"Simplemente se cansó de agachar la cabeza". Esta frase surgió de la boca de un diplomático de carrera que, aunque desactivado por las cosas de la política, aún circula por los pasillos de "La Casa", en un día donde todo era efervescencia en la Cancillería. El aludido era Jorge Taiana, hasta el viernes canciller de la Nación. O del matrimonio Kirchner, como se lo quiera mirar.
"La Casa" es el Palacio San Martín, la sede de los cancilleres, donde tenía su despacho el ex ministro, quien dio un sonoro portazo y se fue del Gobierno consternado, ante lo que sintió como un agravio sin retorno: la Presidenta lo llamó "desleal", un adjetivo que un "hombre de honor", tal como lo definió el diplomático, no puede digerir con facilidad. El informante fue más allá: "Quizás por su pasado de militante entrenado, Taiana tenía metido adentro la típica formación de 'subordinación y valor' y haberle dicho una cosa así es como degradarlo. La faltaba hacer la venia", describió.
Según se refiere paredes adentro de la Cancillería, el ahora ex funcionario huyó cansado de las ninguneadas que sufría desde hace mucho tiempo, como jefe virtual de la diplomacia, desde lo más alto del poder. Los cancilleres, se sabe, son simples ejecutores de la política exterior que fija el Poder Ejecutivo y en el caso de Taiana se lo sindica como un honesto cumplidor de órdenes que no se movía ni un milímetro del mandato que recibía, aun en cuestiones operativas que debían ser de su manejo exclusivo con los embajadores de carrera o políticos que hay en cada lugar. Sin embargo, allí también el ex canciller sufría invasiones.
Como hechos más notorios, bien se sabe que Taiana no manejaba, por ejemplo, la compleja relación comercial con Venezuela, que quedó en manos del ministerio de Planificación, y de la sinuosa "diplomacia paralela" que ya había terminado con su antecesor, Rafael Bielsa, en tiempos de Néstor Kirchner. De a poco, Taiana también había ido abandonando las cuestiones de fondo con los Estados Unidos, que estaban en manos de un teóricamente subordinado suyo, hoy su sucesor, Héctor Timerman, siempre con línea abierta con la Presidenta. Hasta la anulación del viaje a China en enero lo había tomado desprevenido.
No vale la pena referir con detalles las oprobiosas descalificaciones que tuvo la propia Cristina Fernández hacia su leal amigo, que éste soportó con estoicismo, como haberle echado públicamente la culpa ante los presidentes por su propia tardanza, en una Cumbre en Asunción o por haberse olvidado hace unos meses, le dijo ante un auditorio de diplomáticos, de cambiar las lamparitas por otras de bajo consumo en la Cancillería, tal como lo indicaba el credo oficial de aquel entonces. Esas historias personales calaron hondo en el ánimo de Taiana, quien más de una vez le había señalado a sus íntimos las ganas que tenía de abandonar el barco, aunque los desaguisados del matrimonio en materia de política exterior lo preocupaban mucho más.
Los motivos bien puntuales de su salida del Gobierno se fueron desgranando durante la semana, a partir de la citación que le hizo la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados al ex embajador en Venezuela Eduardo Sadous, aunque alcanzaron su clímax por otro tema, en relación a un titular del diario "Clarín" del viernes que involucraba a la Presidenta: "Cristina y Mujica coinciden en sumar a Brasil al monitoreo".
Los hechos que fueron inflando el globo de la desconfianza presidencial, tal como los pudo reconstruir DyN, son que Taiana había autorizado verbalmente la presencia de Sadous, quien fue el embajador que dijo que había escuchado quejas de empresarios argentinos, en relación a que para participar del Fideicomiso de venta de maquinaria agrícola a Venezuela tenían que pagar 15 por ciento de comisión.
El diplomático había afirmado también que desde la asunción de Néstor Kirchner, el ministerio de Julio De Vido era el encargado de las relaciones diplomáticas con el gobierno venezolano y que las gestiones las realizaba el ex funcionario Claudio Uberti en persona, situaciones que había advertido a sus superiores, a través de varios cables diplomáticos que nunca fueron tomados en cuenta.
Si bien la reunión iba a ser a puertas cerradas, ya que el titular de la Comisión, el peronista disidente Alfredo Atanasof había avisado que el miércoles 16 a las 10 de la mañana sólo iban a poder estar presentes diputados y asesores, pero no periodistas, desde la Presidencia se objetó el permiso y se revocó la orden ministerial, sobre todo porque se imaginó (con razón) que las filtraciones de los dichos de Sadous iban a generar titulares que podían llegar a opacar el clima de fiesta que brinda por ahora el Mundial de Fútbol, lo que dejó una vez más a Taiana tragando saliva.
Lo cierto es que cuando se verificó el faltazo, los diputados volvieron a la carga con la Cancillería y le pidieron a ministro, a través de una nota, la comparecencia del diplomático. Y lo hicieron con la anuencia de los legisladores oficialistas, quienes dijeron tener interés en marcarle al ex embajador en Venezuela sus contradicciones.
