El ocultismo, ¿puede entrar en la categoría de una ciencia; en este caso en el rubro Ciencias Ocultas?
Sí como una “ciencia” bien oculta, ya lo creo que sí. Oculta para que no la vea la sana razón (este gran tesoro que poseemos ante la mole de prejuicios y la sinrazón). Este juego de palabras quiere significar que nos hallamos ante una “montaña” de pseudociencias que se cobijan bajo el rubro OCULTISMO.
La mente del nesciente, no descansa en inventar fantasías mil de la mano de la ignorancia y vemos que tampoco puede faltar el texto bíblico en este asunto, al menos en nuestro occidente cristiano al que pertenecemos culturalmente. Los otros pueblos tendrán sus propias respuestas dentro de la nebulosa de las nesciencias en rechazo de la receta cristiana, dando lugar a la conocida frase que reza: “El muerto se asusta del degollado”. Si leemos la Biblia, hallamos en sus páginas una flagrante condena a las prácticas culturales de otros pueblos, tenidas por aborrecibles.
Sin embargo, en el mismo texto bíblico podemos hallar también todo un mundo de supersticiones como la legión de ángeles descarriados al mando de un tal Satanás; un “loco suelto” que desafió a un todopoderoso a sabiendas de que iba a ser hecho papilla alguna vez, en un futuro siempre postergado.
Si leemos historia, podemos hallar a cierto erudito, un personaje versado en múltiples “disciplinas” a saber: magia, alquimia, astrología, medicina del “tiempo de ñaupa”, incluida una filosofía natural (sic), sin descuidar una medicina también del tiempo de la Edad Media y por último filosofía en general (disciplina esta que en buena parte podemos catalogar sin lugar a equivocarnos como una pseudociencia cuando entra a tallar tan sólo la fantasía en ausencia de la Ciencia Experimental y sus resultados). Se trata del abogado, mago y a la vez teólogo, don Enrique Cornelio Agripa (1486-1535) que se valió del pobre conocimiento de la era medieval representado por la alquimia, astrología, magia y otras “serias” disciplinas, y a los ojos de los racionalistas, meras pamplinas. Hecho un erudito entonces, catapultado a la fama por sus adeptos, a la par que criticado por sus ideas, parece que nunca halló la paz, viéndose entonces obligado a vivir perseguido.
Más un cabalista llamado Eliphas Lévi, no le fue en saga en materia de lo inexistente a saber: magia, rituales con ciertos fines y otras pamplinas.
Por su parte, ni cortos ni perezosos, los señores (y señoras) teósofos y teósofas, tampoco le han ido en saga, como una tal Annie Besant, un tal William Judge y el fundador de la Antroposofía señor Rudolf Steiner. Y como si esto fuera poco, podemos añadir a los pioneros de la denominada Fraternidad Rosacruz, un invento de un tal Arnold Krum-Heller; y la Antigua Mística Orden Rosae Crucis, más conocida por la sigla AMORC, idea de un tal Harvey Spencer Lewis.
Todo esto se halla encuadrado en los rubros: ciencias ocultas, esoterismo, sociedades secretas, gnosticismo, Rosacruz y Hermetismo.
Y todo esto, así como lo vemos, no sería nada; pero por desgracia son las derivaciones de todo este mundo de locura que pueden ser dañinas, a saber: luciferismo, magia negra, demonología… y otras “delicias” inventadas por personajes, algunos de ellos desequilibrados mentales, que ponen en peligro a muchos adeptos que, seducidos por sus labias, se someten a prácticas aberrantes, tanto absurdas como criminales, como podemos constatar en la triste historia de varias sectas satánicas cuyos adeptos ha sino inmolados a la nada. Basta para ello leer crónicas del pasado.
No señores lectores. Ante el interrogante del principio de este “satánico” artículo, podemos responder con confianza, sin lugar a equivocarnos, que todo ese mundo satánico antagonista de aquel otro mundo de bonanza plena comandado por un Todopoderoso desde “allá arriba” (o abajo para nuestros antípodas), es lisa y llanamente un neto invento de la rica fantasía humana.
Mi consejo es que no le teman a Satanás alguno ni a sus prosélitos, porque los diablos terminantemente ¡no existen! (su jefe tampoco), y que vivan con la conciencia tranquila haciendo sólo el bien y pito catalán al mal. La humanidad moralmente sana les estará eternamente agradecida. No serán recibidos en el santo cielo con otros bendecidos, porque el Edén tampoco existe, pues es el producto de la fantasía, una expresión de deseo, pero no importa, no desmayen por eso amigos lectores, el Edén hagámoslo aquí en
Ladislao Vadas