma feroz, lo que ha obligado al país a recurrir a nuevas fuentes de abastecimiento y a realizar mayores inversiones en exploración y explotación. Por su parte, Chile y Uruguay se han visto afectados por la crisis de la industria del gas natural de nuestro país, ambos dependientes en gran medida, del gas argentino ya que las estructuras de precios impuestas por el gobierno a comienzos de la década desincentivaron nuevas inversiones, lo que llevó a una escasez del combustible.

Por su parte, Perú posee reservas importantes, pero por sus limitados mercados internos dependen de la demanda que pueda surgir de otros países, particularmente desde Brasil.

Un estudio de la Comisión Técnica del Mercosur, destinada a analizar la efectividad del proyecto del Anillo Energético, determinó que las reservas de Camisea (Perú) sólo alcanzarían, con sus 30 millones de metros cúbicos diarios, para abastecer a Chile. Paradójicamente, la inviabilidad de Camisea como fuente única de gas para un anillo energético sudamericano ha vuelto la mirada nuevamente hacia Bolivia. Tal como han señalado importantes autoridades regionales, “un anillo energético que no considere el abastecimiento proveniente de este país sería una utopía”. El fracaso de esta iniciativa llevó a Perú a buscar otros socios comerciales a quienes exportar su gas, cerrando contratos de exportación principalmente con México.

 En el año 2008, Brasil, implementó el funcionamiento de un terminal de GNL (gas natural licuado) en el puerto de Pecém, mientras que otra planta ubicada en Río de Janeiro se encuentra en su etapa final de construcción. Estos proyectos, junto con una tercera planta en el sur del país, permitirán superar cualquier problema de gas regional y se prevé que estas nuevas inversiones permitirían incluso que Brasil se transforme en abastecedor de Argentina y Uruguay.

Le continuó El Gasoducto Binacional, un proyecto energético de integración entre Colombia y Venezuela que fue iniciado el día 8 de julio de 2006, y que estaba a cargo de las empresas petroleras estatales PDVSA de Venezuela y Ecopetrol de Colombia. El costo de construcción es de 300 millones de dólares. En marzo de 2008, a partir del asesinato del número dos de las FARC, Raúl Reyes, se desató el fuego cruzado entre Colombia y Venezuela. Chávez, por su parte, anunció el "congelamiento" de la relaciones con Colombia y ordenó el retiro de su embajador, además pidió a sus ministros sustituir las importaciones provenientes de Colombia y estudiar la posible cancelación de proyectos conjuntos, como un gasoducto binacional. "Este tema del suministro de combustible a Colombia, ¡que se acabe ya!", expresaba Chávez.

También se incluía en dicho proyecto, el Poliducto Binacional, el cual se extendería en un futuro cercano para permitir a Venezuela exportar petróleo al Lejano Oriente a través de la costa pacífica de Colombia, con el cual Caracas podría llevar su petróleo a los mercados asiáticos a menor costo. Ya sabemos cómo terminó eso.

Otro ansiado proyecto -casi irreal en lo que a intenciones virtuales comprende la UNASUR- es la de una Unión Monetaria entre los países de la región, similar al euro Europeo. Esa moneda comenzaría a circular en la década del 2010 y sería emitida por el Banco del Sur. El principal opositor a esta idea, es nada más y nada menos que Brasil, ya que economistas del Gigante sudamericano afirman que con una moneda única el país –que actualmente tiene la moneda más fuerte de América del Sur-, tendría pérdidas enormes en relación con el PIB y el consumo interno.

A modo de conclusión, los países latinoamericanos no sólo se caracterizan por sus enormes diferencias económicas y energéticas, sino que últimamente, dichas diferencias han sido menoscabadas por las políticas. Venezuela exporta a USA, Perú a México y Uruguay decidió hacer convenios con Estados Unidos, el cual fue preciso cuando atinó que “una integración sin México es incompleta e insuficiente”. Entretanto, Brasil sabe que no puede contar con nadie salvo con él mismo, lo que no es para nada menor.

Mientras, la saga de integración latinoamericana seguirá coleccionando fotos de cumbres y la UNASUR termina teniendo un Secretario general no muy distinto al organismo.

Si alguien tiene alguna duda sobre los proyectos de la UNASUR, puede entrar en su sitio web, www.uniondenacionessuramericanas.com, lo que por estas horas se ve así:

Alexis Montefiore