Ese mismo día, comenzó a enhebrarse en Uruguay el tramo final de la historia, cuando el presidente José Mujica habló de "la opinión técnica de un tercero" como garante del monitoreo a la planta de la pastera UPM (ex Botnia) que solicitó el fallo de La Haya. Y el jueves fue más allá, cuando se supo que la Asamblea de Gualeguaychú había suspendido el corte: "Es el cuatro gol uruguayo", celebró con picardía el "Pepe", mientras su canciller, Luis Almagro, desde el papel de policía malo, marcaba la cancha y decía que era imposible monitorear la planta puertas adentro.
Ese día, Mujica dijo tres cosas más: repitió que sería bueno que una misión de un tercero neutral fuese quien monitoree el río Uruguay, agregó entonces que él veía viable que fuese un organismo técnico de Brasil y dijo que "si tenemos joda aquí y joda allá, lo tenemos que arreglar". Lo que quiso señalar el presidente uruguayo con su estilo tan campechano y en relación a las múltiples industrias argentinas que contaminan el río compartido, fue que sólo ellos no eran los malos de esta película y que Brasil tiene sus bemoles aguas arriba, aunque lo que se supuso en la Casa Rosada fue que Uruguay está buscando desbalancear la situación poniéndose a los brasileños de su lado, no demasiado ortodoxos tampoco en materia de controles ambientales.
En esta evaluación estaban los Kirchner, cuando Taiana citó a un grupo de periodistas gráficos a la Cancillería el jueves por la tarde para hablar informalmente de varios temas, entre ellos, se descuenta, de la situación con el Uruguay. Esta práctica, que es muy común en los funcionarios de todo el mundo, está basada en la confianza mutua con el periodismo. El propio matrimonio Kirchner la usaba cuando estaba en Santa Cruz, inclusive invitando a periodistas a la residencia de la gobernación en El Calafate, aunque desde su advenimiento a la Casa Rosada no la utilizó jamás, al menos con los profesionales que pueden hacer preguntas comprometidas o cuestionar situaciones para buscar la verdad.
En la charla telefónica del viernes por la mañana, previa al calificativo de "desleal" que le endilgó a Taiana, la Presidenta se sintió molesta por el titular de Clarín y le achacó la responsabilidad al canciller, no se sabe si por haber dicho lo que no debía o por haberle dado demasiado juego al medio que lo publicó. Desde lo estrictamente comunicacional, el error de apreciación de los Kirchner consiste en no darse cuenta que sus ministros están en el peor de los mundos, ya que si las filtraciones se hacen a través de publicaciones afines al Gobierno éstas no resultan creíbles, mientras que suponen que si aparecen en otros medios percibidos como opositores se trata de "operaciones".
A partir de las 8.30 del viernes la fiebre que se desató en la Cancillería incluyó la renuncia bien formal, de puño y letra, de Taiana dirigida a la Presidenta y un comunicado de prensa que se conoció a la media tarde con la verdadera causa de la dimisión, con dos condimentos adicionales que no dejan de llamar la atención: la forma, similar a un Despacho de una agencia de noticias como si fuese un relato de un tercero y el fondo, donde se cambian los "motivos personales" esgrimidos oficialmente por el más grave "fuentes cercanas a Taiana confirmaron que su renuncia se basa en la falta de apoyo y diferencias que sentía para la implementación de decisiones políticas que afectan el desarrollo de la Política Exterior de la Argentina". Nada menos.
Pero para llegar a la decisión de hacer ese comunicado tan sui géneris, el equipo del ya ex canciller, todos hombres de militancia y de su estricta confianza, debatieron hasta dónde hacer conocer públicamente los vericuetos del caso Sadous. Algunos, y esa fue la razón que primó por cierta fidelidad partidaria, no quisieron hacerle más daño al Gobierno, aunque Taiana no se privó de ordenar, como su último acto de servicio, que se remita una nota a la Cámara de Diputados respondiendo que el embajador había sido finalmente autorizado para que comparezca el próximo miércoles. En este punto el final está abierto y la decisión final, con todo el costo político que conlleva, estará en manos de Timerman.
Más allá del levantamiento del corte en Gualeguaychú, que mostró la morosidad del Gobierno en encontrarle la vuelta a un problema del cual se pudo haber salido antes si la Justicia no hubiese sido sofrenada, la semana traía como focos informativos dos situaciones centrales, hasta que el episodio Taiana le quitó brillo a todo lo demás: la intervención a Metrogas, con lo que ello despierta en cuanto a que el ahogo de la empresa ha sido inducido desde el poder para que sea comprada por algún amigo del Gobierno y los modos en los que la Presidenta ha tratado a la Corte Suprema cuando falló a favor (Ley de Medios) y cuando falló en contra del Gobierno (embargos de la AFIP), como un modo de que no se note que hay favoritismo.
La salida del canciller es además materia de análisis político, ya que este cambio marca aún más la cerrazón en la que se han metido los Kirchner, ante una tendencia que apunta hacia la búsqueda de consensos antes que a decisiones providenciales, tal como ha surgido en la semana desde esferas académico-políticas y que parece reclamar la sociedad. Por la gravedad que implica para ministros y funcionarios ser considerados "desleales", el correctivo implícito en el episodio Taiana no deja de ser un proceso de barbas en remojo para todos los demás, lo que concentra aún más las decisiones en el politburó de Olivos.
Hugo Grimaldi
DyN
El sionismo está en el poder, Conclusión final ,Argentina esta en el horno
No será una decisión ya tomada por el grupo Bilderberg de instalar por primera vez como Canciller de la Argentina a un judío?