Sigmund Freud, como sabemos los que conocemos sobre la mente, fue padre de una pseudociencia denominada psicoanálisis, y quien entabló una fuerte controversia con la auténtica ciencia de la mente: la psicología.
No han faltado otros cultivadores de pseudociencias sobre el sempiterno tema de nuestras facultades mentales (animales evolucionados como el mono, vade retro en este asunto, prohibido participar con la etología, ciencia que se ocupa del estudio del carácter y modos de comportamiento de los animales). Los bichos, allá ellos, pues ¡no tienen “alma inmortal”! Así piensan algunos nescientes que alejan exageradamente la etología, de la psicología humana.
A su vez, los astrólogos que se vienen arrastrando desde la más nebulosa y remota antigüedad, plena de nesciencia y superstición, aún en nuestros días, desafiando a las ciencias física, química, biología, psicología… y otras disciplinas serias, se atreven a embaucar a los lectores mediante diarios, revistas y libritos (sin descuidar la cinematografía y la televisión), con pseudociencias de las más ridículas, arrancadas de las oscuridades mentales de un pasado remoto, casi rayano en el lejano neandertal, tal vez del pitecántropo o quizás del antiquísimo parántropo (nuestros ancestros que nada tuvieron que ver con don Adán y doña Eva).
¿Qué sabía esa “gente” acerca de la redondez de la Tierra, de su giro “alocado”; su traslación alrededor del sol, su desplazamiento en el espacio sidéreo junto con el sol, acerca de la inquietante luna con sus cambios de fases; del sistema solar; de estallidos estelares; canibalismo galáctico (cuando una galaxia “enguye” a otra); la terrible explosión del universo entero denominada por los cosmólogos big bang; estrellas novas y supernovas; acerca de las galaxias que huyen unas de otras en un universo en expansión, de cuásares, radiación cósmica, etc.?
¡Realmente! Mentalmente vivían en otro mundo muy, pero muy alejados del que realmente nos rodea. ¡Y los astrólogos con veleidades de erudición, no les van en zaga!
“Realmente”, viven a años luz de atraso con respecto a la moderna Ciencia Experimental (física, química, bioquímica, astronomía, cosmología y… todo lo demás perteneciente al ámbito de las Ciencias Naturales.
Solo pueden ser perdonables, aquellos que se dedican a la milenaria astrología y los que acostumbran a leer los horóscopos, si lo toman todo como un mero entretenimiento pasajero y… nada más. No así aquellos que utilizan a un sabio como Freud (en su lado débil); pues este padre del psicoanálisis, nunca se percató de que había inventado (en buena parte) una pseudociencia más “del montón”: dicho psicoanálisis.
Quizás por eso, los astrólogos de nuestro tiempo lo toman como modelo, como garante seguro para validar a la legendaria astrología que, de ciencia de los astros posee un bledo.
Con este opúsculo creo haber aportado una luz en este oscuro terreno de las pseudociencias adoptadas por charlatanes, y creídas por un público alejado de todo auténtico conocimiento científico. De este modo, es como me siento útil al difundir y defender la causa de la Auténtica Ciencia que se basa en las experiencias; en una permanente investigación, en lugar de fundamentarse tan sólo en la mente fantasiosa que, de la mano de la nesciencia del pasado remoto como la astrología, nos lleva por oscuros callejones sin salida para nuestra razón si no poseemos suficiente cultura con el fin de analizar la auténtica realidad de nuestro entorno, que para muchos es todavía un misterio que sólo la Ciencia Experimental puede desentrañar.
Ladislao Vadas