Hace algunos años la publicación "Multinational Monitor", denunció que la comercialización irresponsable de medicamentos es causa en el mundo de 12 a 16 millones de casos anuales de daños iatrogénicos, de los cuales se estima que un millón termina en la muerte de los pacientes. Todo ello podría ser en gran medida evitado si la comercialización de los fármacos estuviera sujeta a estrictas normas éticas.
Es evidente que la industria ha explotado muy eficientemente la popular idea que dice que "la salud no tiene precio" y por ello no es de extrañar que las empresas farmacéuticas registren los más altos índices de rentabilidad de todo el mundo. Tienen márgenes de ganancias que van del 27% al 43%. El sector industrial que le sigue más de cerca es el de la electrónica con márgenes que van desde el 4.4% hasta el 21.5%. Una significativa porción de sus ganancias se deriva de su ventas en los países en desarrollo. Sus enormes ganancias facilitan que puedan destinar entre 20 y 40% de su presupuesto a sus gastos de publicidad y promoción.
Durante la última década la publicidad masiva de los medicamentos se ha extendido en forma espectacular. No hay medio de comunicación que no de cabida a diversas formas de publicidad y promoción de numerosas especialidades farmacéuticas. Particularmente en la poderosa y omnipresente TV proliferan hoy en día los anuncios de analgésicos y aliviadores, antigripales, antidiarreicos, antitusivos, antibacterianos, fungicidas, adelgazantes, anticelulíticos, antihistamínicos, anorexígenos, antiácidos, antiasmáticos, antimicóticos, energéticos, antidepresivos, antihelmínticos, antiinflamatorios, broncodilatadores y anticongestivos, preparaciones dermatológicas y contra hemorroides, laxantes, oftalmológicos, relajantes musculares, vitaminas, minerales y complementos alimenticios. La tendencia mundial de la industria es ampliar cada día más el número de medicamentos de venta libre (OTC) con los cuales la industria se siente libre para publicitarlos y promocionarlos de manera indiscriminada y sin más límite que la "creatividad" de sus publicistas.
Lo grave es que invariablemente los mensajes publicitarios no son claros ni concisos, no expresan las precauciones y contraindicaciones, los presentan como soluciones definitivas a determinados padecimientos, promueven muy activamente el consumo de los medicamentos y, en algunos casos, hasta llegan a omitir la advertencia: "Consulte a su médico".
Nada inofensivos
Es frecuente recibir en los servicios de emergencia a pacientes que sufren reacciones adversas a medicamentos o negativas interacciones entre fármacos. En muchos casos, se revela que esos pacientes han consumido indiscriminadamente medicamentos que consideran "inofensivos" como aspirinas, remedios para la tos o píldoras para adelgazar. El Dr. Nicholas G. Popovich profesor en Purdue University in West Lafayette, Estados Unidos afirma que "la gente debe darse cuenta que el hecho que un medicamento está disponible sin receta médica no quiere decir que es completamente seguro o efectivo. Ellos deben considerar estos productos como medicamentos y darse cuenta que pueden tener problemas, aún cuando los usen de la manera correcta, debido a interacciones con otros medicamentos y sus efectos adversos". Es conocido que los pacientes no revelan a sus médicos sobre la toma de medicamentos OTCs o los toman cuando están siguiendo un tratamiento establecido por sus médicos.
La disponibilidad de productos que no requieren receta médica va en aumento. En los Estados Unidos, por ejemplo, más de 600 OTC se encuentran en el mercado. Muchos de ellos solamente podían ser consumidos bajo prescripción hace menos de 20 años. En todos los países, ha habido un aumento impresionante del número de productos que se ofrecen como analgésicos, haciendo aún más complicado una elección razonable de parte del paciente, que puede llegar a combinar sustancias similares y hasta iguales aumentado los riesgos de sufrir reacciones adversas. Algunos de esos analgésicos pueden causar problemas y pueden ser peligrosos en personas que tienen determinados problemas médicos. Por ejemplo, una sobredosis de paracetamol puede ser tóxico al hígado y usado con alcohol incrementa el riesgo de dañar seriamente dicho órgano. El ibuprofeno no debe ser tomado por personas con asma, deficiencias cardiacas, problemas renales o úlceras.
Si bien es cierto, la disponibilidad de productos OTC acerca a la gente el tratamiento medicamentoso de problemas menores, también puede alentar la automedicación indiscriminada e inapropiada y puede ser riesgosa. Es reconocible que en los países en desarrollo y aún en los industrializados, todavía es muy pobre la información que recibe la población para ejercer una automedicación responsable y apropiada, por lo que los gobiernos tienen que ser sumamente cuidadosos cuando se trata de licenciar medicamentos para venta libre.
Los medicamentos de libre venta pueden afectar una medicación prescrita en seis formas:
·. Pueden actuar de forma sinérgica con otros medicamentos
·. Pueden aumentar o disminuir la absorción en el tracto intestinal de otro medicamento.
·. Pueden alterar la distribución de otros
·. Pueden alterar la excreción renal o la efectividad de otros medicamentos
·. Pueden interferir o afectar el efecto deseado de otro medicamento
·. Pueden disminuir la biotransformación de otro medicamento lo que produce un incremento de la toxicidad
La publicidad disfrazada de "información" o "notas informativas"
Con un entusiasmo digno de mejor causa desde hace más de una década las empresas farmacéuticas recurren a la inserción, en periódicos y revistas de gran circulación, de seudo "notas informativas", artículos "científicos" o de "divulgación", que en realidad no son más que publicidad de un medicamento.
En otras ocasiones se usa el gancho de la "actualidad", "lo último en terapéutica", para anunciarnos medicamentos que tienen ya varios años en el mercado. No hay día en el que no se publique una nota. Lamentablemente tales notas son casi siempre engañosas porque soslayan peligros, reacciones adversas, contraindicaciones y por supuesto constituyen una flagrante violación a la ley y a la ética periodística.
Pero más aun, desde el punto de vista de la salud pública son un atentado, ya que ponen en grave riesgo la vida y la salud de los lectores incautos que así ven fuertemente motivado su interés por autodiagnosticarse.